Oaxaca.-José Luis Franco Navarro y Lydia Osorio Herrera, se conocieron cuando iban en la secundaría, allá por los años setenta, aunque a José Luis le gustaba nunca hizo nada por acercarse a ella, se dejaron de ver durante un tiempo, sin embargo. En 1983 se volvieron a ver ella pasaba por la calle llevaba un bote de pintura, José Luis se ofreció a llevarla, empezó el cortejo. “A su papá no le gustaba yo para ella, aun así, nos hicimos novios” Recuerda José Luis.
En 1985 finalmente se casaron. “Amaba todo de ella, su bondad, cantaba precioso, siempre le decía a ver güera cántame el quelite y me cantaba, aunque tenía un carácter muy fuerte, era hermosa y siempre la vi así, yo tenía veintiún años, ella veinte, y muchas ilusiones por salir adelante juntos, al principio vivíamos como nómadas, mi hija mayor nació aquí en la casa de mis suegros”. Rememora José Luis.
Agustín hermano de Lydia recuerda emocionado esos días, en los que José Luis y Lydia eran novios, “hubo un tiempo en el que mi hermanita se fue a Estados Unidos a trabajar, y aunque ella no estaba aquí, el venía todos los días a la casa, como un acto de lealtad a ella, eso me gustó mucho de él, siempre fueron una pareja bonita”.
Lydia era la séptima hermana de doce de una familia que, como muchas hacía todo por salir adelante, oriundos de la Ciudad de México, vivían y aún siguen viviendo muchos de ellos en la delegación (alcaldía) Gustavo A. Madero. Nacida el ocho de noviembre de 1964, madre de dos hijas a las que formó con mucho amor y siempre firme.
Los años pasaron, para José Luis y Lydia; la vida era muy sencilla no tenían dinero, como muchos vivían al día: En algunos momentos de su historia Lydia no trabajaba, sin embargo, ella decidió ir a trabajar, “yo no le podía decir que no, ella era independiente y siempre nos respetamos uno al otro, treinta y tres años de matrimonio no habían sido en vano, por lo que como siempre José Luis respetó la decisión de su “güera”, como la llamaba cariñosamente.
El 17 de abril de 2017, aunque ya había renunciado a ese trabajo, a petición de su hermana Delia, (su jefa), para que esperara a que encontrarán otra empleada, Lydia se preparó para ir a trabajar, José Luis la llevó, la mueblería donde ella laboraba estaba muy cerca de su casa, en Av. Centenario. “La fui a dejar temprano, yo soy vendedor y tenía tiempo de hacer eso y pasar a verla, siempre le dije, güera si llegaran a querer asaltarte dales todo, nunca te exponga, siempre estaba sola en el lugar”.
Ese fatídico día todavía pasó a verla José Luis, tiempo después le llamaron para decirle que se trasladará al lugar, al llegar José Luis la policía ya se encontraba ahí, el hombre encuentra a Lydia en la parte de arriba en un charco de sangre, desde un principio las autoridades capitalinas cometieron una serie de omisiones, “Los peritos que llegaron, contaminaron la escena, no tomaron huellas, una de las peritos se lavó las manos en el lavabo donde había sangre y sin más determinó que ese lugar ya no servía que se había contaminado. La chamarra que traía puesta Lydia ni siquiera se la iban a llevar”.
El cuerpo de Lydia fue trasladado al Instituto de Ciencias Forenses (INCIFO), para la necropsia de ley, quienes levantaron la denuncia escribieron mal su nombre, en el Instituto le comentaron al afligido esposo que tenía que regresar a la delegación para que se hiciera la corrección, y ellos pudieran hacer la necropsia, le dijeron que tendría que esperar al siguiente turno para que practicaran la diligencia, José Luis, tuvo que pagarles para que agilizaran las cosas.
“Todos los errores que ellos han cometido en la denuncia, en cada documento escribieron mal su nombre y yo he tenido que pagar cada vez que ellos se equivocan. El lugar donde se cometió el crimen fue entregado dos días después, como si quisieran dar carpetazo al caso, me exigieron que les llevara documentación que yo no tenía porque ellos entregaron el inmueble a un anónimo”.
El peregrinar de esté esposo en compañía de algunos hermanos de Lydia, es el mismo que cada historia que le hemos narrado, como en todo crimen el primer sospechoso fue el esposo, el cual fue investigado revictimizándolo constantemente desde el primer momento dijeron que tenía un amante, situación que se ha comprobado es falsa, no han investigado a nadie, solo a la vecina que la encontró ya sin vida, al entregar el inmueble toda la escena se contaminó y eso no va a ayudar jamás a dar con los responsables de este doloroso feminicidio.
Para José Luis, la vida se acabó treinta y tres años de matrimonio se apagaron por la decisión de alguien, las autoridades no dan la importancia debida a todos los casos y los van dejando en el olvido, revictimizando a las familias para que se cansen y le den carpetazo.
En muchas ocasiones José Luis se ha sentido culpable porque la dejó siempre ser ella. “No debía dejarla trabajar, debí de haber solventado yo todos los gastos para que ella no pensará en buscar trabajo, muchas veces he querido morirme desde que ella no está, mi vida se volvió vacía, me tiré a tomar todos los días porque ella me hace falta, ahorita deje de beber porque si ella estuviera ya me habría regañado, por eso no me cansó y lo único que quiero es justicia y saber la verdad”.
Mucho queda pendiente de las autoridades capitalinas que ya se van, y que grave sería que las nuevas autoridades encabezabas por Claudia Sheinbaum, hagan borrón y cuenta nueva a partir del 01 de diciembre de 2018, sería un golpe duro a las centenas de familias, que como la de Lydia, tienen derecho a la JUSTICIA.
diciembre 2018
Eres madre, padre, hermana, hermano, hija, hijo. De una mujer víctima de feminicidio, desaparición, o intento de feminicidio búscame, ayúdame a visualizarlas y contar su historia. Voces de la Ausencia.
P.D. El apoyo que se otorga desde FridaGuerrera a cada familia, es sin fines de ningún tipo, el único objetivo es solo dar a conocer las historias de algunas mujeres que nos asesinan a diario, ayudar con acompañamiento a que llegue un poco de justicia, hacer conciencia para que #NIUNAMÁS, sea una realidad.
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