Salvador Hernández
Oaxaca.-Al entrar al antiguo Palacio de la Santa Inquisición en Oaxaca, hoy Museo de Arte Prehispánico de México Rufino Tamayo, hay que entrar con ojos herejes, pero no para contradecir al Dios judeocristiano, sino a las deidades precolombinas.
Demián flores (Juchitàn, Oaxaca, 1971) ha sido un irreverente desde sus inicios en la gráfica, bajó del ring a luchadores como el “Santo” el “Enmascarado de Plata”, o “Blue Demòn”, confrontándolos con otros héroes que también nos dieron patria. En otras exposiciones ha retroalimentado el imaginario del editor y grabador del siglo XVI, Theodor de Bry, que, aunque jamás conoció el continente americano, hizo lo propio con “el buen salvaje” en su libro llamado simplemente “América”.
La muestra “Nuevos Dioses desde el México Antiguo”, cuenta con cerca de veinte obras de barro con ornamentos tan exóticos, que ni Theodor lo hubiera imaginado. Partiendo de pequeñas esculturas visiblemente prehispánicas, los tocados, sombreros, estandartes, y hasta marines cuelgan de las más diversas partes de los tlatoanis. Sostenes, rodilleras y hasta las cuencas de los ojos están cubiertos con rostros cadavéricos.
Personajes bicefàlicos, tricefàlicos o llamativamente fálicos, brotan de las figuras del barro oaxaqueño, “cocido a la cal”. Pero ¿qué hace una máscara de dragón chino, la “santa muerte” o, un mariachi entre tantos ajuares?
¿Acaso Demián Flores pretende crear un nuevo sincretismo? Ese que se ha ido acumulando desde la llegada de los españoles, y que sigue sepultado en el jardín etnobotánico de Santo Domingo, el de los que van religiosamente al tenampa, como si fuera la basílica de Guadalupe. A los que acuden al barrio chino, o a Tepito, donde cada día hay más coreanos. ¿O el de los yanquis bombardeando el Castillo de Chapultepec, para no perder la costumbre?
Eso solo lo podrá descifrar el que vaya al Museo de Arte Prehispánico, en Avenida Morelos 503, y visite la exposición “Nuevos Dioses desde el México Antiguo”, De Demián Flores. La entrada es gratuita.