Fortino TORRENTERA O. Oaxaca.- Desde la Declaración de Bremen en 1983 que establece como vital el ejercicio ciudadano del derecho a la cultura, las deterioradas condiciones económicas, políticas y sociales dejan de ser tema nacional ante el control mediático que se impone a una sociedad cada vez más consumista e indiferente ante lo evidente, que a cambio de la comodidad, va perdiendo su identidad cultural, patrimonio que estamos heredando a las nuevas generaciones. Plantear con el mayor apego a la realidad el panorama que en el país se dibuja en cuanto a estos temas, es la intención de la Librería Revueltas de esta ciudad, que este viernes a las 19:00 horas presentará el conversatorio “La Participación Ciudadana en el Arte y la Cultura”. La principal tesis que sustenta a este planteamiento, es reflexionar acerca de las verdaderas posibilidades de cambio en el país que parten de la activa participación de los ciudadanos y donde la identidad cultural y el arte son el mejor escenario para reconocer las potencialidades que permitan una armónica convivencia social e impulsar el desarrollo cultural, más aun tratándose de Oaxaca, a la que se le proyecta como “la capital cultural”. “Se estima esencial que toda colectividad local tenga el derecho y los medios para formular y poner en marcha su propia política cultural, según sus tradiciones culturales particulares, la infraestructura existente, la extensión y naturaleza de su radio de acción, así como las características culturales de su población”, dice la Declaración de Bremen, expedida en 1983. En entidades de México estamos muy lejos de ello, pues si acaso se consulta a un sector cercano y se avalan las renovadas políticas culturales con la opinión de algún experto que en su mayoría nunca se opondrían al desarrollo cultural. Se señala que uno de los malos manejos de la política cultural local es el “folclorismo” que por décadas ha mantenido la cabeza de los oaxaqueños metidos en un mundo de agrado turístico, sin mostrar la trascendencia de la obra patrimonial y actual, surgida desde las condiciones más adversas, exponentes en las artes visuales, la música e incluso la ciencia, están teniendo la presencia en otras latitudes. Es de resaltarse la importancia que desde edades tempranas dan en los llamados “Países desarrollados o de primer mundo”, a la educación artística, a la identidad cultural y al cuidado del patrimonio local. Como en Japón donde en las tres últimas décadas, su desarrollo partió de fortalecer su tradición, que no debe confundirse con folclor, entre otros países, mientras que en México ni siquiera tenemos una oportuna y completa Orientación Vocacional. En países donde se muestra el mayor desarrollo cultural y con ello el educativo, social y económico, un pilar en la orientación vocacional es la cultura, que permite advertir sus aptitudes en las artes, la ciencia o la tecnología de las nuevas generaciones que están impulsando esos países. Para expertos en política social, ante una democracia controlada, una economía inestable, una sociedad manipulada y la entronización de grupos de poder que incluye la institucionalización del crimen organizado, la única posibilidad de cambio en México, es a través de la cohesión social, producto del fortalecimiento de la identidad cultural y el impulso al desarrollo de las artes. En suma, ninguna política cultural en un país o estado tendrá éxito sin la participación ciudadana, ya sea como hacedores, como colaboradores, aprendices o público, por lo que un estado que no muestra interés por recoger el sentir y la opinión de la población para estructurar una sólo política cultural, está condenado a la ignominia. Pues estos planteamientos forman parte del amplio y escabroso tema será sobre el conversatorio que moderaré este viernes a las 19:00 en la Librería Revueltas que se localiza en Callejón de Zárate 12-B, a un costado del templo del Patrocinio al sur de El Llano, acompañado de un rico café.