Fortino Torrentera
Oaxaca.-La libertad de creación del ser humano, parte de sus necesidades, deseos y esperanzas, siendo un motor primigenio nuestra esencia sexual, que se potencializa con la mirada, que hurga entre nuestros pensamientos la similitudes de la anatomía, del acto mismo, de la implicación por algo prohibido para nuestros ojos. Es lo que hacen artistas que participan en Erótica en su sexta edición.
La noche de este viernes, en Laberinto Casa de Arte, que se localiza en Porfirio Díaz 310 en el centro de esta ciudad, fue inaugurada esta exposición colectiva donde artistas compartieron su visión y creación entorno a la sensualidad.
A diferencia de anteriores ediciones en que la presencia de la mujer era mayoritaria, hoy se empareja y los artistas plásticos soltaron la mano en piezas hechas con diferentes técnicas y formatos, destacando la pieza de Ivonne Kenedy, donde formando palabras, construye un discurso erótico sobre una tabla del juego Scrabble, así como una escultura transformable de Luis García, además de que varios artistas mostraron la concepción más íntima de su creación.
Es de destacarse el texto de sala elaborado por Antonio Uribe: El erotismo es parte intrínseca de nuestras vidas, está inmerso en nuestra psique y cotidianidad y por lo tanto tiene una función social. Es un filtro. Es un concepto que representa un entorno. El erotismo puede representar el amor y el deseo, pero lo mismo cabe tanto el voyerista como el exhibicionista, el sexo sádico y explícito, al igual que el libertinaje y la aventura prohibida. El erotismo equilibra, dispersa, tamiza y adecua. En ocasiones es más que sexo, en otras involucra el amor y la ternura, y en otras tantas sólo permite la imaginación. Es permisible, pero igual limitante. Se le usa como pretexto, como razón y justificación. Es un catalizador cuando así se le requiere, pero también funciona como un efectivo moderador del caos y la
depravación.
Cuando se me pidió un texto sobre “Erótica”, de inmediato recordé mi infancia y el deseo de indagar en los libros de arte en casa, cualquiera que pudiera mostrarme una imagen más allá de mi propia imaginación. En especial recuerdo la portada de un álbum de la ópera de Carl Orff, Carmina Burana, interpretada por la RSO de Berlín y dirigida por Ricardo Chailly, en la cual la imagen de portada es un segmento de “La Edad de Oro” de Lucas Cranach, una representación del disfrute, de la desnudez y la armonía, utilizada como introducción a los coros del “Ecce Gratum”, una pieza inspirada en los poemas dedicados a los placeres carnales y terrenales de la cultura medieval.
Tiempo después en la adolescencia, tuve la fortuna de recibir uno de mis mejores regalos: tres ediciones que introducen al trabajo de diversos artistas e ilustradores europeos de los años 70’s y 80’s, en donde encontré segmentos de las obras de Guido Crepax, quien realizó unas excepcionales versiones ilustradas de “La Historia de O” de Dominique Aury, “Justine” del Marqués de Sade y la supuesta obra autobiográfica de Giacomo Casanova. Estos fueron el perfecto preámbulo para posteriormente adentrarme en la moda de la ilustración y cómic erótico de los años ochenta, con autores aún más desarrollados y complejos como Pichard y su excelso libro “El Kamasutra Ilustrado” o el trazo duro, grueso y grotesco del norteamericano Robert Crumb; mientras que por otro lado, leía con total atención y detenimiento los textos de “Lez once mille vergez ou les amours d’un hospodar” de Guillaume Apollinaire, que en su edición al español de 1977 comienza con una advertencia del traductor: “…según Picasso y otros contemporáneos, este libro no debe ser tomado como pornografía, por su ausencia de metafísica, seriedad y trascendencia”. Lo cual evidentemente se olvida al momento de recrear las aventuras de Mony Vibescu en la descriptiva pluma de Apollinaire, cuando de una escena cargada de erotismo imaginario, (“…sus cabellos desordenados y su abierto corpiño mostraba un pecho abundante…”) nos lleva al total desenfreno y comicidad (“…empezó a palpar esas dos bolitas que le sirven de adorno y que se llaman testículos…”).
Seis años han transcurrido desde el inicio del proyecto “Erótica” de Siegid Wiese, el cual ha logrado conformar más que una exposición, un evento que reúne diversas disciplinas artísticas en torno al erotismo. Música, poesía y conversatorios, complementan la obra plástica en sus diferentes formatos, la cual es sometida a un proceso curatorial que este año nos presenta la obra de veintiún artistas seleccionados, y las piezas de tres invitados especiales, Raúl Herrera, Uriel Marín y Guillermo Pacheco López. Observemos entonces la obra de estos creadores e intentemos desdeñar aquella frontera entre el amor y el erotismo, entre la elección o la resignada aceptación, señalada por Octavio Paz desde su perspectiva erótica como metáfora de la sexualidad, y poética como la erotización del lenguaje.