Por Sonia Gerth / CimacNoticias
Oaxaca.-La defensora indígena Obtilia Eugenio Manuel, recibió hoy de manos del presidente Andrés Manuel López Obrador, el Premio Nacional de Derechos Humanos. Eugenio Manuel lleva años de denunciar violaciones de Derechos Humanos del Ejército mexicano contra mujeres indígenas. Es integrante de la Organización del Pueblo Indígena Me’Phaa (Opim).
La defensora ha denunciado la esterilización forzada de indígenas, la masacre del Charco, Guerrero, en 1998, y tuvo un rol importante como traductora y acompañante de Valentina Rosendo Cantú e Inés Fernández Ortega, mujeres indígenas violadas por militares, quienes en ganaron su caso contra el Estado Mexicano ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CoIDH). Por lo mismo, Eugenio Manuel ha recibido amenazas, fue víctima de dos atentados y sobrevivió un secuestro, junto con el también integrante de Opim, Hilario Cornelio, en febrero de 2019.
En sus palabras ante periodistas, invitados e invitadas, durante la conferencia del presidente en Palacio Nacional, Eugenio Manuel narró como fue su camino para ser defensora. Proviene de una pequeña comunidad, de 300 habitantes, llamada Barranca Guadalupe en el Municipio Ayutla de los Libres, en Guerrero. Desde niña, dijo, “sentí gran dolor en mi corazón; en mis brazos murieron mis dos hermanos pequeños; los mató el sarampión. Nunca nos vacunaban, no teníamos caminos, ni escuelas, esos gobiernos nos olvidaron, creo que por ser indígenas.”
A los seis años, presenció el maltrato de un hombre de la comunidad hacia su esposa, entonces embarazada: “La golpeó, la señora se sangró, y poco después, esa señora se murió, por el golpe que le dio su marido. Y no le hicieron nada a ese señor.” En ese momento, su padre le habría inculcado ir a aprender español: “Viste a esa señora, que no habló? Tu vas a ir a aprender español, y escribir, para que puedas regresar y ayudar a tu comunidad, porque aquí no participan las mujeres.”
Así fue que Eugenio Manuel, a los 12 años, migró al municipio de Ayutla para aprender y atender la secundaria. Sin embargo, la familia donde se quedaba también la maltrató, y no pudo terminar su bachillerato, por falta de dinero. Contó como a partir de 1994, con el levantamiento zapatista, llegaban al ayuntamiento militares, acusando a las y los habitantes de ser zapatistas. “Entraban a las casas y mataban gallinas y chivos, pero ni se los comían, ahí los dejaban tirados.” En ese mismo años, narró, violaron a cuatro mujeres de su pueblo. Pero ellas no se atrevieron a denunciar y el crimen quedó en la impunidad.
En 2002, la defensora junto con otras personas fundó Opim, A.C., para promover el derecho a la educación, la salud y la vivienda. “Pero para ellos, que tu conoces a tus derechos, eres una persona de alta peligrosidad, entonces, nos matan, nos asesinan.” Contó como hasta el día de hoy, personas de su comunidad han sido asesinadas, injustamente encarceladas y criminalizadas, por realizar la labor de defensa de Derechos Humanos.
“Recibir este reconocimiento vale mucho para mí”, continuó, pero también sería una gran responsabilidad de ser mujer, por ser indígena: “Mi conciencia me dice que debo seguir luchando por los derechos humanos”. No podría quedar callada, al conocer a diaro muchas mujeres que son acosadas, atacadas, asesinadas.
Por eso, pidió que “la violencia contra las mujeres, en los pueblos, las montañas, sierras, ciudades, calles, transportes, en fábricas, oficinas, escuelas, y universidades, ¡se acabe de una vez por todas! ¡Ya no queremos ni un violador más en nuestro camino!”, exclamó Eugenio Manuel. Recordó al presidente que siempre pone enfasis en “primero los pobres”, y “los pueblos originarios, somos los más pobres”.
También, pidió apoyo para policías comunitarios, y que el gobierno federal entregue las obras públicas de manera directa a los municipios, o mediante el comité nombrado por la Asamblea, para evitar la corrupción en el ámbito local. Sus denuncias sobre irregularidades en la asignación de obras fueron lo que probablemente detonó su secuestro, en febrero de 2019.
Estos días, habrían sido el tiempo más duro en su vida, confesó la defensora, quien fue golpeada y amenazada, sin embargo, decidió denunciar el crimen. “Por eso estoy viva. Porque si otras organizaciones no conocieran mi trabajo, no estuviera yo aquí”, concluyó. Actualmente cuenta con medidas del Mecanismo de Protección de Personas defensoras de derechos humanos y periodistas.
El presidente Andrés Manuel López Obrador dijo en su discurso que “nosotros llegamos aquí a este Palacio después de luchar muchos años por la justicia y por los derechos humanos. Y ahora que estamos como autoridad, no podemos olvidar de dónde venimos y cuales son las causas que siempre hemos defendido.”
Destacó que la participación de las Fuerzas Armadas en las tareas de seguridad pública tiene como premisa actuar con respeto a los derechos humanos. “Antes, el principal violador de derechos humanos era el Estado. Ahora, no es así. Porque no se permite la violencia, la tortura, el aniquilamiento, las masacres, las desapariciones, la impunidad. Y si algún servidor público viola derechos humanos, es castigado.”
El jefe del Ejecutivo también otorgó la Mención Honorífica post mortem a Modesta Chávez de la Rosa, viuda de Margarito Díaz González, defensor del pueblo Wixárika, asesinado en Nayarit el 8 de septiembre, 2018. López Obrador se comprometió a reunirse con las comunidades de las galardonadas con el acompañamiento del subsecretario de Derechos Humanos, Población y Migración, Alejandro Encinas.
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