América Latina y el Caribe es la región que más tiempo lleva sin clases escolares presenciales por la pandemia. Países cono Panamá, Perú y Ecuador aún siguen bajo ese esquema, y Unicef demanda su reapertura.
“Se estima que por lo menos 3 millones de niños de esta región no volverá nunca a clases. Mientras más se alargue este periodo de cierre, menos posibilidades habrá de que muchos niños vuelvan”, explicó a la AFP Ruth Custode, oficial de Educación en Emergencias para América Latina y El Caribe en Unicef.
Desde su oficina en Ciudad de Panamá, la especialista lamenta que el reinicio de clase presenciales no esté entre las prioridades de varios países del continente.
“No puede ser posible que se abran los restaurantes, que se abran los centros comerciales, que se abran los casinos, que se abran los cines y que no se abran las escuelas. Creo que lo más importante es que tenemos que priorizar la apertura de las escuelas”, aseguró.
Algunos países de la región que siguen con las escuelas cerradas -14 en todo el mundo, hasta febrero de 2021, según un reporte de Unicef-, planean reabrir escuelas después de tener avanzado sus respectivos procesos de vacunación.
Un informe de Unicef precisa que el promedio mundial de cierre de clases presenciales por la pandemia ha sido de 95 días, mientras que en América Latina ha sido de 158, cuando el calendario escolar es de 190 días.
Al inicio de la pandemia, durante 2020, la especialista ecuatoriana reconoce que hubo incertidumbre y miedo, con padres y maestros pensando que la escuela podría ser un lugar de contagio.
La situación se prolonga en este 2021 en países con la infraestructura escolar deteriorada y que no cuentan con agua.
Sin embargo, dice, hay otras regiones “con los mismos y peores problemas” que han abierto sus escuelas.
“Cuando hablamos de evidencia, hay ya varios estudios que nos dicen que las escuelas no son el principal foco de contagio(…) No puede ser eso una causa para que las escuelas sigan cerradas”, aclaró.
“Es hora de actuar ahora, no podemos esperar más, las escuelas tienen que abrir. Usando protocolos de seguridad, las mascarillas, las recomendaciones están”, consideró.
De acuerdo con Custode, la escuela no es solo un sitio para aprender sino también un lugar de protección.
“En la escuela muchas veces los niños reciben la única comida nutritiva al día. Si no van a la escuela no tienen acceso a servicios de salud, de inmunización de protección”, detalló.
“Los niños han tenido durante un año encerrados niveles de estrés y angustia increíbles, se han incrementado los casos de violencia, el tema no solo de maltrato sino de abuso sexual, embarazo adolescente. Incluso ha habido casos de suicidio de jóvenes”, cuenta Custode.
Además, está la importancia de la socialización. “Los niños necesitan estar con sus maestros y sus pares. Mientras más días se prolongue esto, las consecuencias serán más graves”.
Los niños que han podido sostener en el tiempo sus clases virtuales, son aquellos con mejor conectividad, en zonas urbanas. Sin embargo, los más perjudicados son aquellos con discapacidad, migrantes, de zonas remotas o que están en condiciones vulnerables. “Esa inequidad va a agravarse con la pandemia”, explicó Custode.
Sin contar que la prolongada exposición a las pantallas por parte de los niños, que pueden generar “problemas de visión, de audición, de postura”.
Las diferencias se hacen más profundas, dijo, porque quienes tienen posibilidades han buscado una forma de que sus niños se sigan educando, vía ‘homeschooling -contratar un maestro en casa-. Pero los niños de los estratos más pobres no tienen esa opción.
“Todas estas son soluciones parche, porque nunca la educación presencial podrá ser reemplazada por una educación a distancia. Estamos formando ciudadanos del futuro, cómo vamos a formar esos ciudadanos si no tienen la oportunidad de socializar”, sostuvo.
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