Ciudad de México.- En momentos en que se espera el decreto presidencial que dé vigencia a la Ley General de Cultura y Derechos Culturales; en que la Ciudad de México posee una Constitución que prevé también estos temas, y a la espera de la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte que también repercutirá en estos aspectos, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) ha editado el libro Debates por la cultura, el cual aborda la serie de discusiones que precedieron a la promulgación de la Ley Federal sobre Monumentos Arqueológicos, Artísticos e Históricos, hace ya 45 años.   En la presentación de la publicación realizada en el Museo Nacional de Antropología y a la que asistió el director general del INAH, el antropólogo Diego Prieto, la historiadora Teresa Franco, ex titular de la institución, el reconocido jurista Jorge Sánchez-Cordero, y Aída Castilleja, secretaria técnica del instituto, comentaron que este volumen llega en un momento por demás oportuno y es una demostración de que los argumentos de los conocedores, siempre deben estar por encima de las apreciaciones sobre la detención de lo que se considera patrimonio nacional.   Bolfy Cottom Ulín es el autor de Debates por la cultura, libro coeditado a su vez por Miguel Ángel Porrúa y la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. Ante los presentes en el Auditorio Jaime Torres Bodet, el investigador del INAH hizo hincapié en que la obra recoge las impresiones vertidas no sólo en las mesas de debate sobre la Ley Federal de 1972, sino también en los medios de comunicación de la época que recuperaron las voces del ateneísta Antonio Castro Leal, Rufino Tamayo, Raquel Tibol, Carlos Pellicer y José Luis Cuevas, por mencionar sólo algunos personajes de la vida intelectual y artística del país.   Fue un momento de efervescencia en que “se discutió el gran tema de la nación y de los nacionalismos. En estos momentos es importante rescatar esta experiencia, la cual no fue de un nacionalismo excluyente ni fanático que expulsa a migrantes, sino más bien que se enriquece de los otros. En el 72 se definió efectivamente lo que era el régimen de propiedad de lo que hoy entendemos como bienes arqueológicos.   “Ahí se estableció esa base y en ella participaron activamente Antonio Castro Leal y el escritor Andrés Henestrosa, quienes llevaron al Constituyente la propuesta de reforma a la Constitución”, apuntó Cottom, quien fuera secretario técnico del INAH.   En ese sentido, el especialista en legislación cultural recordó que el pintor y escultor José Luis Cuevas se pronunció en ese entonces por no satanizar el coleccionismo y la imagen del coleccionista. No obstante “me parece que el tema de fondo era el enorme saqueo, la destrucción clandestina que se hacía de los testimonios de nuestras culturas precedentes y eso era lo que debía cuidarse. Eso explica por qué se argumentó que no había derechos adquiridos, en tanto se había dado la oportunidad mediante la legislación del 34 de poder registrar aquellos bienes que estaban en propiedad de los particulares”.   En la actualidad, dijo, el reto es poner límites a los grandes desarrollos de infraestructura, hoteleros, de carácter urbano, entre otros, que están poniendo en “jaque” el funcionamiento de las instituciones culturales del país y “es hacia estos problemas donde debemos canalizar nuestros esfuerzos”.   Cottom refirió que se debe a la crítica de arte Raquel Tibol y al arquitecto Luis Ortiz Macedo, la creación de la Comisión Nacional de Zonas de Monumentos Artísticos. Ésta ha cobrado relevancia aún mayor tras las reformas realizadas a la Ley Federal de Monumentos en 2014 y 2015, “si antes era sólo una opinión, ahora es una opinión fundamentada para el tema de las declaratorias de monumentos artísticos”.   Enfatizó que fue el arquitecto Ortiz Macedo, quien zanjó la discusión sobre lo que debía ser considerado monumento. De manera que no importaba el tamaño o la magnificencia del testimonio arquitectónico, escultórico, etcétera, sino que un monumento debía ser concebido ante todo como un “documento”, de ahí que “tan monumento es El Castillo de Chichén Itzá como una muestra que dé cuenta de los cambios culturales y de orden bilógico, las danzas o las expresiones musicales consideradas patrimonio inmaterial”.   Teresa Franco consideró que la Ley Federal sobre Monumentos Arqueológicos, Artísticos e Históricos “ha sido el puntal para la defensa del patrimonio cultural. Ciertamente podría enriquecerse y actualizarse, pero ha sido una prudente retención de lo que muchos consideran una caja de Pandora.   “Ante los presentes cambios de la administración federal en el ámbito cultural y la aparición de instrumentos jurídicos trascendentales, como la Ley General de Cultura y Derechos Culturales, debe potenciarse la reflexión antropológica e histórica, que es lo que iluminó la discusión sobre la ley del 72. Hubo una lectura que no desdibujó la prevalencia de los fenómenos socioculturales, vistos como elementos modales de factibilidad en materia democrática, de justicia, equidad, seguridad, paz y transparencia.   “Estamos en tiempo de explicitar los proyectos, del por qué la creación de un nuevo museo en términos de su impacto social, cultural e incluso político, del por qué se hace un mapa de las concesiones mineras o petroleras o del desarrollo de la infraestructura nacional. Es el tiempo de dialogar a fondo con las organizaciones no gubernamentales, con la iniciativa privada y también a través de las tecnologías de la información y la comunicación, además de hacer alianzas internacionales”, abundó la historiadora.   Finalmente, el jurista Jorge Sánchez-Cordero opinó que Debates por la cultura es un texto consecuente con su predecesor: Nación, patrimonio cultural y legislación, en el que Bolfy Cottom realizó una búsqueda sistemática y el análisis de los debates parlamentarios que se dieron en el siglo XX en el Congreso de la Unión para la construcción de las distintas leyes que ha habido en la historia nacional, intentando explicar cómo se ha ido construyendo el marco legal de carácter federal en la materia hasta nuestros días.