Oaxaca.-Considerado por artistas y críticos como un orfebre que supo compaginar las artes plásticas con la poesía, el pintor duranguense Ángel Zárraga Argüelles (1886-1946) es recordado este 16 de agosto en el 143 aniversario de su natalicio como el artífice cuya obra transcendió fronteras y representante del arte mexicano en la primera mitad del siglo XX, y fue motivo de admiración por el carácter íntimo y expresivo que daba a los rostros de sus personajes.
En el marco de la campaña “Contigo en la distancia”, la Secretaría de Cultura y el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL), a través del Museo Nacional de Arte (Munal), recuerdan el nacimiento del artista, quien, a muy temprana edad, alcanzó el reconocimiento internacional.
Aun cuando fue poco conocido en México, ya que más de la mitad de su vida radicó en Europa, el pintor duranguense tuvo vínculos con las principales corrientes artísticas de la época, como el cubismo, que practicó por un tiempo, y el muralismo mexicano, aunque se le considera dentro del realismo simbólico.
Recordado a 134 años de su natalicio, Zárraga Argüelles nació el 8 de agosto de 1886. Se trasladó a la Ciudad de México en 1903 para ingresar a la Academia de San Carlos, donde fue alumno de José María Velasco, Santiago Rebull y Julio Revueltas; tiempo en el que también entabló una sólida amistad con Saturnino Herrán y, sobre todo, con Diego Rivera.
Luego de entrar en contacto con intelectuales y artistas del Ateneo de la Juventud y la Revista Moderna, con el consentimiento de su familia y la intención de perfeccionar sus estudios, en 1904 viajó a París, donde fue recibido por el poeta Rubén Darío, quien entonces era cónsul de Nicaragua en esa ciudad. Gracias a una carta de recomendación escrita por Amado Nervo, Darío puso al joven artista mexicano en contacto con sus colegas y artistas residentes, tanto en Francia como en España.
Se sabe que primero estudió en la Real Academia de Bruselas, Bélgica, bajo la dirección del pintor Isidore Verheyden, para después mudarse a España, donde permaneció tres años. En ese tiempo expuso en dos ocasiones, la primera de manera grupal con cinco obras en el Museo del Prado en 1906, y la segunda en el Salón de Independientes, un año después.
Su interés por la poesía
Luego de su itinerancia por Europa, Zárraga volvió a México para mostrar su trabajo a los artistas de la época; no obstante, regresó a Francia en 1911 para presentar en el Salón de Otoño los óleos Exvoto (San Sebastián) y El don, que fueron objeto de admiración de la crítica parisina, lo cual constituyó el inicio de una exitosa carrera del pintor mexicano.
Si bien fue un artista que se mantuvo alejado de la política, era un católico devoto, y aparte de pintar, escribió poesía, crónicas y ensayos sobre cuestiones artísticas. En un momento en el que el autor se encontró en una fase de búsqueda y perfeccionamiento artístico se interesó en la lírica. Entre sus poemarios más conocidos destacan Oda a Francia y Tres poemas. Incursionó también en el teatro, y elaboró decoraciones escenográficas para la obra Antonio y Cleopatra de Williams Shakespeare.
Fue hasta 1941 que el artista regresó a México y montó un estudio en el cual impartió clases y, por encargo del arquitecto Mario Pani, inició ese año un mural en los salones del Club de Banqueros del edificio Guardiola, con el tema de la riqueza. Hacia 1943 comienza su obra de mayor envergadura con los murales en la Catedral de Monterrey.
Su estancia en Europa le permitió estudiar con los maestros franceses Pierre-Auguste Renoir y Auguste Rodin. Además, se adentró en el conocimiento de las vanguardias, particularmente en el cubismo, del cual se aleja después; sin embargo, afianzó un estilo propio que le valió el reconocimiento de muchos pintores de la época.
El poeta Rubén Darío dedicó atención a la obra de Zárraga, pues no sólo le escribía críticas, sino que recogía las que otros hacían al pintor mexicano, como la del italiano Rodolfo Panichi, quien relacionó la obra del artista con Rembrandt, Moroni, Tintoretto, Velázquez y Goya. Asimismo, el también diplomático hizo un recuento de la obra de Zárraga en España en el que se incluyen los cuadros La vieja que ora, La mala consejera, El don, Marta y María, La novia y La bailarina desnuda, por mencionar algunas.
Su obra en el Munal
Entre las obras de Zárraga resguardadas en el Munal, resalta Exvoto (San Sebastián), óleo que muestra una amalgama entre la religiosidad y el erotismo, temas constantes en el arte modernista. La pasiva languidez de la figura de San Sebastián contrasta con la severidad de la mujer postrada a sus pies.
Poco antes de su muerte, el pintor trabajaba en un proyecto de cuatro frescos en la Biblioteca México denominados La voluntad de construir, El triunfo del entendimiento, El cuerpo humano y La imaginación, pero sólo concluyó el primero. Ángel Zárraga falleció en Cuernavaca, Morelos, el 22 de septiembre de 1946.