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Crónicas y Vericuetos/ José Molina (In Memoriam)

Crónicas y Vericuetos/ José Molina (In Memoriam)
Jueves 24 de octubre, 2019.
07:03 pm
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Por Salvador Hernandez
Con motivo del homenaje que se llevará a cabo el viernes 25 de octubre en el Foro 3, a las 18:00 en la Feria Internacional del Libro de Oaxaca. (FILO 2019)

Oaxaca.-Al transitar por las calles de la ciudad, todavía, se me figura que me voy a topar en algún crucero, al poeta José Molina, montado en su bicicleta. Entrando a la biblioteca de la “Casa de la Ciudad”. Llegar a la “Cruz de Piedra” a escuchar un recital, o bajando la calle Macedonio Alcalá, con su permanente sonrisa, su mirada de buena onda, bermudas cafés y playera blanca.  

Recuerdo que una noche, de prolongada tertulia. Ya entrada la madrugada, José decidió recostarse en la hamaca del corredor.  Al otro día, un dieciséis de septiembre, como a las nueve de la mañana, se escucharon unos tamborazos, acompañados de redobles y ruido de motores. Al salir a la calle, vimos circular el tradicional desfile de la Independencia.

Nos sentamos en el quicio de la casa, como quizá él también lo hacía de niño, para ver el paso del convoy militar. Más de una engalanada militar, nos sonreía con envidia, a punto de “romper fila”, seguramente porque nos escoltaban dos soberbias caguamas y el sol ya empezaba a calar hondo.

Al pasar un rato, la marcha se detuvo, los chicos y chicas -seguramente alumnos de alguna secundaria pública-, sin previa autorización, se replegaban a la sombra. Algunos empezaban a marearse y sus compañeros y maestros a echarles aire. 
                            

Molina y yo sacamos un garrafón con agua y vasos para darles de tomar, maestros y alumnos se arremolinaron al vital liquido, como si estuvieran en un oasis.
Tiempo después, al ir a la presentación de un poemario, le presenté a Noemí Gómez, una amiga que había escrito la monografía de su pueblo, enclavado en la región mixe. Sin más, le propuso que le llevara el libro para exhibirlo en la librería Grañen Porrúa, donde él fungía como director. Así era “Pepe”.

Los sábados, y después de salir de la biblioteca de algún taller de poesía, nos íbamos al bar “Jardín”, con “Tetos”, un sociólogo jubilado que pagaba las cervezas; los temas variaban a medida que pasaba el tiempo. En su mirada alegre, se notaba el amor que le tenía a Oaxaca. Mientras, nos servían unas memelitas y cacahuates picantes.
Esta, es una de tantas anécdotas, que pasamos junto a José Molina, el amigo y gran poeta a quien tuvimos el honor de conocer. Como el gran ser humano que era.
 

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