Ciudadania Express
Jueves 14 de junio, 2018. 03:30 pm

Realiza INBA mesa redonda "Sergio Pitol, mago de la palabra"

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Oaxaca.-“Como diría José Emilio Pacheco: Con lo que Sergio Pitol ha hecho como autor y traductor, nos deja lecturas capaces de llenar la vida entera”. Así se refirió la directora general del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), Lidia Camacho, al inaugurar la mesa redonda Sergio Pitol, mago de la palabra, que se llevó a cabo el martes por la noche en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes. En dicha mesa participaron los escritores Juan Villoro y Jorge Volpi, así como Laura Demeneghi, sobrina del escritor poblano fallecido el pasado 12 de abril en Xalapa, Veracruz, además de colegas, familiares y público en general. De esa forma se dio continuidad al Homenaje Nacional a Sergio Pitol que comenzó en el mes de mayo, en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Al agradecer a la Secretaría de Relaciones Exteriores, la UNAM, el Instituto Veracruzano de la Cultura y la Secretaría de Cultura y Turismo del Estado de Puebla por participar en el Homenaje al autor de obras como El arte de la fuga y Domar a la divina garza, la funcionaria federal dijo que “es estimulante que el cariño a Sergio Pitol y el aprecio por su obra nos convoque hoy, no solo para recordarlo sino también para celebrar su talento, su bonhomía y su inmensa calidad humana”. En el acto, Lidia Camacho trajo a la memoria las palabras del crítico literario Emmanuel Carballo, por certeras y vigentes: de toda su generación, “Sergio Pitol es el más encerrado en sí mismo, el que mejor ha ejercido la literatura como instrumento más o menos  útil que permite rescatar del olvido la infancia, los conflictos --propios o ajenos-- que se viven en los años de aprendizaje, los amores violentos, irremediablemente condenados al fracaso, y las intuiciones fugaces de la belleza y la felicidad”. [caption id="attachment_413721" align="aligncenter" width="476"] Foto cortesía del Instituto Cervantes Virtual[/caption] Y agregó: “El rescate de tantas vivencias largamente reelaboradas por la memoria, nos legaron obras que habrán de perdurar y de engendrar nuevos lectores. Sergio Pitol se definirá a sí mismo y a sus compañeros de generación por su inconformismo, por las muchas soluciones tanto artísticas como vitales que ya no los convencían y por creer firmemente en el rigor literario y abominar las soluciones fáciles. “En estas escuetas pero sólidas líneas se iban a desenvolver una obra rebosante de cultura e ingenio y una lectura exigente, a la vez que enriquecedora, de una narrativa que ha perdurado y perdurará para regocijo de nuevos lectores de la geografía de la lengua española y de las demás lenguas”, expresó. Este fragmento del Homenaje Nacional a Sergio Pitol contó con una parte musical a cargo de las cantantes Lourdes Ambriz y Encarnación Vázquez, quienes ofrecieron arias de óperas de Mozart, favoritas de Pitol, pero, además, con la proyección de dos videos, uno elaborado por el Canal 11 de televisión, y otro por Laura Demeneghi, quien a nombre de la familia del escritor agradeció el homenaje. Asimismo, leyó una carta de su padre Luis Demeneghi, primo de Sergio Pitol, en el que hizo una síntesis de la vida y viajes del escritor poblano. “Querido primo –leyó Laura Demeneghi--: tu obra, prestigio y talento están entrelazados con tu historia familiar (…) Siempre en los momentos difíciles fuiste un soporte que nos llenó de amor y sabiduría. Nadie como tú para entender que la familia es algo que se construye, se sostiene y se defiende para toda la vida. Te queremos mucho”. Con la moderación de Geney Beltrán, coordinador nacional de Literatura del INBA, el escritor Jorge Volpi consideró que Pitol perteneció a una generación de escritores que bien podría llamarse “de la época de oro de la literatura mexicana”, aquella que empezó antes, con Rulfo y Arreola, pero que encontró su espacio en la llamada “generación de medio siglo”, llamada así por el tiempo y por el nombre de la revista en que participaron en la UNAM, al lado de Carlos Fuentes, Monsiváis y otros. A partir de ahí, señaló Volpi, Pitol inició una doble carrera de escritor y traductor, realmente crucial en la historia de la literatura mexicana y de nuestro tiempo, porque sus títulos están dentro de los mejores de la literatura en español de los siglos XX y XXI. Luego, como memorialista, escribió en diversos géneros, llegando a explorarse a sí mismo y al mundo que lo rodea. Por su parte, Juan Villoro se refirió a la novela El tañido de una flauta, en la que Pitol aborda un tema recurrente en sus inicios: el fracaso, en muchos sentidos personales e inclusive de su propio país, creando sus primeros personajes como La falsa tortuga, una mujer que aparenta ser muy sofisticada, pero en realidad es poco inteligente, y aun así representa al país en un festival de cine en Venecia. Se trata –recordó las palabras de Monsiváis— de “un clásico secreto de la literatura mexicana”, en la que se abordaba una parte de la historia del país, y marca un primer inicio en la carrera de Pitol. Recordó que Sergio en algún momento recurrió a la hipnosis para sacar sus recuerdos y así escribir muchas cosas. “Pero hay una memoria que está oculta inclusive para nosotros mismos y esa es la memoria que el escritor buscaba recuperar: la de la memoria para investigar su propia memoria, como recurso de la imaginación, y eso es lo que hace a sus libros memoriosos”. Y concluyó: “Pitol trabajó mucho en el tema del fracaso. Siendo alguien que supo encarar, con voz y temperamento genuinos, lo que es la carencia y la caída; con ello se convirtió, quizá involuntariamente, pero en beneficio de todos los lectores, en uno de los más exitosos escritores del idioma español”.
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