Ciudadania Express
Domingo 07 de julio, 2019. 02:31 pm

En el mar de la memoria de Wendy Castro Loaeza

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En el mar de la memoria de Wendy Castro Loaeza
Por  César Elí García
Oaxaca.-Wendy Castro Loaeza (1993-?) ha tenido una formación muy variada; desde lo académico
hasta lo tallereado y la experimentación constante, por ejemplo, alguna vez estuvo matriculada en la Escuela de Bellas Artes en la ciudad de Oaxaca, y tomo  un taller de grabado en el taller Rufino Tamayo, lo mismo varían las técnicas a las que recurre, lo que habla de su constancia como creadora, puede recurrir a la pintura, como al grabado y a la cerámica.  
 
Su mayor logro a la fecha ha sido participar en el “Havnefestival”  que se realiza cada año en Holanda, pero también ha tenido la oportunidad de exponer en la casa de la cultura de Oaxaca y en la galería de arte Jesús Villafán. 
                                                 
Wendy Castro Loeza  es la memoria de un infante, no en el sentido de ingenuidad, sino en la directriz de quien vuelve a esos años infantiles en busca de un punto de origen para explicarse el presente; su conclusión: la vida tiene una procedencia marina, desde un pez cotidiano, hasta caparazones de tortugas voladores impulsados por la música de una sirena.
 
Es inmediato delatar una influencia directa del surrealismo, por eso se presenta indispensable para entender su trabajo plástico prestemos atención a conceptos de la sicología, que manifiestan que el fenómeno de la percepción es un proceso emocional-cognitivo del que se bale la humanidad para interactuar con el medio que le rodea, en este caso dado el origen de Wendy  (Puerto escondido, Oaxaca) sus elementos son marinos, en lo inmediato pone de manifiesto la inmensidad del océano como espacio de incertidumbre en donde dialogan los opuestos; calma y tempestad, superficie y profundidad, transparencia y enigma. 
   
 
Que hay más inmediato que los restos de los objetos que a diario nos rodean dialogando con el ser que nos habita;  para Wendy los botes de pintura y las paletas desbordantes del pastoso oleo son esos objetos inmediatos, que en palabras de ella son las huellas de alguien que de apoco se vacía, los pasos hacia la muerte, para descubrir que solo quedan cascarones que nos recuerdan la certeza del mortuorio destino. Nos lo rectifica en sus esqueletos de peces en donde nos recuerda las estructuras y los andamiajes sobre los que se sostiene el cuerpo, lo hace con plena conciencia de la fuerza.  
 
Pese a esta visión un tanto fatalista y del predominio de los colores oscuros; Wendy no es frívola por que compensa con una paleta cálida, recordándonos que los contarios se complementan, los tonos naranja y amarillo quedan ahí como una luz que reconforta, que nos rectifica que la vida pese a su brevedad también posee lagunas de luz y color, incluso en lo más profundo del océano, los peces abisales han desarrollado la bioluminiscencia, este fenómeno natural sirve a Wendy como base para argumentar que en lo profundo de nuestra alma una luz nacida de nuestras memorias non guía. Nada más poético, nada más natural. Es pues el fenómeno de la luz lo que perturba constantemente la percepción de nuestra artista, que en el intento por explicarse los fenómenos físicos que de ella se desprenden, va dejando imágenes como prueba irrefutable de su instante.
 
 El trabajo de un artista es la eterna búsqueda por medio de la experimentación, aun con riesgo de perderse, se hace imprescindible tomar los riesgos. Wendy experimenta con técnicas diversas que van de la escultura a la pintura pasando por el grabado sobre soportes variados. Pero su búsqueda es más evidente en el color que en las formas.
 
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