Oaxaca.-El desarrollo económico y social de los países debe traducirse en mayor nivel de prosperidad para sus habitantes, donde uno de los factores determinantes son las oportunidades de empleo, el cual debe ser digno, decente y bien remunerado, independientemente de la etapa de la vida o la edad cronológica en que se encuentren las personas, especialmente porque a través del trabajo, se logra una vida digna, favoreciendo su pleno desarrollo.
El Derecho al Trabajo es un Derecho Humano, consagrado desde la propia Declaración Universal de los Derechos Humanos, la Constitución y los Tratados Internacionales de los cuales México forma parte. Tal derecho comprende no sólo tener un empleo, sino un salario suficiente y justo para satisfacer las necesidades de las y los trabajadores, y en su caso, la de sus familias, destacando por tanto la incorporación plena de las mujeres al trabajo remunerado, que además de contribuir a la actividad económica del país, mejora sus condiciones de vida, incidiendo en la reducción de los niveles de pobreza.
Por lo anterior, el cumplimiento del Derecho al Trabajo debe ser un tema prioritario, sin embargo, proyecciones internacionales como la del Fondo Monetario Internacional (2020), indican que durante el año 2021, el país alcanzará una tasa de desempleo del 5.8 por ciento respecto a la Población Económicamente Activa, lo que implica el nivel más alto de los últimos 25 años.
Es importante desatacar cómo dichas condiciones tienen un impacto diferenciado entre mujeres y hombres, afectando particularmente a las primeras, quienes experimentan frecuentemente importantes dificultades para insertarse al mercado laboral sin contar la afectación producida por los roles de género, mismos que les imponen responsabilidades adicionales como el trabajo doméstico no remunerado y el cuidado infantil principalmente, sin contar con las desigualdades existentes en ámbitos económico, social y político, que obstaculizan su plena integración y desarrollo de actividades productivas.
Desde esta realidad, surge la necesidad imperiosa de crear sus propias oportunidades de desarrollo, que se han traducido en proyectos de emprendimiento femenino. La Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo refleja la feminización de trabajos independientes, con una mayor participación en sectores de comercio y educación; así, las mujeres se arriesgan a iniciar su negocio, asumiendo no sólo los riesgos que el emprendimiento por sí mismo plantea, sino con limitantes adicionales como son la desigualdad de género, la falta de redes de apoyo que faciliten la gestión armonizada entre las actividades laborales y familiares, principalmente.
Cabe destacar que el emprendimiento femenino ha sido una constante en las mujeres mexicanas, donde tradicionalmente han hecho de sus habilidades domésticas una forma de incrementar el ingreso familiar, incluso aquellas insertas formalmente en los mercados laborales, con frecuencia desarrollan actividades alternas, como vendedoras independientes o distribuidoras de productos, a partir de sus redes de contactos.
Dadas las consecuencias de la pandemia por COVID-19 que se experimenta desde finales de 2019, tales como el incremento de las tasas de desempleo, donde alrededor de 1.3 millones de mujeres han perdido su empleo, surge la tribu urbana conocida como ¨Las nenis¨, que son mujeres emprendedoras, empoderadas, dedicadas al autoempleo por la vía del comercio al menudeo, buscando obtener ingresos desde casa, comercializando todo tipo de artículos, que van desde comida, ropa, zapatos, accesorios y macetas, aprovechando las limitaciones existentes para que la población realice compras en centros comerciales.
Sus operaciones comerciales se caracterizan por operar a través de redes sociales, estimándose que 90 por ciento de sus transacciones derivan de dicho canal, donde un aspecto fundamental son los espacios de entrega, ya que al no tener un local comercial, acuerdan con sus clientes que las entregas sean a domicilio o puntos intermedios, que por cuestiones de seguridad se realizan principalmente en lugares concurridos, por lo que es posible observar que este tipo de emprendimiento femenino se desarrolla bajo un esquema de precariedad, ya que además de las dificultades inherentes a los modelos de emprendimiento, experimentan discriminación y sexismo.
Algunos estudios (UNAM, 2020) estiman que ¨Las nenis¨ (término amable que emplean las vendedoras al referirse a las clientas), aportan más de 9 millones de pesos diarios a la economía, y alrededor de 13 millones de familias subsisten a partir de esta actividad económica, de tal forma que organismos como el Consejo Coordinador de Mujeres Empresarias de Entidades Federativas como Jalisco, las reconocen y estiman que sus ventas por internet durante la pandemia se han incrementado hasta en un 75 por ciento, cifras que logra