Como buen augurio de una carrera y presencia sobresalientes en el teatro nacional, el 17 de febrero de 1951 se estrenó en el Palacio de Bellas Artes la obra Los signos del zodiaco, con texto original del dramaturgo Sergio Magaña, de 26 años, bajo la dirección de Salvador Novo, entonces director del Departamento de Teatro del INBAL.
Esta obra marcó un hito al poner sobre el escenario del Palacio de Bellas Artes el retrato completo de una típica vecindad de la Ciudad de México, incluidos los personajes que la habitan, seres definidos por una determinación social, como apuntan algunos autores.
El cronista, dramaturgo y ensayista José Joaquín Blanco en su artículo Los signos del zodiaco (1997) reivindica el talento y originalidad de Magaña: “Su lenguaje coloquial es admirablemente efectivo, natural, y su vitriólica sátira a la clase media baja no ha tenido parangón”. Este hecho anticipa lo que autores como Oscar Lewis, Carlos Fuentes, Fernando del Paso y José Agustín mostraron en sus obras: Los hijos de Sánchez, trabajo antropológico, y las novelas La región más transparente, José Trigo y De perfil, respectivamente, añade.
Dicha pieza es definida también como un drama naturalista que expone el microcosmos de una vecindad en la que los personajes viven una marginación causada por una cotidianidad patética; y en esta línea naturalista destaca Pequeño caso de Jorge Lívido (1958), sobre una anécdota policiaca, así como Los motivos del lobo (1965), relato que Magaña se construye a partir de una noticia periodística.
Una generación sin igual
En el marco de la campaña “Contigo en la distancia”, de la Secretaría de Cultura del Gobierno de México,, se recuerda que Sergio Magaña Hidalgo (24 de septiembre, 1924), originario de Tepalcatepec, Michoacán, siempre estuvo rodeado de grandes maestros, como Agustín Yáñez, Julio Torri, Rodolfo Usigli y Seki Sano; fue compañero de escritores y escritoras de la talla de Jaime Sabines, Ricardo Garibay, Rosario Castellanos, Jorge Ibargüengoitia, Luisa Josefina Hernández y Emilio Carballido, quien lo alentó a escribir teatro.
Magaña Hidalgo perteneció también a una generación de creadoras y creadores escénicos, formados en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, quienes buscaban la experimentación formal, el dominio de la técnica de composición dramática y exponer en el teatro la realidad nacional.
Inicios y evolución
Desde los primeros relatos se vislumbró su talento en cuentos como El ángel roto (1946), El padre nuestro (1947) y Tírele al negro (1949), esta última con evocaciones autobiográficas sobre un joven pobre, sensible y vulnerable, o La mujer sentada (1950) con un estilo costumbrista.
La obra Moctezuma II, estrenada en 1954 con actuación de Ignacio López Tarso, con la dirección de André Moreau, es considerada la primera tragedia de la dramaturgia mexicana, con estructura del género clásico, además de apegarse al modelo shakesperiano sobre la universalidad de la lucha por el poder.
Magaña fue un autor que siempre procuró renovarse, por lo que incursionó en el teatro musical, en el que destacaron sus obras Rentas congeladas, estrenada en 1960 bajo la dirección de Virgilio Mariel; El mundo que tú heredas, que tuvo su estreno en 1970, dirigida por Julio Castillo y Santísima, cuya puesta en escena se realizó en 1980, entre otras.
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