Carmen R Ponce Meléndez / Cimacnoticias.com
Oaxaca.-En 2020 la diferencia o desigualdad entre el ingreso de las mujeres y el masculino fue de 52.2 por ciento, el ingreso de los hombres es de 22 mil 618 pesos mientras que en las mujeres sólo alcanza 14 mil 860.
En relación a 2018 hay una disminución del ingreso masculino del orden del 4.5 por ciento, según resultados de la Encuesta de Ingreso y Gasto de los Hogares (Enigh) 2020, del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
La maternidad sigue siendo un factor que causa reducción en los ingresos de las mujeres. El mayor ingreso promedio trimestral monetario de ellas -tanto en 2020 como en la Enigh 2018-, fue entre las que tienen un hijo. En tanto que el menor ingreso se presentó en las que tienen cuatro hijos o más.
No queda duda alguna de la explotación y desigualdad en que viven la mayoría de las mexicanas y explica en buena medida la terrible afectación que implicó (e implica) una crisis como la actual.
Han sido insuficientes los programas sociales que sólo cubren a un 30 por ciento de los hogares; es evidente la ausencia de apoyos al desempleo con graves efectos para la pobreza y desigualdad, el trabajo es la principal fuente de ingresos y las políticas económica y social actuales no lo cubren adecuadamente.
El informe bianual sobre pobreza que formula el Consejo Nacional para la Evaluación de la Política Social (Coneval) se basa en esta Encuesta y por supuesto ésta cuenta con información desagregada por sexo, ergo el informe sobre pobreza también debe aportar esa información desagregada por sexo. Como ya se mencionó, la principal fuente de ingreso en los hogares es por trabajo con 32 mil 106 pesos, promedio que presenta una disminución de 10.7 por ciento, respecto a 2018. Lo esencial para mejorar el ingreso y elevar el nivel de vida de la población sigue siendo y serán las condiciones de trabajo: empleo, derechos laborales y salarios.
En la gráfica se presentan los diferentes tipos de ingreso por sexo, conforme a Enigh 2020; destaca que con excepción de las transferencias en todos los otros rubros, el ingreso masculino es superior al femenino.
El principal ingreso sigue siendo las remuneraciones por trabajo subordinado -con 49.6 para mujeres y 55.6 por ciento hombres-, ahí en transferencias están las remesas y como es sabido éstas llegan básicamente a jefas de familia, su participación es de 24.5 y 15.1 por ciento, respectivamente son las segundas en orden de importancia, después de remuneraciones.
En alquiler de vivienda también se muestra una excepción, las mujeres superan al ingreso masculino (véase gráfica). El promedio del ingreso corriente trimestral por hogar implica una disminución de 5.8 por ciento respecto al de 2018. La comparación es con ese año porque esa es la fecha de levantamiento de la Enigh, es bianual.
En el ámbito regional no hay sorpresas ni cambios. El ingreso promedio trimestral más alto correspondió a Nuevo León, Baja California y Ciudad de México; el más bajo se ubica nuevamente en tres entidades: Chiapas, Guerrero y Veracruz.
En el primer nivel de los hogares hay un ingreso promedio al trimestre de 9 mil 938 pesos, es decir 110 pesos diarios por hogar. En cambio, el decil o nivel más alto (10) tiene un ingreso promedio trimestral de 1 mil 814 pesos diarios por hogar.
La diferencia es enorme son 1 mil 704 pesos diarios lo que separa a esos dos extremos de la pirámide de ingresos en los hogares del país, que se traduce en una imposibilidad real de una vida digna para todas las personas que se ubican en los cinco primeros niveles de ingreso.
Por nivel de escolaridad el ingreso promedio trimestral monetario más alto corresponde a posgrado completo o incompleto, con 69 mil 332 pesos en 2020; para 2018 la cifra era de 94 mil 040 pesos, también este ingreso disminuyó en 35.6 por ciento.
Analizar los ingresos y su comportamiento es más desalentador si se introduce la variable GASTO. Los gastos sí aumentaron en renglones importantes como salud, con un alto porcentaje 40.5 y no por las mejores razones: un sistema de salud pública en crisis, rebasado por la pandemia y la política de austeridad.
Tener menos ingresos provocó un ajuste del gasto en los hogares. En relación a 2018 se sacrificó gasto en educación y esparcimiento con un altísimo porcentaje del 44.8; para vestido y calzado casi igual (42.0 por ciento).
Existe amplia desigualdad de género, de regiones y la global o concentración del ingreso y sin opciones de capilaridad social, es lo que se puede concluir al revisar los datos que arroja la Encuesta de referencia, así será el informe sobre pobreza de Coneval, ya se pueden anticipar resultados.
Crecimiento de pobreza, reducción de ingresos en la población urbana y mayor concentración de ingreso, todos contrarios a democracia.
¿Esta situación todavía puede cambiar en este período gubernamental? Por supuesto que puede mejorarse en forma importante, siempre y cuando se modifiquen aspectos centrales de la política económica y también social, es evidente que los programas sociales no están produciendo los resultados previstos. De seguir así se pasaría a ser un sexenio perdido en términos económicos y no es cosa menor.
Tal como menciona la investigadora del Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México, Fiorella Mancini: “aunque la Enigh 2020 ofrece números preocupantes –como la caída en los recursos de 90 por ciento de las familias mexicanas–, en realidad no son datos inesperados”.
“Ya había indicios claros de que la pandemia de Covid-19 ha afectado seriamente los ingresos de la población de las grandes ciudades y ha frenado el reingreso al mercado laboral de las mujeres, en particular”.
“Un dato central es que la población beneficiaria de las instituciones públicas de salud se redujo en casi 15 millones de personas, y no sólo por quienes tenían un empleo formal y lo perdieron, sino sobre todo por los que se quedaron sin el esquema del Seguro Popular y no se afiliaron al Instituto de Salud para el Bienestar o ignoran que cuentan con ese beneficio”.
Finalizando, el panorama que documenta esta Enigh -tan esperada- debe servir para sustentar cambios y corregir donde haya que hacerlo, en beneficio de mujeres y del país en su conjunto, y sin detrimento de un proyecto político nacional, que hace rato perdió pies en la economía de, y para sus mujeres.