Ciudad de México.- Olga Harmony, una de las más sagaces e influyentes críticas teatrales en México falleció este domingo 11 de noviembre, a los 90 años de edad.
Olga Harmony, quien nació en la Ciudad de México el 23 de abril de 1928, siempre cuestionó que el teatro fuera visto como entretenimiento y no como un arte.
Estudió las carreras de filosofía, psicología y teatro en la Universidad Nacional Autónoma de México. Comprometida con el arte escénico representó la memoria y los ojos críticos del quehacer teatral. Su pensamiento y pluma nunca dejaron de señalar las cuestiones y obstáculos que afectaban al arte de las tablas.
En un homenaje en el Palacio de Bellas Artes en 2002, su trabajo fue descrito como incisivo y generoso, reflexivo y claro, riguroso y honesto. Se recordó su generosidad, no sólo como crítica sino como persona, y su apoyo a las nuevas generaciones.
La mujer que durante más de 30 años ejerció la docencia en la Escuela Nacional Preparatoria, y de 1970 a 1971 en la Escuela Nacional de Artes Dramáticas de la Habana, Cuba; no escribía con dedicatoria a la gente de teatro, sino a ese público desconocido que esperaba leer sus textos.
La Harmony, como en ocasiones se le solía nombrar, alguna vez expresó que la crítica debía ser creativa, y que si se quería un teatro más propositivo y arriesgado en México, ésta no debía ser medrosa.
Colaboró en diversos medios de comunicación a lo largo de su trayectoria, desde su participación en un programa de televisión con Luis Spota, hasta la publicación de sus artículos en revistas y periódicos como El Nacional, Excélsior, Unomásuno y La Jornada, donde escribió desde su fundación.
En 2002 recibió la Medalla Bellas Artes por su trayectoria como dramaturga, docente y memoria del teatro mexicano. En 2010 fue condecorada con la Medalla Xavier Villaurrutia, en el marco de la 31 Muestra Nacional de Teatro realizada en Guadalajara, Jalisco.
La mujer dedicada a la crítica, más leída y reconocida en el medio nacional confesó alguna vez que cuando veía un trabajo mal hecho, se ponía de muy mal humor y le daban ganas de dar bastonazos; pero que ante una gran obra se llenaba de alegría.
Con motivo de la presentación de su libro Ires y venires del teatro en México (1996), publicado en la colección de Periodismo Cultural de la Secretaría de Cultura (entonces Conaculta) el periodista y editor Braulio Peralta escribió sobre Olga Harmony: “Es, sin lugar a dudas, amiga del teatro, no sirviente de los intereses personales de los hacedores del teatro. Es crítica teatral, no escribiente en busca de cotos de poder en los medios de comunicación”.
Al respecto, Mario Espinosa dijo que la autora de la puesta El lado humano, fue una notable excepción de la crítica teatral, que escribió con consistencia sobre cada obra, por lo que reivindicaba a la crítica como un ejercicio de constancia que analiza, siente, contextualiza y dialoga con los creadores.
Fernando Ita externó en una de las mesas de la tercera Feria del Libro Teatral en la ciudad de México, 2010, que la autora de la novela de ficción Los limones, poseía una calidad intelectual literaria y un conocimiento de su oficio realmente notable.
De la maestra se montaron las obras: Teresa entre los cuerdos, Nuevo día (1952), El lado humano (1985), El día del maestro, El diosero, El cuento de Manolo. Obtuvo el Premio José Revueltas 1979 por Letras vencidas. El segundo lugar en el Premio Juan Ruiz de Alarcón 1984 a la mejor obra de estreno nacional por La ley de Creón.
Olga Harmony fue una espectadora teatral con voz que exigía calidad. En alguna ocasión expuso que ser crítica de teatro era una gran responsabilidad, con verdadero interés por lo que ocurría en escena.