Oaxaca.-Varios estudios con diversos enfoques se han dedicado al uso ritual de huesos humanos y animales en Mesoamérica, especialmente en el marco de los ritos funerarios y sacrificiales.
Arqueólogos, antropólogos físicos, historiadores e incluso etnólogos han analizado cómo los huesos de los difuntos, las victimas sacrificiales y los animales cazados eran conservados, limpiados, adornados, quemados, enterrados o colocados en lugares específicos con diversos propósitos.
Entre los cuales se pueden mencionar el culto a los ancestros, la exhibición de trofeos, asegurar un destino póstumo favorable o propiciar la regeneración de las víctimas animales y humanas.
Si bien los ritos estudiados conciernen a menudo a la totalidad del esqueleto, sabemos que los pueblos mesoamericanos reservaban un tratamiento especial a ciertas regiones anatómicas, por ejemplo, los huesos largos, como lo han documentado algunas etnografías.
Otro tema que ha sido objeto de estudio es la comparación entre estas prácticas en humanos y animales, en el marco de una cosmovisión que asociaba estrechamente la guerra y la cacería (Graulich, 1997; Olivier, 2015).
Los rituales prehispánicos en los que se utilizan cabezas cercenadas o cráneos con mandíbula ya esqueletizados han sido ampliamente documentados (Moser, 1973; Chávez Balderas, 2014; 2017) Su importancia: religiosa radica en la concepción que los antiguos mesoamericanos tenían el cuerpo humano.
La cabeza piensa, mira, huele y en ella se concentran los sentidos: es “la que se hace famosa” (López Austin, 1980, I, 182-185). En ella están los rasgos que nos distinguen de los demás, y, paradójicamente, tras la descomposición éstos se vuelven homogéneos (Chávez Balderas, 2010).
Por si fuera poco, los antiguos nahuas creían que una de las almas que habitaban el cuerpo residía en la cabeza: el tonalli.
A pesar de la importancia de esta parte corporal, un aspecto que no ha llamado la atención de los especialistas es el tratamiento ritual concreto de los maxilares y mandíbulas, ya sea de los cautivos de guerra, los esclavos sacrificados o de ciertos animales.
¿Por qué era importante esta parte del cráneo?
Anatómicamente, los maxilares y las mandíbulas son la porción más heterogénea del cráneo, por la presencia de las piezas dentales, que en condiciones normales tiene una muy buena preservación. Además, la región oral se vincula con dos actos de vital importancia: la alimentación y el habla.
El objetivo de este libro es reunir la documentación disponible sobre las prácticas rituales centradas precisamente en estos elementos anatómicos –maxilares y mandíbulas–, tomando en cuenta los materiales arqueológicos, los estudios más recientes de la bioarqueología, las escasas pero importantes referencias en las fuentes escritas e iconográficas y los resultados de las investigaciones etnográficas realizadas en pueblos indígenas que hoy en día siguen llevando a cabo rituales con las mandíbulas de los animales cazados.
Después de reunir una documentación dispersa, y en vista de la coincidencia temática de la mayoría de los datos recabados, nos pareció importante abarcar el área mesoamericana en su conjunto.
Asimismo, consideramos que algunos datos históricos y etnográficos procedentes de otras áreas geográficas que dan cuenta de prácticas semejantes pueden arrojar luz –con las debidas reservas que implica este tipo de comparación– sobre su significado en territorio mesoamericano.
Con informacion de INAH
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