Irma Gallo/Colaboracion
Oaxaca.-Nacida en Buenos Aires, pero emigrada a Francia desde 2007, Ariana Harwicz escribe sobre la extranjería, la opresión de la maternidad, la violencia, el goce y la extrañeza del sexo, y todo ello haciendo uso de una experimentación estilística que conjuga poesía con prosa narrativa y en la que los párrafos largos, sin punto y aparte, corren cual caballos desbocados, feroces.
Autora de las novelas Matáte, amor (Dharma Books, 2019), con la que ganó el Premio al Mejor Libro del Año que entrega La Nación y cuya traducción al inglés fue finalista del Man Booker; Degenerado (Anagrama, 2019); La débil mental (Mardulce, 2015) y Precoz (Rata, 2016), y del ensayo Tan intertextual que te desmayás, en coautoría con Sol Pérez (Ediciones Contrabando, 2013), Harwicz participará en la Feria Internacional del Libro de Oaxaca 2020 en una mesa con la ecuatoriana Mónica Ojeda y la mexicana Yael Weiss.
En entrevista vía zoom desde Francia, dice, con respecto a esta participación en la FILO “además de la escritura en sí, que es el gran placer, la gran felicidad, el gran alivio; lo otro maravilloso es esto, que es ahora virtual pero que siempre fue allí, con el cuerpo, que es discutir, pensar, estar de acuerdo, no estar de acuerdo. A mí me encanta no estar de acuerdo. No busco la obsesión de la complacencia, de la puesta en común de ideas. Me gusta mucho, y espero que se note, conversar y charlar los libros de escritores de otras lenguas, de otras realidades políticas, de otras guerras, de otras latitudes. Es una de mis grandes fuentes de felicidad”.
Aunque Harwicz confiesa no haber leído a Yael Weiss, conoce bien la obra de Mónica Ojeda, y dice que además de que las dos escriben en “un género cruzado entre prosa y poesía”, las hermana el tema de la violencia en sus obras.
Pero, ¿será este tema, doloroso e insistente, una manera de recordar la literatura escrita por mujeres latinoamericanas a principios del siglo XXI?
“Ojalá que sí y ojalá que no”, responde la escritora. “Ojalá que sí, porque, si miramos, como vos decís, el corpus de textos que más se leen, circulan, se retoman, que están vivos, de las escritoras latinoamericanas, sin duda uno de los ejes, una de las matrices, es la violencia. Pero por otro lado, me gustaría que sobrepase la noción de la escritora latinoamericana, mujer, del siglo XXI. Me gustaría que no quede cristalizado, anquilosado en esa categoría. Por supuesto que es una categoría de análisis, pero no me gusta que nos vean desde el cliché, desde el lugar común más cómodo a los latinoamericanos. Así que ojalá que quede pero ojalá que no nos quedemos solo como eso”.
Con respecto a su propio proceso de escritura, Ariana Harwicz cuenta que se volvió escritora al mismo tiempo que se convirtió en madre y en extranjera.
“Ahí se arma un núcleo identitario. Yo no era escritora antes de ser extranjera y yo no era escritora antes de ser madre. Y justo dio la casualidad –que no es una casualidad– en que tuve un hijo, me volví extranjera, por elección las dos cosas, y escribí Matáte, amor y luego las otras novelas y ensayos. Entonces, en mi escritura va unida esa búsqueda estilística de la que hablabas antes con la experiencia profunda, perturbadora de ser madre y de ser extranjera, las dos cosas. Y quizá ser madre es ser extranjera también. Entonces se arma todo un nudo ahí, que si fuera al psicoanalista se lo diría, pero como no voy, te lo digo a vos que no me vas a cobrar”.
Dejar de ser Ariana para volverse “la madre”. Un cambio que para Harwicz fue “muy fuerte semánticamente, lingüísticamente, identitariamente”, dice. Esto terminó de construirla como extranjera porque la convirtió en la depositaria de una mirada “desde afuera”; ese “asombro ontológico de que sos algo para siempre”, concluye.
La mesa “En la cuerda floja de la literatura”, con las escritoras Ariana Harwicz, Mónica Ojeda y Yael Weiss, se llevará a cabo este martes 20 de octubre a las 17 h desde el FB Live de la FILO.
Irma Gallo
Nacida en Buenos Aires, pero emigrada a Francia desde 2007, Ariana Harwicz escribe sobre la extranjería, la opresión de la maternidad, la violencia, el goce y la extrañeza del sexo, y todo ello haciendo uso de una experimentación estilística que conjuga poesía con prosa narrativa y en la que los párrafos largos, sin punto y aparte, corren cual caballos desbocados, feroces.
Autora de las novelas Matáte, amor (Dharma Books, 2019), con la que ganó el Premio al Mejor Libro del Año que entrega La Nación y cuya traducción al inglés fue finalista del Man Booker; Degenerado (Anagrama, 2019); La débil mental (Mardulce, 2015) y Precoz (Rata, 2016), y del ensayo Tan intertextual que te desmayás, en coautoría con Sol Pérez (Ediciones Contrabando, 2013), Harwicz participará en la Feria Internacional del Libro de Oaxaca 2020 en una mesa con la ecuatoriana Mónica Ojeda y la mexicana Yael Weiss.
En entrevista vía zoom desde Francia, dice, con respecto a esta participación en la FILO “además de la escritura en sí, que es el gran placer, la gran felicidad, el gran alivio; lo otro maravilloso es esto, que es ahora virtual pero que siempre fue allí, con el cuerpo, que es discutir, pensar, estar de acuerdo, no estar de acuerdo. A mí me encanta no estar de acuerdo. No busco la obsesión de la complacencia, de la puesta en común de ideas. Me gusta mucho, y espero que se note, conversar y charlar los libros de escritores de otras lenguas, de otras realidades políticas, de otras guerras, de otras latitudes. Es una de mis grandes fuentes de felicidad”.
Aunque Harwicz confiesa no haber leído a Yael Weiss, conoce bien la obra de Mónica Ojeda, y dice que además de que las dos escriben en “un género cruzado entre prosa y poesía”, las hermana el tema de la violencia en sus obras.
Pero, ¿será este tema, doloroso e insistente, una manera de recordar la literatura escrita por mujeres latinoamericanas a principios del siglo XXI?
“Ojalá que sí y ojalá que no”, responde la escritora. “Ojalá que sí, porque, si miramos, como vos decís, el corpus de textos que más se leen, circulan, se retoman, que están vivos, de las escritoras latinoamericanas, sin duda uno de los ejes, una de las matrices, es la violencia. Pero por otro lado, me gustaría que sobrepase la noción de la escritora latinoamericana, mujer, del siglo XXI. Me gustaría que no quede cristalizado, anquilosado en esa categoría. Por supuesto que es una categoría de análisis, pero no me gusta que nos vean desde el cliché, desde el lugar común más cómodo a los latinoamericanos. Así que ojalá que quede pero ojalá que no nos quedemos solo como eso”.
Con respecto a su propio proceso de escritura, Ariana Harwicz cuenta que se volvió escritora al mismo tiempo que se convirtió en madre y en extranjera.
“Ahí se arma un núcleo identitario. Yo no era escritora antes de ser extranjera y yo no era escritora antes de ser madre. Y justo dio la casualidad –que no es una casualidad– en que tuve un hijo, me volví extranjera, por elección las dos cosas, y escribí Matáte, amor y luego las otras novelas y ensayos. Entonces, en mi escritura va unida esa búsqueda estilística de la que hablabas antes con la experiencia profunda, perturbadora de ser madre y de ser extranjera, las dos cosas. Y quizá ser madre es ser extranjera también. Entonces se arma todo un nudo ahí, que si fuera al psicoanalista se lo diría, pero como no voy, te lo digo a vos que no me vas a cobrar”.
Dejar de ser Ariana para volverse “la madre”. Un cambio que para Harwicz fue “muy fuerte semánticamente, lingüísticamente, identitariamente”, dice. Esto terminó de construirla como extranjera porque la convirtió en la depositaria de una mirada “desde afuera”; ese “asombro ontológico de que sos algo para siempre”, concluye.
La mesa “En la cuerda floja de la literatura”, con las escritoras Ariana Harwicz, Mónica Ojeda y Yael Weiss, se llevará a cabo este martes 20 de octubre a las 17 h desde el FB Live de la FILO.
Colaboración con : https://lalibretadeirmagallo.com/