Ciudad de México.- Varias de las paredes de la Galería de Palacio Nacional se han pintado de azul añil para recibir a
Mixtecos. Ñuu Dzahui, Señores de la lluvia, primera magna muestra dedicada a una cultura milenaria, cuya distribución geográfica se extiende más allá de las altas montañas del norte de Oaxaca y sus cielos encapotados que le dieron nombre, abarcando además el sur de Puebla y el extremo oriente de Guerrero.
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La muestra revela su complejidad cultural en aproximadamente 500 obras, desde antiguos testimonios hasta expresiones contemporáneas. Foto Conservaduría de Palacio Nacional.[/caption]
Las secretarías de Hacienda y Crédito Público, a través del recinto sede, de Cultura y del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), coorganizaron esta exposición sin precedentes, a la que se han sumado una diversidad de instituciones públicas y privadas, e incluso comunidades, en un afán de que el “pueblo de la lluvia”, el
Ñuu Dzahui, revele toda su belleza y heterogeneidad cultural, a partir de antiguos testimonios y sus manifestaciones artísticas contemporáneas.
Más de 500 obras —que incluyen lotes de objetos miniaturas— abren el panorama de los
ñuu savi, como se autodenominan: piezas arqueológicas recuperadas de ricos contextos como la Tumba 7 de Monte Albán y el entierro de la “Señora de Yucundaa”, la recreación de una típica casa mixteca (construida ex profeso por habitantes de Tepelmeme Villa de Morelos), documentos invaluables como el
Códice de San Vicente del Palmar, artesanías en diversos materiales e incluso una colección de instrumentos musicales.
Mixtecos. Ñuu Dzahui, Señores de la lluvia “rompe con los esquemas de una exposición estrictamente arqueológica, para proponer una muestra cultural de lo que son los mixtecos”, detalla la reconocida arqueóloga Nelly Robles García, investigadora del INAH y coordinadora del guión curatorial, en el que han intervenido una serie de expertos.
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Pectoral. Uno de los objetos que forman parte de la Tumba 7. Foto Javier Hinojosa.[/caption]
Bajo esta premisa, la exhibición que permanecerá hasta mediados de 2018 en Palacio Nacional, parte de las primeras aldeas organizadas un par de siglos antes de nuestra era; hasta llegar al día de hoy, de ahí que incluye también el montaje de una muestra plástica de creadores de origen mixteco, con obras del connotado Rufino Tamayo y de artistas jóvenes como José Luis García, quien exhibe parte de su cerámica de alta temperatura.
La muestra está dividida en nueve núcleos temáticos: La creación mítica, Cosmogonía, Los mixtecos arqueológicos, La vida cotidiana (basado en la explicación de la casa mixteca, donde se nace, vive y muere), Señoríos posclásicos, Alianzas, El arte de escribir, La transición al siglo XVI y Los mixtecos de hoy.
La doctora Nelly Robles García intenta ser breve al explicar el devenir de los mixtecos, pero no evita el tono apasionado al hablar de su pueblo. Comenta que el hecho de que los mixtecos no contaron con grandes urbes rectoras, quizás “invisibilizó” su trascendencia, y ha sido en las últimas décadas cuando se ha dado una “explosión” de iniciativas arqueológicas en la Mixteca Alta y Baja, y de la costa oaxaqueña, así como en la Mixteca guerrerense y poblana.
El registro de varias aldeas de influencia olmecoide, dos milenios antes de Cristo, apunta a los antecedentes más remotos de lo “mixteco”, entre ellos se encuentra Etlatongo, cercano al poblado de Nochixtlán, Oaxaca. Sitios como Monte Negro, próximo a Tilantongo, ubicado entre 200 a.C.- 200 d.C., y Yucuita y Huamelulpan, en la Mixteca Baja, por sólo mencionar algunos, se consideran entre las primeras ciudades de esta cultura.
Si bien los mixtecos no desarrollaron una urbe central, como sí lo hicieron los zapotecos con Monte Albán, las estrategias de éstos vía alianzas matrimoniales, de herencias y la expansión bélica, les permitieron establecer señoríos fuertes y autónomos. Tras la llegada de los españoles, este poder de negociación (la moneda de canje fue permitir la evangelización) les valió mantener la influencia sobre sus territorios y sus privilegios, aunque las epidemias diezmaron a la población indígena.
Un ejemplo de lo anterior fue el hallazgo del entierro de la “Señora de Yucundaa”, cuya importancia es comparable a la Tumba 7 de Monte Albán, precisa Nelly Robles. El personaje fue enterrado en la época colonial temprana (1522-1600) en el atrio de la iglesia del Pueblo Viejo de Teposcolula o Yucundaa, pero con un rico ajuar de tradición prehispánica, compuesto por miles de objetos de lapidaria. Ambos, entierro y ajuar, se muestran en
Mixtecos. Ñuu Dzahui, Señores de la lluvia.
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Máscara de Xipe Tótec de la Tumba 7 de Monte Albán, Oaxaca. Foto Javier Hinojosa.[/caption]
Los museos de las Culturas de Oaxaca, Ex Convento de Santo Domingo de Guzmán; el Regional de Cholula, Puebla; el Nacional de Antropología, el Regional de Huajuapan, y las ceramotecas de Cuilapan y la “Eduardo Noguera”, son algunos de los repositorios que han prestado parte de su colección arqueológica.
Del Museo de las Culturas de Oaxaca podrán admirarse objetos ornamentales elaborados en oro y plata, piedras preciosas como la turquesa, obsidiana, piedra verde y otros materiales encontrados por Alfonso Caso en la Tumba 7 de Monte Albán, en 1932. Sobresale un cráneo decorado con mosaico de turquesa, copas de cristal de roca y diferentes piezas de orfebrería, entre ellas una máscara que representa al dios Xipe-Tótec.
Gracias a las gestiones de la Fundación Alfredo Harp Helú ante la comunidad de San Vicente del Palmar, en Tezoatlán de Segura y Luna, Oaxaca, fue posible trasladar a Palacio Nacional el códice restaurado de ese pueblo. El amplio documento que data de la segunda mitad del siglo XVI, es una cartografía elaborada en papel amate que muestra los límites territoriales de la Mixteca Baja y posee glosas en escritura prehispánica.
También se exhiben documentos de las comunidades de San Miguel Tequixtepec, Santa María Zacatepec y Tepelmeme Villa de Morelos, así como un facsímil del
Códice de Yanhuitlán, el
Mapa de Teozacoalco y diversas traducciones a lengua mixteca que refieren la labor evangelizadora en la región. En general, el conjunto documental demuestra el cambio de la pintura a la escritura durante el siglo XVI.
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Cráneo decorado con mosaico de turquesa. Foto Javier Hinojosa.[/caption]
La curadora Nelly Robles concluye que si algo queda claro en
Mixtecos. Ñuu Dzahui, Señores de la lluvia, es que este pueblo nunca ha perdido su destreza artística, cualquier material que pasa por sus manos está destinado a convertirse en una obra de arte; eso sin contar que su cultura y todas sus manifestaciones, desde la capacidad de comerciar hasta el juego de pelota, van con ellos por doquier, pues también son conocidos como “el pueblo que siempre se mueve”.
Mixtecos. Ñuu Dzahui, Señores de la lluvia permanecerá hasta mediados de 2018 en la Galería de Palacio Nacional, de martes a domingo, de 10:00 a 17:00 horas.