Los principales delitos en los que están involucrados los menores son: homicidio, secuestro, trata de personas, desaparición forzada y actividades relacionadas con el narcotráfico.
En una país con una edad mediana de 28 años, el foco de los especialistas está en los más jóvenes, no sólo porque están en etapas formativas que los hacen más maleables, también porque son los que se adaptan mejor a su entorno y replican o padecen la violencia a la que están expuestos.
Los principales motivos que refieren los adolescentes por los cuales no están estudiando se encuentran la necesidad de trabajar, con 47.8 por ciento; seguido de no tener gusto por los estudios, con 10.3 por ciento y en tercer lugar la falta de dinero, con 8.5 por ciento.
En los últimos años, la prensa se ha llenado de caras aniñadas. Hace 10 días fueron abatidos 18 sicarios del Cártel del Noreste en Villa Unión, Coahuila, donde se suscitó un enfrentamiento armado contra Policías Estatales. Las víctimas mortales tenían entre 18 y 20 años.
Pero la lista de jóvenes en el narco se extiende. En ese mismo cártel fue reclutado el sicario de 16 años, “Juanito Pistolas”. Éste murió de una forma cruel en Tamaulipas.
Para los sicarios más jóvenes renunciar al mundo del narco es casi imposible, y la única forma de salir de él es encerrándolos en una cárcel. “Me salvó la vida que me encerraran, quizás hubiera terminado en un ataúd, como otros”, dice un presunto criminal.
La explosión de la violencia estructural ha afectado también a otro sector: las mujeres, quienes se han convertido en víctimas, especialmente en las zonas donde domina el narco.
Secuestros, desapariciones, violaciones, asesinatos son cosas de todos los días, saldo inevitable de una guerra entre sicarios en la que las mujeres son una especie de botín para uno u otro bando. Pese a ello, ni el Ejecutivo federal ni los gobiernos estatales han mostrado tener entre sus prioridades el asunto.
Los feminicidios cometidos por el crimen organizado son un modus operandi que los cárteles de la droga utilizan para mandar un mensaje. María Salguero, autora del mapa de feminicidios en México, ahonda sobre el tema, asegurando que “ya se está empezando a hacer un patrón”.
Salguero clasifica dichos delitos como “pertenencia del enemigo”, es decir, las mujeres son vistas como objeto de posesión del rival. “Para dañarlo hay que asesinar a quien más les duele: sus hermanas, sus mamás”.
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