Ciudadania Express
Domingo 26 de febrero, 2017. 11:00 am

Presentación del libro Cinco siglos de identidad cultural viva

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Oaxaca.-En 2010, el Camino Real de Tierra Adentro, el más largo de América en la época colonial y que unió a México con Nuevo México, hoy Estados Unidos, fue reconocido como Patrimonio Mundial por la UNESCO. Detrás del expediente que sustentó la distinción hubo un arduo trabajo de 18 años de investigación llevada a cabo por un equipo de hasta 200 investigadores y la voluntad de diversas instituciones; esa carpeta ha dado a luz un nuevo libro que hace un llamado a la sensibilidad del lector para apreciar lo que representa el vasto patrimonio cultural extendido por la ruta histórica. foto_home (1)El antiguo Palacio de Minería, edificado sobre la calle de Tacuba, justo por donde salía el Camino Real de la noble Ciudad de México rumbo al norte de la metrópoli y del virreinato, hoy sede de la Feria del Libro más importante de la UNAM, fue el marco para dar a conocer esta obra de divulgación histórica, coeditada por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y el Gobierno del Estado de México a través del Consejo Editorial de la Administración Pública estatal, bajo el título Cinco siglos de identidad cultural viva. Camino Real de Tierra Adentro Patrimonio de la Humanidad, con la intención de revalorar la herencia cultural del Norte de México y de los mexicanos allende el Río Bravo. El director general del INAH, Diego Prieto Hernández, dijo que la obra editorial es resultado de una investigación cuyos antecedentes están en el expediente de la declaratoria de la UNESCO, que elevó aquella herencia al rango de Patrimonio Mundial el 1 de agosto de 2010. Distinción que oficialmente agrupa 60 sitios, entre reales de minas, haciendas y ciudades. El antropólogo destacó los años de trabajo para concentrar el corpus de información que da sustento a textos, recuadros e imágenes que hoy conforman la obra, fruto del interés, la disciplina y la acuciosa investigación de un equipo de especialistas encabezados por el antropólogo José Luis Perea, que desde 1992 y hasta 2010, cuando se logra la distinción de la UNESCO, trabajaron en el acopio, análisis de datos históricos e intercambio de ideas para revalorar la herencia cultural que dejó el Camino Real. El titular del INAH recordó que esa ruta histórica fue columna vertebral de la Nueva España, el camino más importante para entender cómo la colonia española se convirtió en una nación con identidad, pluriculturalidad, sentidos y símbolos propios. Una columna geográfica y cultural por la que circularon, a lo largo de 2,600 kilómetros, algo más que plata y mercancías: aquella ruta movió en ambas direcciones ideas y creencias religiosas; conocimientos, preceptos y valores; concepciones del mundo y patrones estéticos; ingredientes y sabores; saberes y tradiciones; formas de organización social y calendarios de actividades colectivas e individuales. Todas esenciales al proceso de mestizaje. Además aquella ruta legendaria articuló un sinfín de procesos económicos y sociales que a su vez fueron legado del patrimonio material e inmaterial de la valiosa herencia cultural que nos define como mexicanos. De ahí su gran trascendencia histórica. Al hacer una remembranza de lo que fue la senda, el antropólogo Prieto recordó que las mercancías eran transportadas por la Conducta, la caravana de carretas que cada tres años emprendía el viaje de seis meses a lo largo del Camino Real para llevar lo mismo telas que comestibles perecederos, nuevos colonos, animales, herramientas, semillas y víveres. Llevaban también sistemas de canje entre comida y hospedaje, intercambios de plata en pasta, tlacos y flechas que se daban en las haciendas y que no tenían valor más allá de sus lindes, cuando las monedas de baja denominación no existían. Aquel impulso hacia el norte empezó en San Juan del Río y Querétaro, en 1531, y siguió de manera febril con los hallazgos argentíferos de Guanajuato, San Luis Potosí y Zacatecas, con sus adyacentes haciendas de ganado y las incipientes ciudades en las que se levantaron iglesias tan artísticas como las europeas. Esa es la historia que se encierra en este libro, dijo. Una obra ilustrada con grabados, fotografías a color y en blanco y negro, pinturas y mapas y que se perfila para ser una de las joyas de la Feria del Libro del Palacio de Minería. Hay obras que nos tocan, nos llaman, que nos convocan y nos atrapan; es el caso del Cinco siglos de identidad cultural viva. Camino Real de Tierra Adentro Patrimonio de la Humanidad, dijo el escritor Marco Aurelio Cahvezmaya, del Consejo Editorial de la Administración Pública del Gobierno del Estado de México, quien en su intervención compartió que él conoció la carpeta con la información inicial de la que surgió el proyecto del libro y al revisarla supo que el Camino Real de Tierra Adentro llevaba al corazón de México, a su entraña histórica: “Ahí estaba no solo un catálogo pormenorizado de lugares, sitios, fiestas, rituales, pueblos, ferias y epopeyas, sino las maneras en que los mexicanos del pasado durante cinco siglos han creado y recreado este afán por colaborar en la fundación del país que somos ahora”. La obra, dijo, es resultado al mismo tiempo del trabajo individual y el esfuerzo colectivo y está destinada a convertirse también en una de las joyas de las publicaciones del INAH y del Consejo Editorial de la Administración Pública del Estado de México. El antropólogo José Luis Perea, coordinador de la obra editorial, recordó que la idea original del libro fue de Teresa Franco, ex directora general del INAH, pensada para llamar a la sensibilidad de los mexicanos a conocer, apreciar y dialogar sobre lo que representa el vasto patrimonio cultural que se extiende en el Camino Real, el más largo del continente americano en la época colonial. Los trabajos, detalló, tienen sus antecedentes en un coloquio organizado en 1992, en Chihuahua, cuando el tema del Camino Real resultaba novedoso porque había muchas investigaciones de especialistas que tenían años trabajando en la región. El reto era hilvanar esa historia de proyectos de investigación, así se empezaron a articular estudios sobre la importancia de entender los sitios arqueológicos del sur de Estados Unidos y su relación con los del norte de México, que en muchos sentidos son los mismos, con una afinidad por su periodicidad y cultura. Se habló entonces de la necesidad de entender la cultura del norte del país en función de ese mismo territorio como parte de un México histórico, y de la importancia para los investigadores del sur de EU de dimensionar que su historia no había corrido del Este al Oeste, sino lo que representaba reconocer que la investigación histórica, arqueológica y cultural da cuenta de cómo la historia del sur de EU está fincada en el devenir de México hacia el norte. En ese sentido, hay una historia anterior a todo lo que representan culturalmente los EU, que está sentada en los caminos históricos en los cuales transitaron ideas, conocimientos, comercio, elementos que han determinado a las culturas. José Luis Perea reconoció la obra como resultado de un trabajo colectivo en el que convergieron hasta 200 investigadores mexicanos, norteamericanos y de otras naciones, así como diversas dependencias e instituciones.
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