Agencias
Oaxaca.-En su célebre Historia del siglo XX, el famoso historiador británico Eric Hobsbawn, opinaba que “una de las mayores crueldades de nuestro siglo han sido las crueldades impersonales de la decisión remota, del sistema y la rutina”. Esta impersonalidad, podía desencadenar la muerte y la mutilación de manera masiva con la simple acción remota de “apretar un botón o levantar una palanca”.
Una de estas referencias la hizo hacia el lanzamiento de las primeras dos bombas atómicas sobre dos ciudades japonesas, durante la Segunda Guerra Mundial. Es en el aniversario de este trágico evento en que, por desgracia, el mundo aún vive al asecho de armas y técnicas bélicas que permiten la famosa impersonalidad de asesinar a la distancia, donde ya no hay que empuñar un arma, sino dirigirla.
El 6 de agosto de 1945, a las , un Boeing B-29, bautizado Enola Gay, dejó caer a Little Boy, una bomba que devastó 13 kilómetros cuadrados de la ciudad y puerto industrial de Hiroshima, llevándose la vida de casi 80 mil personas, que murieron rápidamente en la tormenta de fuego resultante, con otros 70 mil que resultaron heridos, de los cuales morirían por las secuelas de quemaduras graves y la radiación.
Tres días después, el nueve de ese mismo mes, se sumaría la muerte de otras 40 mil personas junto a otros 60 mil heridos con el lanzamiento de “Fat Man”, sobre Nagasaki, otro importante complejo industrial en las montañas en al sur del archipiélago japonés.
Ambas armas fueron el producto de una investigación militar secreta del gobierno de los Estados Unidos, que empezó modestamente en 1939 y se incrementó hasta contratar a más de 130,000 mil empleados y gastar 23 mil millones de dólares.
El después famoso Proyecto Manhattan, nació de la necesidad de aventajar a Alemania Nazi en la creación de la bomba atómica. El éxito llegó en julio de 1945, con con la explosión del primer prototipo nuclear, Trinity. Detonado con éxito a unos 200 kilómetros con la frontera mexicana, puso a disposisión el arma bélica más poderosa de la historia
La historia subsiguiente es relativamente bien conocida. Con la guerra concluida en Europa, Japón aún tenía la inquebrantable determinación de no renunciar a la lucha hasta el final. Las armas nucleares no eran indispensables para que Estados Unidos consiguiera la victoria, que para ese entonces ya estaba absolutamente asegurada.
La potencia, sin embargo, afirmaba que era “era un medio de salvar vidas de soldados estadounidenses”.
Por otra parte, también es posible que lo que haya inducido a los comandantes de Estados Unidos a utilizarlas fue el deseo de amedrentar a la Unión Soviética.
En primer lugar para evitar que estuviera en la mesa de negociaciones tras la derrota de Japón, pero también para demostrar la supremacía militar su supremacía militar en esa región.
Los Hibakusha (del japonés hi “afectado” + baku “explosion” + sha 者 “persona) se convirtieron en una generación de sobrevivientes de las bombas, obligados a aguantar, junto a sus hijos, una severa discriminación en sus prospectos de matrimonio y trabajos por la persistente ignorancia de los efectos de la radiación en los seres humanos.
Junto a los habitantes de varias islas del Pacífico (donde se realizaron varias pruebas) también fueron las primeras personas forzados a desplazarse por la inhospitalidad de las primeras armas nucleares.
74 años después de la decisión de convertir a Hiroshima y Nagasaki en los primeros dos escenarios de la llamada era nuclear, la historia sigue levantando fieros debates sobre la utilidad de estas armas y las pérdidas materiales, ambientales y humanas que producen.
En las décadas siguientes, se gestarían movimientos mundiales en contra de la utilización de armas nucleares.
De manera paralela, por desgracia, la creación de estos dispositivos no sólo aumentó de manera exponencial, sino también se han sofisticado para su lanzamiento, alcance y repercusión.
El reporte del 2019 del Instituto Internacional de Investigación para la Paz de Estocolmo, afirma que el mundo cuenta con 13,865 armas nucleares. Las cinco potencias del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (Estados Unidos, Rusia, Francia, Reino Unido y China) gozan de la prerrogativa del Derecho Internacional, que ellas mismas han redactaron, para crear y poseer armas nucleares.
Otros países como India, Pakistan, Israel, también las poseen fuera de la ley internacional. Pese a que los números han caído casi a un cuarto comparados al número de arsenales que existían en la Guerra Fría.
La última década ha conocido de manera angustiosa la posesión de armas nucleares en Corea del Norte, con la subida de tensiones entre este país y los Estados Unidos.
El año pasado, el Reloj del Apocalipsis, que es un símbolo que representa la probabilidad de una catástrofe global por armas nucleares, redujo nuestro tiempo en la tierra a “a dos minutos”.
La retirada de EE. UU. de su Plan de Acción que había firmado con el gobierno iraní para su desnuclearización, y la constante del presidente Trump para modernizar las ojivas nucleares son la causa de tan bajo pronóstico sobre la propia existencia humana
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