Ciudadania Express
Miércoles 02 de mayo, 2018. 12:30 pm

Explotación laboral, tema este mes de mayo de “El Medio”

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Fortino Torrentera En pleno siglo XXI, la explotación laboral es el pan nuestro de cada día no sólo en medio de una sociedad consumista, sino finalmente en un mundo cada vez más inhumano. La ambición de muchos afecta a miles que apenas viven con salarios paupérrimos, horarios y edades ilegales, así como con trabajos pesados. Casi 51 millones de los 112 millones de habitantes de México están activos laboralmente, pero 2,5 millones están desempleados, según los últimos datos divulgados por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía. Existen más de nueve millones de mexicanos, con estudios de licenciatura y hasta maestría, que viene en condiciones de pobreza y precariedad económica. Pero no sólo el desempleo produce frustración entre los mexicanos, la explotación laboral impide el acceso a mejores condiciones de vida; fenómeno que lastima, hiere y hasta mata a miles de trabajadores que laboran extenuantes jornadas por salarios comparables con los de la época colonial. Uno de los temas más velados en nuestro país es el laboral, donde el salario mínimo diario en nada resuelve las necesidades primarias de familia, desatando entre otros fenómenos la ruptura en el hogar, hijos educados sin valores, pero más grave aún, la urgencia de comer, llevando a muchos a delinquir y hacer de esta actividad ilícita una forma de vida. Se ha comprobado que la pobreza atrae al delito y la violencia. Junto a Chiapas, Guerrero y Michoacán, Oaxaca es de los estados más pobres del país y donde las familias para sobrevivir deben “dejar trabajar” a sus hijos desde muy corta edad, por ello su mayor patología es la explotación laboral infantil. En Oaxaca, más de 102 mil 712 niños y niñas de 5 a 17 años de edad laboran para aportar ingresos económicos a sus familias, de acuerdo al estudio “El trabajo infantil en México”, del Centro de Estudios y Opinión Pública de la Cámara de Diputados federal. Señala la especialista Alicia Athié que la entidad ocupa el quinto lugar nacional en explotación laboral infantil, donde los niños y niñas de entre cinco y 17 años que trabajan son susceptibles de ser víctimas de esclavitud, prostitución, tráfico de estupefacientes y actividades contra la salud. Los jornaleros agrícolas, después de los niños, es el sector más explotado, lo que provoca una alta migración, pues los trabajos del campo local requieren mucho trabajo y sin la maquinaria adecuada, la remuneración es muy baja, siendo explotados por terratenientes, organizaciones “político-sociales” y empresarios, prueba de ello son los verdaderos productores de mezcal. Siendo la entidad con más diversidad étnica, como pobreza, otro sector que vive la explotación es el de las trabajadoras domésticas y las trabajadoras sexuales, que carecen de seguridad social y laboral. Como parte del orden mundial, las personas de la tercera edad son vistas como un lastre para la economía y un riesgo en el mercado laboral, por ello, realmente muy pocos tienen la oportunidad de encontrar una fuente de trabajo antes de trabajar empacando productos en supermercados. Caso similar vive la comunidad discapacitada.   Oaxaca, es uno de los centros de mayor explotación de emplead@s o dependientes, debido a su vocación comercial y turística, donde la Ley Federal del Trabajo es letra muerta y testimonios que aparecen en este número dan cuenta de la corrupción que priva en el mercado laboral privado. La economía del estado, se mantiene debido principalmente al circulante de empleados y trabajadores, principalmente de la engorrosa burocracia, encubierta por la tradicional ineficiencia administrativa gubernamental que está dejando un lastre financiero al erario estatal. Son millones de oaxaqueños que viven en la explotación laboral sin saberlo, desconociendo sus derechos y la vías para hacerlos efectivos, lo cual ha tendido un confortable estado para quienes se enriquecen a costa de la explotación laboral. Citamos un interesante concepto de la Banalidad del mal en el juicio de Adolf Eichmann: “El mal es un fenómeno superficial, que arrastra sobre todo a los individuos que no se detienen a pensar en sus acciones. Resistimos al mal no quedándonos en la superficie de las cosas, es decir, apartándonos de la vorágine de la vida cotidiana y deteniéndonos a pensar en las cosas que nos rodean”.  
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