Oaxaca.-El treinta de agosto de 2018, tuve que ir una vez más a Nezahualcóyotl, Estado de México, la audiencia de nuestra niña Lupita, se llevaría a cabo, algo tiene ese municipio que acudir ahí me agobia en demasía, tal vez por todo lo que tuvimos que pasar para dar con la identidad de nuestra niña, no lo sé, pero es uno de los municipios donde además de todo, me buscan mucho diferentes familias víctimas de feminicidio o desaparición de alguna niña o mujer.
La audiencia no se realizó salimos del juzgado y tan pronto tomé mi celular me llegaron dos fotografías indignantes, una mujer ya hacía sobre la cama de su casa, en medio de un charco de sangre, me estremecí, pero más aún cuando me di cuenta que acaba de suceder y escasamente a unas cuadras de donde nos encontrábamos. Azucena Ríos Hurtado, comentaron mis compañeros de AfondoEdomex, tenía 20 años.
Aunque hubiera querido acudir a apoyar a la familia no me pareció prudente hacerlo, el dolor es insoportable para quienes acaban de sufrir la pérdida del alma de su casa, y por ética no acudo a lugar alguno sin que sea la familia quien lo solicite. Así sucedió una semana después el 7 de septiembre acudí a casa de Graciela madre de Azucena.
Nos recibió la imagen de Azucena en medio de decenas de flores blancas, veladoras, un pequeño de dos años que sonriente me saludó, la hermana mayor de Azucena nos hizo pasar.
Graciela es una mujer forjada en el trabajo tiene una recaudería, de donde ha sacado para mantener a su familia, es madre de 5 hijos, Azucena era de las pequeñas. El padre de esta familia vive en otro estado, sin embargo, la relación familiar era como en todas las familias.
Azucena nació el seis de junio de 1998, acaba de cumplir veinte años. “De todas era las más alegre, mal hablada, pero era el alma de las fiestas, era muy rebelde, no le gustaba la escuela, pero era buena mi niña”. Expresa Graciela.
El lugar donde fue asesinada Azucena aún tenía las bandas de protección que colocaron las autoridades para continuar con las investigaciones, una vez más el característico olor a sangre, el corazón se acongoja. Sí es difícil entrevistar al dolor cuando ha pasado tiempo, hablar con Graciela fue mucho más, a unos pasos de donde le arrebataron la vida a su pequeña, y a escasos siete días del crimen atroz, en ese mismo lugar que a diario le recuerda a Graciela que fue el último lugar donde la vio viva por última vez a lado de Omar.
Seis meses antes Azucena inició una relación con Omar, un individuo que la jovencita presentó a la familia como su novio, aunque Azucena era muy reservada en su asuntos, Graciela empezó a notarla diferente, sobre todo los últimos días, “Ella no me contaba pero yo me daba cuenta cuando el sujeto venía a la casa, siempre andaba detrás de ella vigilándola, si creo que era muy celoso con ella, de hecho alguna vez le dije, que donde había conocido a esa basura, porque era muy feo para mi niña, nunca me dijo”, detalla Graciela.
“Hay algo que me gustaría aclarar, en febrero mi hija fue operada del apéndice y un quiste, unas semanas después aún convaleciente, Azucena fue acusada falsamente por un individuo de ser prostituta y secuestrar hombres, dicen que los seducía, hasta notas pagadas hubo a un medio de aquí de Neza, nunca hubo una denuncia legal ni nada, de hecho, mi hija buscó que se aclarará eso pero no le dieron oportunidad, me hace saber Graciela.
¿Crees que tuvo algo que ver eso? Pregunté.
“No, el no tenía nada que ver con esa situación, pero si lo aclaro porque mi niña no era mala, ni nada de eso que dijeron, tenía a su niño, buscaba ganarse la vida siempre honradamente”.
El 30 de agosto, Omar llegó a casa de Azucena, Graciela les hizo el almuerzo, platicaron un rato y la madre salió confiada del domicilio, a su negocio a unos minutos de su casa, era la una de la tarde, “Míriam mi otra hija todavía los vio 15 minutos después”. Omar pasó en su motocicleta y por su casco a la recaudería, cinco minutos antes de que el primo de Graciela la llamara para decirle que acudiera de inmediato a ver a su hija. A las trece horas con treinta y cinco minutos Graciela se entera de que su hija había sido asesinada en su propia casa.
Hasta el momento el presunto responsable sigue prófugo, poco se sabe sobre el individuo, lo que sí sabe Graciela es que él estaba con ella, que la asesinó por la espalda, “mi hija media 1.70. Era muy brava y se hubiera defendido, por cómo la encontraron y según lo que dice la policía la atacó por la espalda”.
Azucena era madre de un pequeño de dos años y medio, quien le decía tía porque para él su mami es Graciela, sin embargo, el pequeño pregunta constantemente por ella, la extraña, y con su guitarra le fue a cantar al altar, “Virgencita te voy a cantar una canción” . El pequeño no sabe con certeza qué ocurrió solo sabe que Azucena no está y que ahora solo está su foto llena de flores”.
Graciela con lágrimas en los ojos me dice, “ayúdame yo quiero justicia para mi hija y no que le den carpetazo, quiero justicia para todas no es posible que no investiguen lo que está pasando con nuestras hijas y que los asesinos huyan y ande por ahí como si nada, justicia nada más”.
Al salir de la casa que abrió sus puertas para recibirnos me llene de pesadumbre, cómo era posible que estando tan cerca de mi ocurriera y yo no lo evité, entonces reflexionó, no soy Dios, ni bruja para adivinar qué un perverso sujeto estaría asesinando a una mujer a unos metros de donde estaba, ojalá tuviera yo ese poder para evitar que de ocho a nueve mujeres y niñas sigan siendo asesinadas en el México, donde las asesinadas no se quieren ver, tan es así que. La Organización de las Naciones Unidas (ONU) y la Unión Europea a través de la iniciativa Spotlight, anunciaron hace unos días que México es uno de los cinco países de América Latina a los que se destinarán 58 millones de dólares para combatir violencia de género y feminicidios. Es momento de hacernos cargo de esta pandemia. #NIUNAMÁS.
octubre 2018
Eres madre, padre, hermana, hermano, hija, hijo. De una mujer víctima de feminicidio, desaparición, o intento de feminicidio búscame, ayúdame a visualizarlas y contar su historia. Voces de la Ausencia.
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