Oaxaca .- Al día de hoy, la Noche de Rábanos es una tradición consolidada y fuerte; el festejo está profundamente arraigado y es parte de las añejas y festivas celebraciones de la capital de Oaxaca; sin embargo, a lo largo de 122 años debió superar algunas vicisitudes que la fortalecieron; bebe sus raíces de usanzas prehispánicas, a la que se suman costumbres españolas y prácticas más modernas, y en Oaxaca de Juárez es tan sólida que hoy el Ayuntamiento que encabeza el Presidente Municipal, Oswaldo García Jarquín, ha programado múltiples actividades para preservarla.
El festejo se nutre de la ancestral tradición del Mercado de Vigilia de Nochebuena, de los festejos navideños; la primera exposición de rábanos data de 1875, organizada por la Sociedad Mutualista de Artesanos, de acuerdo con un documento del Cronista de la Ciudad, Jorge Bueno Sánchez.
En 1889 se realizó una exposición de flores de “La Plaza de la vigilia Navideña” en el periodo del Presidente Municipal, Francisco Vasconcelos, la cual es considerada como la primera edición en forma de la Noche de Rábanos, ahí floricultores y hortelanos provenientes de Trinidad de las Huertas y del Barrio de la Defensa exponían sus productos y, para atraer la atención de consumidores, realizaron figuras y esculturas labradas en el tubérculo.
Esta fiesta se ha prolongado hasta nuestros días, siendo un evento puramente oaxaqueño, así se ha logrado conservar y consolidar la tradición de esculpir los rábanos que se ha extendido a otros materiales como la flor inmortal, el totomoxtle, plasmando en ellos las y los hortelanos su imaginación e ingenio. El primer certamen se llevó a cabo un 23 de diciembre de 1897.
En la década de los 20 del siglo pasado todos los relatos periodísticos ya nombraban al festejo Noche de Rábanos. En 1922 el Ayuntamiento ordenó una redistribución de espacios para evitar el hacinamiento en el Zócalo y la Alameda de León. “La Noche de Rábanos continúa siendo esperada con entusiasmo, como todos los años… Noche en que nuestros abuelos se surtían de pescado para la confección de la comida de Vigilia del día siguiente. Hoy (1922) es una noche de paseo y para admirar las artísticas combinaciones de nuestros horticultores… que se empeñan por la mejor presentación de sus artículos en venta”. Fue ese año en el que, se presume, se acuñó el nombre actual.
En 1926 la celebración afronta su primer quebranto. El certamen se declaró desierto, sin premios.
En la década de los 30 la tradición cayó en un bache que apenas empleó poco más de un lustro para recuperarse. El 14 de enero de 1931, alrededor de las 20:00 horas, un terremoto de 7.8 grados, que duró tres minutos y 10 segundos, dejó prácticamente derruida a la ciudad de Oaxaca. La capital se despobló, muchas familias huyeron de los sismos, otras perdieron su patrimonio. “Oaxaca no sólo perdió gran parte de sus valores arquitectónicos, religiosos y civiles, además de documentos y archivos”, señala Alejandro Méndez Aquino en el libro “Noche de Rábanos. Tradiciones Navideñas Oaxaqueñas”.
Con el sismo colapsaron múltiples tradiciones y la celebración resultó damnificada. De este hecho el cineasta Sergei M. Eisenstein rodó una película de 11 minutos para documentar lo sucedido tras el fenómeno telúrico.
Una revisión a las ediciones decembrinas del diario El Oaxaqueño de 1931, 1932 y 1933 arroja que la celebración estuvo ausente de las crónicas periodísticas. Tras los sismos “llegaron personas de otros estados con otros usos y costumbres y perdiéndose gran parte de nuestro tesoro de tradiciones”, dice Méndez Aquino.
El domingo 23 de diciembre de 1934 el diario El Mercurio anunciaba “Esta noche tendrá lugar en la Alameda de León el Mercado de Rábanos, como se denomina tradicionalmente. Se han hecho preparativos para que la feria resulte animada”.
Y la fiesta sólo requiere tres años para su recuperación: “De todos los rumbos de la Ciudad, confundidos todos ricos y pobres y en franca algarabía recorrieron nuestro parque de “La Constitución” rememorando esta fiesta antiquísima que trae grandes recuerdos de nuestros antepasados”, indicaba El Oaxaqueño del lunes 24 de diciembre de 1934.
De acuerdo con el Cronista de la Ciudad, Jorge Bueno Sánchez, “la fiesta se recuperó plenamente en 1937” y el libro de Alejandro Méndez Aquino señala que “el regocijo popular volvió a reinar; el turismo nacional y extranjero se deleitaron con rábanos convertidos en tehuanas, chinas poblanas, charros, etc”.
Para 1938 las cosas ya estaban normalizadas e, incluso, los gobiernos estatal y municipal acordaron otorgar un premio al primer lugar y dos al segundo lugar.
En la presente edición, la novedad es que la jornada se extenderá por dos días. La Dirección de Cultura y Turismo del Ayuntamiento informó que el certamen de figuras en Flor Inmortal y Totomoxtle se realizará el 22 de diciembre con poco más de 40 participantes y, el día 23, la Noche de Rábanos tendrá 60 concursantes.