En esta serie de conversaciones de divulgación artística, que forman parte del programa Aula virtual OCBA, niñas, niños, adolescentes y adultos conocerán algunos aspectos de la vida y obra de grandes compositoras y compositores, tanto mexicanos como extranjeros. Las y los visitantes virtuales de todas las edades podrán hacer preguntas que serán respondidas en tiempo real por el director artístico de la agrupación, Ludwig Carrasco.
En esta ocasión se hará un viaje al siglo XIX para conocer el proceso de creación de La gran fuga Op. 133, compuesta entre 1825 y 1826 y considerada uno de los testamentos artísticos sobre la capacidad humana de crear significado frente a la amenaza del caos.
Originalmente fue concebida como el movimiento final del Cuarteto op.130, pero tras la fallida aceptación del público en su estreno, el autor decidió publicar esta parte por separado y dar vida al Op. 133. Como un grito al borde del caos, el argumento de la fuga está armonizado; se trata de una lucha entre orden y anarquía.
La tarea de La gran fuga es dar sentido a la posibilidad del colapso, dar solución y propósito a la condición humana en medio de la incertidumbre. Ha adquirido fama debido a su dificultad técnica y su ruptura con las normas estéticas, armónicas y musicales del momento.
Ludwig van Beethoven fue uno de los más importantes e influyentes compositores de los siglos XVIII y XIX.
En 1782, a los 11 años, Beethoven estrenó su primera composición: Nueve variaciones sobre una marcha de Ernst Christoph Dressler. Conocido también por sus continuos problemas de salud y su carácter áspero, el compositor alemán creó obras maestras hasta el final de sus días que se han convertido en himnos. A las piezas de esta época se les conoce como del “periodo tardío”, caracterizadas por ser innovadoras e intensas.
Con problemas de sordera, Beethoven compuso la célebre Novena Sinfonía en 1823, declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura. Durante estos años, el Genio de Bonn se comunicaba con los más allegados a través de los “cuadernos de conversación”.
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