Oaxaca.- “Esta ofrenda no es de fiesta, es de lucha y de protesta” es el lema que recorrió por las voces de las mujeres que salieron el pasado 31 de octubre a colocar flores, velas, aserrín, fotos y papel picado en distintos partes de Paseo de la Reforma, Ciudad de México a fin de exigir justicia para las víctimas, una vida libre de violencia, y alto a los casos de feminicidio, en un país donde 11 mujeres son asesinadas al día y 23 mil 148 están desaparecidas.
Desde las 11 de la mañana, mujeres y madres de víctimas de feminicidio o desaparición llegaron de poco a poco con cruces entre sus manos a los puntos de reunión: Metro Bellas Artes, Antimonumenta, Glorieta de las Mujeres que Luchan y Monumento a la Revolución, para revindicar la memoria de las víctimas, nombrar las problemáticas que las afectan y demostrar que la sororidad es la fuerza que las sostiene para seguir en la lucha, previo a la celebración del “Día de Muertos”.
Algunas de ellas portaron playeras con leyendas como “No perdonamos, ni olvidamos”, “Yo siempre te buscaré” y “Ni una más”, que hacen referencia al deficiente actuar de las autoridades mexicanas hacia delitos cometidos contra mujeres, a pesar de que entre enero y septiembre de 2021, se cometieron contra ellas: 736 casos de feminicidio, 149 secuestros, 192 mil 746 casos de violencia familiar, 15 mil 744 casos de violación, y 7 mil 205 casos de acoso u hostigamiento sexual, según datos del Secretariado Ejecutivo.
“México feminicida“
En la Glorieta de las Mujeres que Luchan, antes la Glorieta de Colón, 20 mujeres rellenaron con aserrín verde, rojo, y otros colores los espacios para dibujar el mensaje: “México feminicida” junto con la silueta de una mujer con el puño en alto, similar a la escultura que se colocó en septiembre de 2021 en este mismo sitio para nombrar a las madres de los 43 normalistas de Ayotzinapa y de los 49 bebés de la Guardería ABC, defensoras desplazadas, entre otras más.
“Poner la frase: México feminicida señala que el Estado mexicano está fallando, no es simplemente que las mujeres aparezcan muertas; por lo que siento que es muy poderoso que estemos haciendo esto en un espacio tan público a los ojos de muchas personas”, señaló en entrevista con Cimacnoticias, la defensora y participante de la ofrenda, Alejandra, quien no quiso proporcionar su apellido.
Con ayuda de cubetas, cartón, y sacos, las asistentes también colocaron una cruz con pétalos de flor de cempasúchil junto con varias veladoras, cruces moradas y un cartel en el que se podía leer: “Levantamos la voz por las que ya no están” mientras otras cinco mujeres escribieron con aserrín morado y fondo naranja: “Haremos Justicia”. A todas ellas ni el sol, ni la lluvia, el frío o el hambre las agobió para terminar la ofrenda, que tomó más de seis horas.
Marcela explicó que este compromiso que mantuvieron las asistentes fue para la defensora del colectivo “Antimonumenta” y es la manera efectiva de enseñar a las personas que el acompañamiento a las víctimas siempre es una herramienta efectiva para impulsar que sus nombres no sean olvidados y recordar que la “toma de espacios son motivados por cuestiones que no deben suceder”.
Agregó que por ello es importante que la población empatice con el movimiento feminista y comprenda que ante un caso de feminicidio o desaparición existe una obligación de brindar apoyo a las madres o familiares de esas mujeres. “Jamás nadie debería esperar a que le suceda algo así para ser solidario”, por ello además de esta actividad van a realizar otras dos antes de que termine el año enfocadas trabajar la memoria.
A la par otro grupo de mujeres pertenecientes al colectivo “Vivas y Libres” elaboraron una ofrenda en el patio oeste del Monumento a la Revolución, en donde se podía apreciar una puño en alto, una calavera, la leyenda “Vidas y Libres” junto con un corazón verde y morado, que hace alusión a la protesta en contra de la violencia de género y a favor del acceso pleno de las mexicanas a la interrupción legal del embarazo.
El elemento principal de toda la ofrenda fue un altar decorado con aserrín naranja, verde, morado, y lila en el que se colocaron las fotos de cuatro mujeres: Ingrid Escamilla (víctima de feminicidio por su entonces pareja en 2020, en Ciudad de México); Mara Castilla (víctima de feminicidio por un conductor de Cabify en 2017, en Puebla); Mariana de Lourdes (víctima de feminicidio en 2021, en Chiapas); y Victoria Salazar (salvadoreña, asesinada por policías en 2021, en Quintana Roo).
Parte de las ofrendas estaban acordonadas por listones de precaución, pero también por una serie de estandartes en lo que se podía leer: “No nos alcanzan las calaveras para las hermanas que nos arrebató la violencia”, lo que se comprobó de inmediato para las organizadoras, ya que empezaron a llegar nombres de víctimas de feminicidio o desaparición de todas partes de México vía redes sociales, para las cuatro de las tarde juntaron más de 25 nombres.
“No queremos que la violencia ni la muerte se haga tradición en este país, pues la idea de esto es resaltar que es una problemática que está y que tenemos que eliminar. Las cifras de impunidad en este país son altísimas, los pocos casos que han llegado a tener justicia es por la presión social que se hace y por el empuje del movimiento feminista, todos estos casos que la justicia no le ha dado respuesta”, declararon defensoras de la colectiva “Vivas y Libres”.
Llamaron a las mexicanas a visitar la ofrenda y el material que tienen disponible en sus redes sociales hasta el 2 de noviembre de 2021 con el objetivo de crear más redes de comunicación y consolidar más la sororidad para hacer frente a que 98 de cada 100 delitos quedan en la impunidad y sólo cinco por ciento de las mujeres víctimas de violencia sexual denuncia, producto de la desconfianza que existe hacia las autoridades, de acuerdo con datos del “Pacto por unas Justicia Abierta con Perspectiva de género”.
“¿A dónde van las desaparecidas?”
A un costado del Palacio de Bellas Artes y cerca de la estación del metro, un grupo más de mujeres se dieron a la tarea de acomodar un camino de flores con aserrín que conducía a tres ofrendas: una cruz de color rosa llena de cráneos y rodeada por papel picado, el cual denunciaba que 100 mil personas están desaparecidas en México; la segunda un puño en alto de color azul; y la tercera un altar con cruces, carbón y flores de papel maché. Todas ellas llamaban a la población a preguntarse “¿A dónde van las desaparecidas?”.
En el país hay 93 mil 358 personas desaparecidas o no localizadas hasta noviembre de 2021, de las cuales 23 mil 149 son mujeres y 70 mil 209 son hombres. Del total de mujeres, la mayoría han desaparecido en el Estado de México, Tamaulipas, Yucatán, Puebla, Guanajuato, Ciudad de México, Chihuahua, Nuevo León, y Jalisco, cuando tenían entre 5 y 25 años de edad, según cifras del Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas.
Estos mismos estados se localizan con los índices más altos de casos de feminicidio entre enero y septiembre de 2021, de los 736 casos de este delito: 110 ocurrieron en el Edomex; 54 en Jalisco; 45 en la CDMX; 42 en Nuevo León; 36 en Chihuahua; 28 en Puebla; 28 en Guanajuato; 4 en Yucatán; y 3 en Tamaulipas, de acuerdo con datos del Secretariado Ejecutivo.
A unos metros de las ofrendas, había algunas calaveritas literarias escritas sobre cartulinas y cartón. Una de ellas decía: “Nuestro cuerpos llevarás, pero nuestras hermanas tras nosotras en pie se quedarán”. Al mismo tiempo, un conjunto más de mujeres instalaron otra ofrenda en la “Anitimonumeta”, la cual es un puño en alto y fue colocada para exigir justicia por las víctimas de violencia de género y feminicidio.
En este lugar, las asistentes llenaron de pétalos de cempasúchil las casi 20 cruces que acompaña a la “Antimonumeta” junto con varias macetas con flores y un mapa de México que llevaba por título: “Estado feminicida”. Detrás de ello, se encontraba una ofrenda con fotos de periodistas, defensoras y menores de edad asesinadas, velas, alimentos, y otro mapa relleno de más fotos, la mayoría de casos que aún no han sido resueltos.
A pesar de que cada ofrenda fue situada en un espacio, hora y por mujeres distintas, todas ellas coincidían en demandar un alto a los casos de feminicidio y desapariciones, trataban de generar una reflexión sobre estas problemáticas y responsabilizar al Estado mexicano de la ausencia de justicia en casos relacionados con este delito. Para todas ellas, sus ofrendas no fueron de festejo, sino un medio de protesta y de que sus voces sean escuchadas.
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