Dilma del Pilar Medina es parte de la 13 Caravana de Madres Centroamericanas que buscan a sus hijas e hijos migrantes desaparecidos, y las que este martes por la tarde llegaron a Tuxtla. Ingresaron al país el pasado viernes desde la frontera del Suchiate.
Ellas han hecho varias paradas públicas buscando a sus hijas e hijos en Tapachula, Huixtla, Motozintla, Comitán, San Cristóbal de Las Casas y ahora en la capital del estado. Se trata de 45 mujeres que recorrerán 4 mil kilómetros en busca de sus parientes desaparecidos.
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CIMACFoto: Sandra de los Santos[/caption]
Vienen de Honduras, Nicaragua, El Salvador y Guatemala, y se han propuesto recorrer gran parte del país, desde el sur, el centro y hasta la región del Bajío.
Hoy doña Dilma del Pilar caminó varias calles buscando a su hija, aunque físicamente no la ha visto desde aquel 10 de octubre del 2009, cuando salió de su casa; sin embargo, sabe que ella vivía y trabaja en Tuxtla.
Por un tiempo su hija tenía contacto con ella, se comunicaba vía telefónica, pero hace ya mucho tiempo que dejó de llamar.
Doña Dilma del Pilar dice que su hija Olga Edelmira ahora tiene 36 años, sabe que vive con otra persona y que tiene dos hijos pequeños. Sin embargo, allá en Honduras le dejó cinco hijos que lloran y sufren su ausencia.
Unas personas le dieron una pista de su paradero: que vivía cerca de una línea de autotransportes ubicada en la 4ª Poniente, entre 9ª y 10ª Sur, cuatro calles hacia abajo, en Tuxtla.
Y hasta allá fue doña Dilma del Pilar a recorrer calle por calle, casa por casa.
Con la foto de su hija en el pecho, la mujer preguntó en tiendas, talleres, cantinas, fruterías y panaderías, así como con todas las personas que podía preguntar y vivían por ese rumbo donde presuntamente vive su hija.
Aunque fueron muchas personas las que le dijeron haberla visto en esas calles, nadie supo señalarle dónde vive o vivía la mujer hondureña.
Activistas del Movimiento Migrante Mesoamericano (MMM) acompañan a doña Dilma del Pilar, entre ellos Rubén Figueroa, quien va con la foto de Olga Edelmira en su celular también preguntando a quienes podrían haberla visto.
Esta noche ya paró su búsqueda, pero mañana muy temprano regresará a pegar carteles con la fotografía de su hija para decirle que su madre estuvo ahí buscándola.
Como doña Dilma del Pilar, otras madres van en la caravana a bordo de un camión. De Tuxtla se irán a Coatzacoalcos, Veracruz, y así seguirán su ruta. Pretenden llegar hasta Guadalajara, Jalisco, y luego regresar sus lugares de origen.
Rubén Figueroa dice que el suplicio de quienes migran buscando el sueño americano sigue su curso en este país, donde no se respetan los Derechos Humanos de los mexicanos y menos los de los indocumentados.
Figueroa señala que aún siguen los secuestros de migrantes, violaciones, extorsiones, abusos, asesinatos y muchos otros agravios que viven a diario.
Pidió al gobierno mexicano saldar su deuda con estos migrantes, e instó a las autoridades a dejar el doble discurso cuando claman por respeto a los migrantes mexicanos en Estados Unidos, pero poco o nada hacen por respetar y garantizar la vida y los Derechos Humanos de los indocumentados centroamericanos.
“Miles son los desaparecidos, pero hoy estamos acá, otra vez, para decirles que seguimos buscándolos”, subrayó Figueroa.
Desde hace 11 años la Caravana de Madres Centroamericanas en Busca de sus Hijos Desaparecidos en Tránsito por México, recorre diversos estados de la República Mexicana para encontrar a sus familiares desaparecidos. Iniciaron en 2006, cuando la estrategia del gobierno de Felipe Calderón para combatir el narcotráfico derivó en un aumento de los asesinatos y desaparición de personas, incluidas las y los migrantes centroamericanos en su ruta para Estados Unidos.