Salvador HERNÁNDEZ.
Oaxaca.-Hace diez años más o menos, asistí a una marcha contra los feminicidios en la entidad, y concretamente por el crimen perpetrado a una chica de no más de veinticinco años, por su “novio”, un joven adinerado de la “alta sociedad” oaxaqueña. Cosa que pude comprobar cuando hicimos una escala en su casa.
A esa marcha no asistieron mas de ciento cincuenta personas, entre hombres, mujeres, adultos y jóvenes. Otr@s más se fueron sumando a medida que avanzaba la marcha. Iniciada momentos antes, en la “Fuente de las Ocho Regiones”, con rumbo al zócalo de la ciudad.
Uno de los requisitos, era llevar una prenda blanca, descarté el pañuelo y la camisa-porque no tenía- y opté por una playera, a la cual decidí plasmarle la leyenda: “She is a rainbow”, en primer lugar, porque se me vino a la mente la melodía de los “Rolling Stones”
“She comes in colors everywhere
She combs her hair
She's like a rainbow
Coming, colors in the air…”
…además de que le quitaba la desapercibida simpleza, a mi percudida camiseta.
Al llegar a la llamada “Casa de Gobierno” se realizó un mitin. Sobra decir que lo más seguro es que no estuviera el servidor público en el inmueble.
En aquel acto, que convocaban no más de tres organizaciones independientes, no vi a ninguna mujer cubierta de la cara, ni pintarrajeando paredes, Por el contrario, algunas, se asomaban con curiosidad al paso de la marcha. Lo que era innegable, era la rabia e impotencia de las pocas, pero decidid@s participantes.
Llegamos al zócalo, mi leyenda, causaba cierta curiosidad en algunos. Me hubiera gustado que estuvieran Lola la prostituta. Amalia la sirvienta, María la campesina y muchas más, que desgraciadamente ya perecieron por diversas circunstancias.
Yo, sin más que hacer, me sentí satisfecho, ningún conocido, ningún militante de la izquierda partidista, menos algún funcionario de alguna Comisión de Derechos Humanos. Pero tampoco nadie me dijo “¡Los hombres al último”!