Oaxaca.-El impacto de un asteroide en Chicxulub, Yucatán hace 66 millones de años, provocó la última gran extinción en masa y afectó a casi el 70 por ciento de las especies, entre ellas los dinosaurios y la demás biodiversidad continental y marina del planeta.
Este evento sucedido en la Península de Yucatán ha sido ampliamente estudiado por científicos, quienes llegaron a la conclusión de que las extinciones sucesivas fueron producto del cese de la fotosíntesis tras la oscuridad generada por la nube de polvo resultante del evento cósmico.
Sin embargo, científicos de Estados Unidos, Reino Unido, Alemania y España, descartan esta hipótesis tradicional y señalan que los efectos ambientales subsecuentes podrían estar relacionados con la "rápida acidificación de los océanos", fruto de la emisión de gases a la atmósfera.
En un estudio publicado este lunes en la revista estadounidense Proceedings of the National Academy of Sciences, los investigadores aseveran que tras el impacto se dio un incremento en las concentraciones de CO2 disuelto en el agua, lo que dio lugar a la acidificación del océano, que tiene implicaciones para el ciclo del carbono marino.
"El colapso ecológico resultante en los océanos tuvo efectos duraderos para el ciclo global del carbono y el clima", explica el documento.
Los autores incluyen en su estudio un modelo que simula los cambios globales en la geoquímica de los océanos.
Los datos obtenidos sugieren que la actividad volcánica tras el impacto del Chicxulub no se incrementó y, por tanto, no influyó en la extinción masiva del Cretácico final.
Asimismo, pese a la rápida evolución del plancton y la "productividad primaria" en los océanos, la restauración completa de los ecosistemas marinos ocurrió lentamente.
Para demostrar sus argumentos, los expertos analizaron 7 mil fósiles microscópicos marinos (foraminíferos) bien conservados, los cuales fueron recuperados de la mina de Geulhemmerberg en Países Bajos, donde se cree se preservan sedimentos de los primeros 100 a mil años posteriores al choque del meteorito a finales del Cretácico.
Fueron analizadas además otras muestras procedentes de varias localidades en Estados Unidos y de sondeos oceánicos en el Atlántico y en el Pacífico.
Pruebas geoquímicas de carbono y boro a las conchas de estos protistas indicaron que en ese periodo se produjo un descenso de 0,25 en el pH de las aguas y un aumento en la presión atmosférica parcial de dióxido de carbono (CO2) equivalente a 700 ppm (partes por millón).
"Esta caída de pH medida puede ser una estimación conservadora de la magnitud total de la acidificación inducida por el impacto", detalla la investigación.
Este fenómeno podría explicar la extinción masiva de especies pelágicas calcificantes (corales, crustáceos y moluscos) entre el Cretácico y el Paleógeno, en comparación con otros tipos de seres como los dinoflagelados.
El incremento en las concentraciones de CO2 disuelto en el agua da lugar a la acidificación del océano, que provoca la disminución de las tasas de calcificación de esos organismos e "implicaciones para el ciclo del carbono marino".
Con información de RT Noticias
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