Oaxaca.-Durante mayo, un equipo de Científicos Goddard de la NASA realizará la medición de gases de efecto invernadero sobre la región media del Atlántico, para entender mejor el intercambio de dióxido de carbono y metano entre la tierra y la atmósfera.
De acuerdo con información publicada en su portal, la Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio (NASA, por sus siglas en inglés), lo anterior forma parte del experimento de carbono Airborne Flux.
Dicha investigación permitirá a los científicos comprender los mecanismos biológicos que controlan actualmente la captación y el almacenamiento de carbón, como son los pastos, los cultivos y los árboles.
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Las severas emisiones de gases de efecto invernadero en las superpotencias[/caption]
Hoy en día, los científicos saben que una importante cantidad de dióxido de carbono que hay en la atmósfera es generada por la quema de combustibles fósiles, y que 44 por ciento de esas emisiones permanecen en la atmósfera, mientras que el resto se va a los océanos y los sumideros terrestres.
Sin embargo, la información recopilada actualmente proviene en su mayoría de torres de medición de carbono atmosférico o a través de mediciones satelitales; solo se tiene referencia de las condiciones que ocurren en las vecindades generales donde se encuentran dichas terminales.
Con ese sistema, se pretende rectificar esos datos y corroborar qué tan rápido la vegetación del mundo está tomando el dióxido de carbono suelto en la atmósfera, así como los efectos generados porque no tengan agua suficiente o esté sana.
Para ello, el investigador principal del proyecto, Randy Kawa, explicó que durante un mes, un avión C-23 Sherpa de la NASA volará a distintas alturas sobre el área del bosque de Pocomoke, en la costa este de Maryland, Estados Unidos.
Asimismo, recorrerá áreas agrícolas y marismas de marea en la costa este de Virginia hasta Delaware; la bahía de Chesapeake y el Océano Atlántico; el sur de Maryland, entre otros puntos clave del Atlántico Medio.
Para ello, analizadores de metano/dióxido de carbono, sensores de viento, la cámara y el GPS de la aeronave tomarán hasta 10 medidas de forma cuidadosa y sincronizada por segundo.
De esta manera, se podrán medir tanto los niveles de gases de efecto invernadero a lo largo de líneas de árboles, así como la velocidad del viento vertical y el fenómeno de transferencia hacia o desde la atmósfera.