Oaxaca.-Académico del Departamento de Física y Matemáticas de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México e Investigador Nacional Nivel II (SNI).
· El fenómeno también ocurrió en 2018 y está relacionado con el calentamiento acelerado del Ártico
Al igual que en el año 2018, el clima invernal del hemisferio norte ha sido afectado por el descenso del vórtice polar estratosférico. Este fenómeno corresponde a flujos de aire muy frío que tienen su origen en el polo y descienden sobre el continente; la combinación del movimiento rotatorio de la Tierra con diferencias de temperatura, densidad y humedad en distintas latitudes da lugar a ondas heladas que afectan significativamente a las actividades humanas y a la ecología del hemisferio.
En particular, durante los últimos días de enero de 2019 se registraron temperaturas extremadamente bajas en Chicago (30 grados centígrados bajo cero) y en Minnesota (48 grados centígrados bajo cero). Como referencia, en los mismos días la temperatura del polo sur se situó en 31 grados centígrados bajo cero.
Estos fríos extremos han generado una revisión profunda de la dinámica del vórtice polar por parte de la prensa estadounidense. El dióxido de carbono emitido como consecuencia de las actividades humanas y el consecuente derretimiento del hielo polar han provocado que el ártico registre una tasa de calentamiento muy superior a la del resto del planeta. Este hecho permite establecer un vínculo entre el calentamiento global antropogénico y el aumento en la frecuencia de inviernos extremadamente crudos.
Afortunadamente, para nuestro país, el descenso del vórtice polar ocurrido en 2019 no alcanzó las latitudes de nuestra frontera norte con las intensidades registradas a finales de enero de 20184.
En 2018 corrientes de aire cálido penetraron en el círculo polar boreal y actuaron como un filoso cuchillo que dio lugar a dos grandes masas de aire frío, las cuales al descender a los continentes generaron temperaturas inusualmente bajas, primero en América del Norte y después en Europa. Durante 2019, un fenómeno análogo ocurrió en América del Norte con aire cálido tropical (ver figura 1).
Las alteraciones en los patrones de las corrientes atmosféricas, producto del deshielo del Ártico, también contribuyen a la generación de fenómenos meteorológicos extremos tales como ondas de calor mortales y huracanes de gran intensidad en verano y otoño. Dado que las concentraciones de gases de efecto invernadero no han dado marcha atrás, es muy probable que siga aumentando la frecuencia de fenómenos extremos relacionados con el cambio climático.
Para confrontar exitosamente los escenarios provocados por la crisis ambiental que atraviesa la humanidad, es necesaria la óptima colaboración entre la comunidad científica, la ciudadanía no especializada y los diversos sectores del gobierno. A final de cuentas, la física inherente al cambio climático es accesible, aunque no es trivial.
Una falta de movilización sustentada en el conocimiento tendría consecuencias irreversibles, pues las alternativas de solución desaparecerían antes de que nos demos cuenta. Esto pondría en entredicho la viabilidad de la civilización a finales del presente siglo.
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