Oaxaca.-La medicina tradicional ha sido una alternativa terapéutica para un gran sector de la población rural sin acceso a la medicina alópata. Desde hace muchos años, las curaciones tradicionales se usan para la prevención de las enfermedades del cuerpo y del espíritu.
Con curaciones inusuales para nosotros como lamer el primer huevo de una gallina para las mujeres no sufran mucho y el parto, o comer carne de zorrillo para que a los niños no les dé tosferina, pues actúa como vacuna contra esa enfermedad. O recomendaciones como que en la fogata no se debe jugar, ni pelear con hermanos, con los tizones, ni con las brasas; se debe guardar respeto. Si alguien se espanta allí, se debe hacer la ceremonia para no enfermar o dejar el espíritu, así como, si cae un niño o una niña al suelo, se le debe pegar 12 veces y no enfermará.
Es por eso que el Programa Universitario de Estudios de la Diversidad Cultural y la Interculturalidad (PUIC) junto con el Centro de las Artes Indígenas del Totonacapan veracruzano trabajan en la creación de la escuela de medicina tradicional totonaca, cuyo modelo educativo quedará listo este mismo año.
Entre la zona arqueológica de Tajín y el Petén se ubica el Centro de las Artes Indígenas, en el Parque Takilhsukut. Ahí, los especialistas de la UNAM se reunieron con casi 70 médicos tradicionales, con el firme propósito de asegurar la tradición, y enseñarla con los mejores métodos posibles para resguardar este gran conocimiento que ha sobrevivido por milenios.
Pese a que los curanderos y hueseros son altamente demandados por la población mexicana para atender dolencias primarias, la transmisión de este conocimiento se está perdiendo debido a la migración de los jóvenes totonacas de Veracruz hacia Estados Unidos, resaltó el universitario.
"Nos dijeron: ?esto se está perdiendo; los jóvenes tienen poco interés y les resulta más atractivo irse al otro lado que convertirse en curanderos?, por lo que pidieron a la Universidad Nacional ayuda para crear una escuela de medicina tradicional", comentó Zolla Luque.
Desde la llegada de Hernán Cortés a la fecha, no ha habido una escuela para formar curanderos, parteras, rezanderos o yerberos; sin embargo, es una práctica que se ha mantenido, tanto que un gran número de personas acuden a ellos antes que al médico o a otros medios de atención como la acupuntura o el naturismo.
Es por eso, que la tarea de la UNAM es reunir a varios especialistas que "…diseñan el modelo educativo para esta escuela, que formará a curanderos de nueva generación, que así como tendrán que acudir a las cuevas a realizar sus ceremonias para el agua, regresarán a la computadora para registrar sus hallazgos o estudios."
Foto Gaceta Unam
Para ello, se pretende ofrecer una parte formativa con enseñanza de la filosofía, cosmovisión, usos y costumbres de los totonacas; los factores desequilibrantes de la salud, además de los conocimientos de herbolaria, apreciados por propios y extranjeros.
Actualmente, los expertos trabajan con 18 personas, sobre todo mujeres que requieren apoyo para llegar al sitio y terminar sus cursos. Esta escuela, remarcó, promoverá un conocimiento que ha prevalecido pese a todo.
"Confiamos en su importancia; la estamos creando con terapeutas de nuevo tipo, ya se tienen avances en cuanto al levantamiento de la información, de las plantas medicinales, los mercados, la detección de las principales enfermedades y causas de demanda de atención". Con regularidad, los investigadores del PUIC se reúnen con curanderos totonacas para afinar los detalles del modelo educativo.
Con información de Gacetaunam