Oaxaca.-¡Lotería!, es una palabra que gritamos en México cuando el azar nos favorece y formamos una de las múltiples posibilidades que nos ofrece una cartilla de la lotería de figuras, juego de enorme arraigo popular que denota la cultura de nuestro país, expresó el coordinador nacional de Museos y Exposiciones del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), José Enrique Ortiz Lanz.
Durante la presentación del libro de su autoría, titulada ¡Lotería! Un mundo de imágenes. Las loterías de figuras en Campeche y México, en la 39 Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería, el arquitecto dijo que es un trabajo de cuatro años de investigación, cuya idea principal es rescatar las imágenes y los cantares de la lotería como parte de las identidades mexicanas.
“El libro puede ser revisado de dos formas, la primera como un código visual que los va a conducir por cinco o más centurias de historia universal, y la segunda a través de la lectura amena”.
Durante los comentarios de la publicación, el historiador César Moheno manifestó que “en las 336 páginas de gran formato, cuya edición estuvo a cargo de Enzia Verduchi, encontramos imágenes que —como dice José Enrique—, une a varios pueblos de nuestro territorio con Nápoles.
“Al revisar el libro comprendí que el juego con el cual tantas veces nos divertimos, motivados por nuestras abuelas, es un crisol de geografías, tiempos y arte que ha pervivido por muchos siglos”.
Auspiciada por el Consejo Editorial de la H. Cámara de Diputados, en coordinación con el Gobierno de Campeche, la obra está integrada por cinco apartados y 14 capítulos. Entre los temas que analiza destacan el origen europeo que tiene el juego, la llegada y presencia que tuvo en el territorio mexicano durante el siglo XIX, y la forma en que se ha reconfigurado en el México contemporáneo.
En el capítulo XI, titulado ¡Ciprés de México!, Ortiz Lanz refiere que el proceso de creación de las loterías en el país pasó por tres momentos. Primero coexistieron los números y los cartones durante varias décadas de la segunda mitad del siglo XIX, esto como parte de una influencia y tradición italiana, específicamente de Nápoles, donde desde hace aproximadamente 500 años se practicaba ese tipo de juego de azar y se conocía con el nombre de lotto.
La segunda etapa consistió en las llamadas “Polacas”, loterías que al parecer se jugaban con la baraja española o italiana. Y la tercera, aquella que remite a las décadas de los sesenta y setenta del siglo XIX, con la aparición de los primeros tipos de figuras que consolidaron y modificaron —a lo largo de cinco o seis décadas hasta pasada la Revolución Mexicana— la exigencia de crear elementos que hablaran de “lo mexicano”.
De acuerdo con el arquitecto, existieron muchas loterías mexicanas, como aquella de principios del siglo XX, hecha por José Guadalupe Posada, que resumía muchas de las figuras que seguramente se cantaban en las ferias populares, por ejemplo “El perverso”, que podría ser una alusión cómica de “El valiente”, y “La seductora”, que representaba una burla de “La dama”.
Sin embargo, la versión más conocida se atribuye al inmigrante de origen francés Clemente Jaques, quien llegó a la Ciudad de México en 1880, y para 1887 ya había establecido un próspero negocio de industria embotelladora en Campeche.
Jaques utilizó la impresión para promocionar sus productos en diversas ferias mundiales, tal es el caso de la salsa de tomate cátsup, cuya imagen está representada en la carta denominada “La botella”.
En 1913 creó formalmente y registró su propia marca de cartas (54 en total), bajo el nombre “Pasatiempos El Gallo”, y adoptó como símbolo heráldico la imagen de este animal, emblema nacional de su natal Francia.
En tanto, la lotería campechana o peninsular está compuesta por 90 figuras desarrolladas gráficamente por el comerciante José María Evia, en 1895, quien usaba imágenes para la propaganda de sus cigarros; la gente recortaba las ilustraciones que aparecían ahí y las pegaban en una planilla para dar inicio a la partida.
Ortiz Lanz destacó que la lotería campechana es el código completo más antiguo que ha sobrevivido de imágenes y números usados en México para jugar la lotería de figuras. Actualmente en algunas plazas públicas de Campeche se practica este juego los sábados.
“Tuvo dos formas de jugarse, una para adultos y otra para niños, desafortunadamente la primera se perdió con el tiempo y la infantil fue la que se conservó. La dedicada a la gente mayor tenía un toque de erotismo y doble sentido, se basaba en versos y burlas para reírse de los personajes y crear un juego de palabras”, precisó.
La lotería de Clemente Jaques retomó muchas figuras de otras y canceló cartas, como la de “Adán y Eva” que sí aparecía en la campechana, en cambio, sobrevivieron aquellas vinculadas al tarot, como “La muerte”, “El sol” y “La luna”, incluso algunas las hizo ver más dulces, ya que utilizó diminutivos como “El Diablito”, término popular en la expresión mexicana.
Otra carta interesante es “El negrito”, cuya imagen durante el siglo XIX era objeto de burla. En la lotería campechana aparece este personaje con un gato que le provoca un accidente y era sinónimo de mala suerte. Clemente Jaques cambia el sentido de la imagen e hizo una representación cariñosa al retratarlo a modo de bailarín.
Cartas como “La escalera”, “La mano” —puntualizó—, están relacionadas con los símbolos de La Pasión, incluso, “El gallo” también implica una connotación religiosa ya que remite al apóstol san Pedro.
En la publicación también aparecen algunos ejemplos de loterías que son una especie de espejos de la sociedad moderna, como La lotería de la Condesa, Moy Volcovich, editada por Grupo Industrial Feld, México, año 1996; Lotería Arturo Rivera, Editorial Resistencia, México, 2013; y La suerte que habla (LuckTalks), Patricia Espinosa (ilustraciones) y Martha Bátiz (Coplas). Alas. Atelier & Art Space, 2016, entre otras.
El autor finalizó que el libro busca también revisar la importancia que tiene este juego para las poblaciones mexicoamericanas. “Es un tema digno de estudio ya que se están creando muchas obras de arte contemporáneas de la lotería, donde se reinterpreta la imagen de nosotros mismos”.