En entrevista con la CNL, el ensayista y poeta Juan Domingo Argüelles consideró que Beatriz Espejo es una de nuestras mejores cuentistas, “desde Muros de azogue, que publicó en 1979, hasta Si muero lejos de ti, de 2011, pasando por El cantar del pecador (1993), Premio Bellas Artes de Narrativa Colima para Obra Publicada, y Alta costura, de 1997, con el que obtuvo el Premio Bellas Artes de Cuento San Luis Potosí en 1996. Sus cuentos exploran la condición humana y son obras maestras de la introspección.
“Con frecuencia utiliza el humor, el sarcasmo y la ironía con efectos estilísticos dignos de su maestro Julio Torri, de quien, por cierto, escribió el mejor libro acerca de su vida y obra: Julio Torri, voyerista desencantado (1986). Seguramente también de Torri aprendió la brevedad y la precisión. En la historia del cuento mexicano y en las antologías de este género, la obra de Beatriz Espejo es siempre indispensable. Ha legado a las letras nacionales una narrativa de primer nivel.
“Beatriz Espejo ha sido maestra de muchas generaciones. Lo ha hecho con la cátedra, con la investigación y también con su propia literatura. Nunca se ha sentido menos junto a nadie, y tiene razones para ello. Es una escritora que abrió brecha a la que vinieron después de ella, y siempre se ha preocupado porque su literatura esté a la altura del arte. El estilo y la claridad siempre han sido prioridades en sus narraciones”.
Además, “incursionó con gran éxito en ese género ambiguo entre el periodismo y la literatura que es la entrevista. Ejemplo de ello es en Palabra de honor (1990), en el que reunió sus conversaciones con escritoras y escritores de primer nivel, como Katherine Anne Porter, Carlos Pellicer, Agustín Yáñez, Rodolfo Usigli, Andrés Henestrosa, Julio Cortázar, Juan José Arreola, Camilo José Cela, Rosario Castellanos y Enriqueta Ochoa”, dijo Argüelles.
Para el poeta y narrador Agustín Monsreal, se trata de una “bordadora de épocas y rosas” que al mismo tiempo defiende los temas locales y universales, y que tiene predilección por construir atmósferas. “Espejo conoce y domina su elocuente imaginación; ilumina con espontaneidad los claroscuros del alma humana para generar el riguroso tapiz de una obra cuentística que se inscribe con cabal y sobrada fortuna en la mejor historia de la literatura contemporánea mexicana”, expresó en un homenaje que le brindó el INBAL a la autora veracruzana en 2019.
En ese mismo homenaje, el narrador, ensayista y editor Hernán Lara Zavala refirió que, “con toda su obra, Beatriz ya puede unirse a Pita Amor, Amparo Dávila, Inés Arredondo, Elena Garro, Rosario Castellanos y Elena Poniatowska. Ya está con la pléyade de grandes escritoras”.
Beatriz Espejo estudió el doctorado en Letras españolas en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México, donde también fue profesora. Es integrante del Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM y directora fundadora de El Rehilete. Ha traducido a Katherine Anne Porter y Katherine Mansfield.
Además de los reconocimientos mencionados, obtuvo la Medalla al Mérito Literario Yucatán 2000; el Premio Universidad Nacional 2006, en el área de Creación Artística y Extensión de la Cultura, y la Medalla Bellas Artes, en 2009, por más de medio siglo de trabajo literario, entre otros. En 2001, el municipio de Oxkutzcab, Yucatán, creó el Premio Nacional de Cuento Beatriz Espejo.
La amplia obra narrativa de Espejo está compuesta por historias inspiradas en sus propias experiencias de júbilo y de quebranto. En su mayoría, sus protagonistas son mujeres que viven la angustia de la vida con gran pasión. Como muestra, figuran los volúmenes de cuentos Muros de azogue, La hechicera (1995), Alta costura, Marilyn en la cama y otros cuentos (2004) y Si muero lejos de ti, así como las novelas Todo lo hacemos en familia (2001) y ¿Dónde estás, corazón? (2014).