Oaxaca.-La OIT y ONU Mujeres exhortaron hoy a los países de América Latina y el Caribe a avanzar hacia la ratificación del Convenio 190 sobre la Violencia y el Acoso que entró en vigor este viernes, esencial para construir un futuro del trabajo más digno, seguro y saludable.
Tres de los seis países que han ratificado el Convenio sobre la violencia y el acoso, 2019 (núm. 190) pertenecen a la región. En junio de 2020, Uruguay fue el primer país del mundo en ratificarlo, posteriormente lo han hecho Argentina y Ecuador. “La región tiene la oportunidad de mantener su liderazgo en la ratificación de Convenios del sistema normativo de la OIT”, señalaron las máximas autoridades regionales de la OIT y ONU Mujeres.
“La violencia y el acoso son inaceptables en cualquier lugar y en cualquier momento, pero ahora debemos estar más alertas que nunca, pues el riesgo de violencia mayor en tiempos de crisis: el brote del COVID-19 ha sido un triste recordatorio de que eso puede suceder. La frustración, la presión económica, el estrés pueden ser detonadores de violencia, con más riesgos para las mujeres trabajadoras. Además de una ser una grave violación de derechos, la violencia tiene impactos negativos sobre el empleo, condiciones de trabajo y productividad”, dijo el Director de la OIT para América Latina y el Caribe, Vinícius Pinheiro, al referirse a la importancia de este Convenio.
“Una de las primeras cosas que desapareció a consecuencia de la pandemia fue el empleo femenino, por el impacto que tuvo en áreas que suelen emplear principalmente mujeres, como el comercio, la hostelería y los servicios. Las que mantuvieron el empleo expuestas a violencias laborales que suelen ser invisibilizadas, por ejemplo, en el trabajo doméstico; el personal sanitario -en su mayoría mujeres- expuesto a ataques violentos y al acoso en el trabajo y en medios de transporte. El Convenio 190 no solo promueve espacios seguros en el trabajo, sino también reconoce que la violencia domestica afecta la participación de las mujeres en el mundo del trabajo, su productividad, su acceso al empleo y su salud. En nuestra visión de ‘reconstruir mejor’, contar con el trabajo de las mujeres es fundamental: la definición amplia y abarcadora de este Convenio debería ser un compromiso para que los países se aboquen a resolver esta injusticia y coloquen a las mujeres en el centro de sus medidas de recuperación post-COVID”, dijo la Directora Regional de ONU Mujeres para las Américas y el Caribe, María Noel Vaeza.
El Convenio 190 introduce una serie de importantes innovaciones. Por primera vez se aclara lo que debe entenderse por ‘violencia y acoso en el mundo del trabajo’ y se precisan las medidas que deben tomarse para prevenirla y abordarla, y quién debe hacerlo.
Su alcance es amplio: aplica a todas las personas en el mundo laboral, el entorno, y también a todos los demás trabajadores y trabajadoras, independientemente de su situación contractual, así como a aprendices, quienes hacen trabajo voluntario o buscan un empleo, entre otros. También las personas que ejercen la autoridad, las funciones y las responsabilidades del empleador, caen bajo la tutela del Convenio.
Asimismo, el Convenio es aplicable a todos los sectores de la economía, incluyendo el sector público y el privado y la economía informal, tanto en el ámbito urbano como en el rural. Los países que han ratificado se comprometen a establecer mecanismos de prevención y protección, control de su aplicación, vías de recurso y reparación, así como orientación y difusión.
El Convenio afirma que la violencia y el acoso "pueden constituir una violación o un abuso de los derechos humanos… una amenaza para la igualdad de oportunidades, y que son inaceptables e incompatibles con el trabajo decente”, reconociendo que la violencia por razón de género afecta de manera desproporcionada a las mujeres y a las niñas.
Las mujeres trabajadoras latinoamericanas lideran el movimiento para la ratificación en sus países, reconociendo la importancia de generar entornos de trabajos seguros y libres de violencia de género para lograr la equidad en el trabajo.
Los países cuentan con un año después de la ratificación para su entrada en vigor a nivel nacional. Esto les permite abrir un diálogo tripartito donde el Estado, los empleadores y trabajadores pueden examinar la legislación y la practica nacional y trazar una hoja de ruta para llevar a cabo los cambios normativos, identificar los retos de aplicación y, sobre todo, fomentar los cambios culturales para un entorno de “tolerancia cero” a la violencia y el acoso en el lugar de trabajo.
Argentina, por ejemplo, ya ha iniciado este proceso. El gobierno lanzó una Mesa interministerial, liderada por el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, integrada por múltiples ministerios e institutos, y ha desarrollado un Plan de Acción para la aplicación del C190 que incluye consultas tripartitas, la elaboración de un anteproyecto para la aplicación del convenio, formación, sensibilización y generación de herramientas.
“Espero que los gobiernos se comprometan con el Convenio, que más países lo ratifiquen, y que se generen los mecanismos concretos para acabar con la violencia y el acoso en el trabajo, que, como sabemos, afectan de forma desproporcionada a las mujeres”, dijo la señora Vaeza.
Pinheiro recordó que “la aplicación de las medidas enunciadas en el C190 fomenta una recuperación centrada en el ser humano donde se fomente un entorno de respeto y dignidad que está en centro del concepto de un trabajo decente”.
Además de la posición destacada en el caso del C190, la región también ha demostrado su compromiso con el Convenio sobre las trabajadoras y los trabajadores domésticos, 2011 (núm. 189), ya que ha realizado 17 de las 32 ratificaciones contabilizadas hasta el momento.
Los Convenios son parte esencial de las normas internacionales del trabajo, instrumentos jurídicos elaborados por los mandantes de la OIT (gobiernos, empleadores y trabajadores), con objeto de enunciar los principios y derechos fundamentales en el trabajo y de reglamentar otros ámbitos del mundo laboral.