Ciudadania Express
Domingo 30 de abril, 2017. 12:00 pm

Se convierte Mèxico en paraíso de la cirugia plàstica

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Oaxaca.-Mariela, de 41, es madre de dos hijos. Su cintura diminuta, el busto grande y un abdomen plano y marcado borraron cualquier pista de sus embarazos. A los 38 fue la primera vez que el bisturí recorrió una parte de su cuerpo. Justo dos años después de su último parto. “Por mucho que hagas ejercicio, todo cambia después de ser mamá. Probé aparatos, dietas, masajes y me di cuenta de que no iba a lograr que mi cuerpo se recuperara así”, narra. Un aumento mamario y una abdominoplastía, que es retirar la grasa del abdomen, fueron sus primeras cirugías. La acidez de su abdomen y la caída del busto llevaron a Mariela a vivir en una sensación de inseguridad constante, al grado que no permitía que su esposo la tocara. Su cuerpo no era el mismo.
“Yo no vivo de mi figura ni me gusta enseñarlo. Pero internamente me sentía mal. Soy muy perfeccionista en todo y eso me llevó a tomar la decisión de la cirugía”, cuenta
representa 5% de las cirugías hechas a nivel mundial, de acuerdo con las estadísticas de la Sociedad Internacional de Cirugía Plástica y Estética (Isaps). México está por debajo únicamente de Estados Unidos y Brasil, países en los que se realizaron más de un millón de procedimientos quirúrgicos ese mismo año. La liposucción ocupa el primer lugar en esta categoría. Esta cirugía tuvo un aumento de 13% en sólo dos años, al pasar de 62 mil 713 en 2013 a 70 mil 773 “lipos” en 2015. Esta cifra posiciona a México como el cuarto país con la mayor cantidad de procedimientos de este tipo. Ahora no es solamente reducir la grasa corporal o el exceso de piel, “la nueva tecnología permite lograr un marcaje y dejar el cuerpo más atlético y tonicado”, asegura Luis Ramírez Montaño, especialista en cirugía plástica. Uno de los principales errores al solicitar este procedimiento es pensar que sirve para bajar de peso: “La verdad es que los pacientes no bajan drásticamente de peso. Lo que sí hace es mejorar el contorno del cuerpo y disminuir tallas en las personas”, explica Ramírez. El mismo año que Mariela entró por primera vez al quirófano (2015), se reportaron 61 mil 613 mexicanas que se sometieron a un aumento mamario con implantes de silicona o transferencia de grasa, según la Isaps. Dos de cada 10 cirugías estéticas que se realizaron en el país fueron de este tipo. En el mundo, un millón 488 mil 922 pacientes pidieron un busto más grande. Aunque el número de abdominoplastías en México ha descendido desde 2013, aún se encuentra como la quinta cirugía más buscada por los mexicanos. En 2015 se realizaron más de 39 mil procedimientos de este tipo en el país. Siete mil menos que en 2013, año en el que era la cuarta operación más solicitada. La decisión de Mariela de realizarse la cirugía no fue bien recibida por algunos miembros de su familia. Su madre le repetía que no se hiciera nada porque se podía morir. Una noche antes de entrar a quirófano, Mariela estuvo a punto de cancelar todo: “Comencé a tener mucho miedo. Sin embargo, continué con mi decisión, aunque debo confesar que la primera vez me opere para no quedarle mal al doctor”, recuerda Un lunes de 2015, a las siete de la mañana, ella estaba recostada en una plancha metálica. Rodeada de luces, con mangueras conectadas a su cuerpo y con una bata que le cubría hasta debajo de las rodillas, sus ojos se volvieron a abrir hasta las tres de la tarde en una sala de recuperación. Somnolienta, pero sin dolor, Mariela pensó que todo estaba en perfecto orden, pero un par de meses después de la cirugía notó que la grasa que le habían inyectado para realzar partes de su cuerpo no se había disuelto. Por dos años tuvo que usar una faja que le cubría desde la mitad de sus piernas hasta el busto.
Foto: El Universal.
Todo con la finalidad de mantener la r meza que tanto había buscado: “Me volví adicta a la faja. Me hacía sentir segura porque ayudaba a levantarme partes del cuerpo, pero no estaba contenta con tener que usarla todos los días porque sabía que no debería ser así”, cuenta. Después de una nueva búsqueda, Mariela encontró al cirujano Luis Ramírez, especialista desde hace cinco años en cirugía plástica. Ramírez le explicó que el primer médico no había separado correctamente la grasa que le inyectó. Corregirlo requería entrar de nuevo al quirófano, esta vez para una lipoescultura y una lipotransferencia:
“La cirugía estética no es cualquier cosa, se requiere habilidad en las manos y un instinto artístico para atender la anatomía del cuerpo y su estética”, explica. Cuestión de género.
Las mujeres se han caracterizado por ser las principales pacientes de los cirujanos plásticos: “Antes se decía que la cirugía era exclusiva para mujeres, pero la mentalidad masculina está cambiando y los hombres también quieren verse musculosos o marcados y esto lo logran con la liposucción”, explica Ramírez. En 2015, solo 14% de los procesos estéticos realizados a nivel mundial fueron en hombres. El más demandado fue la aplicación de botox: 623 mil 914 varones en todo el mundo se aplicaron este método. El injerto de cabello también es uno de los más solicitados: 107 mil 611 caballeros se pusieron pelo nuevo. La perspectiva masculina respecto a la cirugía plástica se ha modificado en la última década: “Los hombres están siendo seducidos por las más de belleza que están creando productos específicos para ellos”, asegura Olivia Muñoz, psicóloga de la UNAM. En el consultorio del cirujano Luis Ramírez, por cada siete mujeres que llegan es probable que tenga a dos pacientes masculinos, explica el doctor.
“Decirle a un amigo que te hiciste una cirugía plástica es ahorcarte, así sea por vanidad, necesidad o autoestima, es algo que no entienden”,
cuenta Héctor, quien se ha hecho una abdominoplastía y una bichectomía, que consiste en retirar grasa de las mejillas. Sentado junto a su esposa, quien también se ha sometido a diversos procedimientos, cuenta que cada vez más hombres se atreven a realizarse procedimientos como botox, estiramientos y “lipos”, pero tienen que mantenerlo oculto por temor a quedar ridiculizados por sus amigos y hasta familiares. El precio de una buena gura En tres años, Mariela ha invertido 200 mil pesos en su cuerpo “Luis tiene toda la tecnología. Sus cirugías son más sostificadas. Te explica todo el proceso a seguir, mientras que mi primer doctor nunca lo hizo”. Lo bueno cuesta, puesto que te ahorra complicaciones e irregularidades en el resultado nal. Una liposucción tradicional está en 25 mil pesos, pero con tecnología va de 60 a 120 mil pesos, explica el cirujano. El riesgo del bisturí México es uno de los países en donde hay menos control respecto a los médicos que no son realmente cirujanos plásticos, asegura Ramírez. Luís Ramírez no solo es el médico. Es el complice que les ayuda a crear y volver realidad los ideales estéticos de sus pacientes.
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