Oaxaca.- Las fiestas navideñas y de Fin de Año se asocian con unión familiar, religiosidad, y ciclos de renovación. No obstante muchos mexicanos vivirán esta época desde el lado opuesto: con depresión y frustración.
“La tristeza navideña se presenta en personas que son incapaces de comunicar sus afectos por varias razones: muerte de personas queridas, malos tiempos económicos, desempleo y una personalidad que tiende a aislarse y a no expresar sus sentimientos, es decir, individuos con depresión crónica y que se agudiza durante esta época”, explicó la Mtra. Susana Salazar Gómora, psicoterapeuta de adolescentes y adultos del Centro de Especialización de Estudios Psicológicos en la Infancia (CEEPI).
La especialista comentó que el padecimiento tiene varias aristas: en primer lugar las personas con depresión navideña pueden sustituir los afectos que no tienen por conductas compulsivas como comprar objetos materiales, la ingestión desmedida de comida y bebidas embriagantes o drogas: “Hay que tomar en cuenta que en diciembre se disparan los índices de suicidio en personas muy vulnerables desde el punto de vista emocional. Entonces si el balance es negativo y las personas tienen francas tendencias a la depresión la situación se puede complicar”, dijo.
Según datos de CEEPI, casi la mitad de los pacientes adultos que acuden a su clínica de servicios psicológicos padecen algún grado de depresión navideña: “Esto podría contagiar a los niños. Entonces la depresión puede extenderse a toda la familia y convertirse en situación a muy complicada”, dijo.
Otros motivos que causan la depresión navideña son:
Al ser el final de un año, se tiende a enumerar los fracasos y no los logros. Esto tiene relación con metas personales no cumplidas, situación económica complicada (deudas), desempleo o pérdida del poder adquisitivo.
Basar la alegría navideña en el poder de compra.
Compararse con otras personas u otras familias, porque se tiene la percepción de que ellos sí han prosperado.
Si una persona tiene conflictos para relacionarse con su familia o con amistades, esta incapacidad suele profundizarse durante esta época.
Pensar que los tiempos de antaño siempre fueron mejores, porque no están los hijos, el padre o la madre murió, los hermanos se pelearon, la salud se vio minada, el país vive crisis de todo tipo, etcétera.
Para evitar la depresión, Salazar Gómora recomendó que es aconsejable cambiar los escenarios o las situaciones que de antemano se sabe conducirán a la depresión navideña: “Desde cambiar la sede de la cena de Navidad o el cambio de la rutina de todos los años: eso puede disipar la tristeza. Finalmente la Navidad y el Año Nuevo son periodos de inventarios. La balanza anual puede ser buena o mala, pero en la medida en que nos brindamos a los seres queridos nos volvemos generosos afectivamente hablando. En ese instante recobramos la ilusión por la época. Nuestra recomendación es ésa precisamente, ser generosos en lo afectivo”, concluyó.
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