Agencias
Oaxaca.-El Presidente Donald Trump acaba de firmar un
memorándum para imponer aranceles a los productos importados de China por valor de entre 50.000 y 60.000 millones de dólares anuales como sanción por el robo de propiedad intelectual estadounidense de parte de China.
La decisión fue tomada a raíz de la investigación del Representante de Comercio de los Estados Unidos (USTR por sus siglas en inglés) “Sección 301” sobre las prácticas comerciales de China que implican el robo y la transferencia forzada de propiedad intelectual estadounidense. La oficina del Representante Comercial de los Estados Unidos, encabezada por Robert Lighthizer, publicará en breve una lista de 1.300 productos específicos. Previamente había señalado que los aranceles se dirigirán al sector de alta tecnología de China.
Estados Unidos también planea demandar a China ante la Organización Mundial del Comercio (OMC) por sus violaciones comerciales relacionadas con el robo de propiedad intelectual, según un
informe de The Wall Street Journal.
Desde un punto de vista numérico, se estima que el costo anual del robo de propiedad intelectual para la economía de los Estados Unidos asciende a 600.000 millones de dólares, según la Comisión de Propiedad Intelectual, un grupo independiente de expertos que investiga el robo de propiedad intelectual estadounidense.
China es el principal infractor de la propiedad intelectual del mundo, responsable de entre el 50 y el 80 por ciento de todos los costes de robo de propiedad intelectual (PI), según estimaciones de la Comisión de PI.
Mientras tanto, el déficit comercial de Estados Unidos con China alcanzó un máximo histórico de 375.000 millones de dólares.
Los aranceles no serán aplicados inmediatamente. El público tendrá la oportunidad de comentar los aranceles propuestos antes de su aplicación.
¿Represalias?
Sin embargo, la noticia ya despertó temores de represalias chinas.
El portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de China, Hua Chunying, declaró el 21 de marzo que si bien China no tiene la intención de iniciar una guerra comercial, tampoco tiene “miedo y no se esconderá” de ella, según la Voz de América.
Un hombre con su vehículo pasa por delante de los contenedores en el puerto de Shanghai, China, el 17 de febrero de 2016. (Aly Song/File Photo)
Mientras tanto, el embajador de Beijing ante la OMC, Zhang Xiangchen, declaró a Reuters en una entrevista el 22 de marzo que China estaba considerando presentar una queja ante la OMC contra los aranceles recién anunciados.
Algunos analistas pronosticaron que China podría contraatacar con aranceles sobre las principales exportaciones de Estados Unidos, como la soja y los productos de cerdo. Los productos agrícolas constituyen la mayor parte de las exportaciones de Estados Unidos a China, por un total de 21.000 millones de dólares en 2016, según la oficina del USTR.
Otros, sin embargo, creían que China mostraría moderación. El economista de Hong Kong, Andy Cheuk-Chiu Kwan, dijo a Radio Free Asia en una
entrevista reciente que “China no tendrá un contraataque intenso”, porque “si todos lo hicieran, todos morirían juntos”. Predijo que si persistían las luchas arancelarias, los mercados de valores se verían afectados.
Durante el anuncio Trump también expresó la posibilidad de un compromiso. “Hemos hablado con China y estamos en medio de una gran negociación. Veremos adónde nos lleva”, comentó.
El ex analista económico de la Cámara de Comercio Británica, Wu Kegang, creía que el verdadero propósito de los aranceles era presionar a Beijing para que hiciera cambios de política con respecto a las empresas extranjeras que operaban en China, por ejemplo, poniendo fin a la demanda de que las empresas extranjeras transfirieran su tecnología a empresas conjuntas nacionales a cambio de acceso al mercado chino.
La transferencia forzada de tecnología fue un punto de frustración para muchas empresas extranjeras. En enero de 2017, el régimen chino ordenó que las empresas mixtas demostraran que dominaban toda la tecnología de los “vehículos de nueva energía” antes de obtener permiso para producir los automóviles, una política que preocupaba a muchos fabricantes de automóviles europeos.
En una encuesta anual sobre el clima empresarial realizada por la Cámara de Comercio de Estados Unidos en China y publicada en enero, el 27 por ciento de las empresas estadounidenses citó la falta de protección suficiente de la propiedad intelectual (PI) como un obstáculo importante para aumentar la innovación. Otro 15 por ciento respondió “requisitos de localización de PI y/o requisitos de transferencia de tecnología”.