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Oaxaca.- Mujeres sobrevivientes de violencia sexual y organizaciones de derechos humanos se unen para emprender la campaña “Rompiendo el Silencio”, con el propósito de visibilizar la tortura sexual que se ejerce en México como una herramienta de guerra en contra de las mujeres, misma que de acuerdo a estudios realizados, ha venido creciendo de manera considerable en los últimos años.
Esta campaña está conformada por 25 mujeres, de distintas regiones del país, sobrevivientes de tortura sexual por parte de alguna corporación policiaca o fuerzas armadas, que cuentan con el acompañamiento de cuatro organizaciones defensoras de derechos humanos.
En conferencia de prensa, Norma Jiménez, sobreviviente de tortura sexual en San Salvador Atenco, Estado de México, acompañada de Valentina Rosendo e Inés Fernández, indígenas sobrevivientes de esta misma práctica, por parte de soldados del Ejército mexicano; así como de representantes de organizaciones defensoras de derechos humanos y de representantes del Alto Comisionado de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), dio a conocer que la campaña “Rompiendo el Silencio” está enfocada en evidenciar, denunciar y visibilizar la tortura y violencia sexual a la que son sometidas las mujeres en nuestro país, que ya no es solo una anomalía en la sociedad mexicana sino que, lamentablemente, se ha convertido en una epidemia.
La campaña tiene como propósito solidarizarse y acompañar a otras mujeres que han sido víctimas de violencia por parte del Estado en su búsqueda de justicia. “Nosotras sabemos lo largo y victimizante que es ese camino en este país, también sabemos que la respuesta del Estado es impunidad para los perpetradores. Impunidad que permite, alienta y perpetúa las graves violaciones a los derechos humanos”, denunció Norma Jiménez.
Pero también -señaló Jiménez- la campaña busca visibilizar la tortura sexual generalizada en México. Denunciar, romper el silencio al que las sobrevivientes están sometidas, es indispensable para dejar de ignorar una problemática social que lastima de manera profunda el tejido social y la dignidad humana.
Refirió que el 17 noviembre 2017, durante la audiencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, en Costa Rica, se conocieron los casos de Valentina Rosendo Cantú e Inés Fernández Ortega, las dos mujeres indígenas guerrerenses, víctimas también de violencia sexual, quienes por su perseverancia en busca de justicia, se convirtieron en ejemplos de tenacidad, esperanza y fuerza en un camino lleno de obstáculos por defender la verdad y la búsqueda de la justicia.
Norma Jiménez subrayó que el uso de la violencia sexual, ha crecido exponencialmente y el impacto en la vida de quienes la experimentan es demoledor, las ondas de la afectación impactan en la comunidad, la familia, y sobre todo a nivel personal. “Quizás por eso se ha vuelto una práctica común, que le apuesta a que las mujeres la vivan en silencio y aisladas”, acusó.
Añadió que el hecho de que la violación sexual sea considerada tortura es un paso enorme en la caracterización del término “tortura sexual” y, sobre todo, la búsqueda de justicia de muchas mujeres en México, de ahí que la sentencia a favor de Valentina Rosendo Cantú, emitida el pasado 1 de junio de este año, les da una gran esperanza de que la justicia es posible.
Las asociaciones civiles que dan acompañamiento son Asociadas por lo Justo, el Centro de Derechos Humanos de la Montaña “Tlalchinollan”, Comisión Mexicana de la Infancia y Promotora de los Derechos Humanos, el Centro de Derechos Humanos, José Agustín Pro Juárez y, otras 17 organizaciones solidarias más, así como la Oficina del Alto Comisionado de Derechos Humanos en México, la Organización Mundial contra la Tortura, Centro por la Justicia y el Derecho Internacional y Amnistía Internacional en México.