Ciudadania Express
Martes 01 de mayo, 2018. 09:30 am

Regular la “prostitución” no soluciona la explotación sexual y económica

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Por: Sonia Gerth/Cimacnoticias
Oaxaca.-La “prostitución” no se puede ver como una institución que siempre ha existido y con la que hay que tratar de vivir. Al contrario, es una industria que ha crecido inmensamente en las últimas décadas, que está vinculada con otros negocios ilícitos y que está arraigada en el sistema patriarcal y capitalista. Por lo tanto, no se puede regular, sólo se puede abolir. Ese es el punto de vista de la feminista española Rosa Cobo Bedía, quien este 30 de abril presentó su libro “La prostitución en el corazón del capitalismo”, en el cual analiza este fenómeno desde la mirada de la socióloga feminista pero también desde la perspectiva económica. Relató que nunca pensó que algún día iba a estudiar la prostitución, pues consideraba que era un fenómeno social al margen de los temas que podrían interesarla como académica. Durante la presentación del libro se realizó un debate organizado por el Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades (CEIICH) de la UNAM. Junto con ella debatieron la doctora en Sociología, Olivia Tena Guerrero, la directora regional de la Coalición contra el Tráfico de Mujeres y Niñas en América Latina y el Caribe (CATWLAC), Teresa Ulloa y la integrante de la Coalición por la Abolición de la Prostitución (CAP), Grethel Baeza. [caption id="attachment_415938" align="aligncenter" width="503"] Imagen de Sonia Gerth[/caption] “No fui abolicionista siempre”, contó la también profesora titular de Sociología del Género de la Universidad de A Coruña. Antes pensaba que legalizar la prostitución sería la mejor manera para empoderar a las mujeres pero ya no piensa así. “El capitalismo está dando al patriarcado el discurso de la libertad. La idea del consentimiento. La idea que la subordinación puede y debe ser entendida por la sociedad como un acto de libertad”, cuando en realidad enmascara la opresión, explicó. Es por eso que a través de su investigación académica quiere exponer ante las corrientes feministas que luchan a favor de las “trabajadoras sexuales” que este camino es el equivocado. En su libro usa las palabras “prostitución” y “putero” porque, según ella, no se puede hablar de un “cliente” ni tampoco de un “consumidor”. Son explotadores que usan su poder patriarcal y económico para tomar posesión del cuerpo de la mujer, dijo. Cobo expresó que todas las medidas para regular la “prostitución” parten de un punto de vista patriarcal y capitalista. Por ejemplo, cuando se habla de salud, de condones y de higiene para mujeres en situación de “prostitución” se habla de mantener sanos a los hombres que explotan a estas mujeres. Y cuando se habla de impuestos, se habla de los enormes beneficios que la sociedad, a través de Hacienda o el Fisco, saca de esta forma de explotación. La investigadora también explicó que este fenómeno social “se ha hecho una industria multinacional”. Y es que según ella, la “prostitución (y la trata)” en la mayoría de los países ocupa el tercer lugar entre las industrias ilícitas, sólo por debajo de del armamento y el narcotráfico, debido a las ventajas que ofrece: “Tiene muchos beneficios, tiene costos muy bajos y casi no se ve a tratadores en los cárceles.” La también fundadora y primera directora del Seminario Interdisciplinar de Estudios Feministas de la Universidad de A Coruña compartió una visión poco alentadora sobre México. Económicamente, dijo, países como México se van a dar cuenta que no pueden competir a nivel internacional, entonces su ventana de oportunidad van a ser las economías ilícitas: el narcotráfico, la venta de armamento, la prostitución se van a convertir en la posibilidad de la reconstrucción económica. Todo eso, dijo, con el consentimiento de circuitos semi-institucionalizados, es decir, con la anuencia de instituciones de Estado que dejarán libre el camino a la “prostitución”. Además, expuso que el país también se enfrenta a altos niveles de pobreza, migración y racismo, todos, factores que empujan a las  mujeres a “prostituirse” o que empeoran su situación. “El sueño de un capitalismo con rostro humano se acabó”, resumió. Para la académica, la única forma de solucionar el problema sería la abolición de esta forma de violencia, como en Suecia. El país nórdico fue el primero en penalizar a las personas que pagan para servicios sexuales. Sin embargo en México hay posturas a favor la prostitución, un fenómeno al que llaman “trabajo sexual”. La abolición, argumentó la feminista española, quien en 2008 fue asesora del Ministerio de Igualdad de España, no significa estar en contra de las mujeres, de las mujeres trans o de los hombres que “ejercen la prostitución”. Los primeros pasos para erradicar esta práctica, según dijo, sería la penalización de “los clientes” y la encarcelación de altos líderes de la trata de personas. También sería útil, mencionó, desmantelar las inversiones que empresas o personas de buena reputación tienen en la “industria pornográfica y de prostitución”. Esa argumentación la apoyó Teresa Ulloa, directora de la CATWLAC: “La parte económica siempre quedaba en lo oscuro, el libro de Rosa me llenó de inspiración”. Como abogada que lucha para los derechos de las personas víctimas de trata, Ulloa agregó que la violencia es muy común en la “prostitución”. Una evidencia que citó fue un estudio según el cual 95 por ciento de las mujeres y mujeres trans que fueron investigadas, presentaron lesiones en la cabeza porque fueron golpeadas o habían sido arrojadas contra la pared. Grethel Baeza, integrante de la CAP, recalcó la importancia del libro “La prostitución en el corazón del capitalismo”, en el contexto feminista. Según ella, en los últimos años ha ganado más influencia una corriente que aboga por la legalización y la regulación de la explotación sexual con fines comerciales. Para contrarrestar estos argumentos, dijo, sería muy importante una base académica, como la que elaboró Cobo Bedía. En este momento el libro que se publicó en España en 2017 sólo está disponible en forma electrónica en México. 18/SG
 
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