Agencias
Oaxaca.-Amalia Salas nació en Xochimilco y sus 86 años de vida los ha desarrollado ahí, gran parte de ese tiempo lo ha dedicado a defender la riqueza lacustre de la demarcación.
La lucha contra la expropiación del ejido, contra el uso de los transgénicos en la agricultura y la recuperación del cultivo en chinampas son algunos de los frentes en los que ha estado.
Por ello, la Comisión de Derechos Humanos (CDH) de la Capital le otorgó el premio “Ponciano Arriaga Leija” por su trayectoria de activista, el cual toma como un recordatorio de todo lo que falta hacer por fortalecer la actividad cultural y económica alrededor de los canales.
“Me dieron un reconocimiento, pero no para ahí el trabajo, ahorita es cuando más debemos trabajar”, resaltó Salas.
Desde que era niña, siempre ha tenido un gran respeto por la naturaleza, por ello lleva a cabo una rutina desde que tiene memoria: cuando va a una chinampa, monte o cualquier lugar donde haya plantas da dos vueltas a la izquierda, hace una reverencia y pide permiso para entrar.
Detalló que ve con entusiasmo que los canales dejan de estar abandonados y ahora no sólo son las personas mayores quienes trabajan la tierra, sino también jóvenes.
“En Xochimilco, los jóvenes agarraron la profesión, pero ahora hay muchos profesionistas que ya regresaron a las chinampas, ya están sembrando y entonces ya tienen para el consumo familiar y para (vender) también; ahorita ya se está trabajando la chinampa”, aseguró Salas.
Consideró que se tiene que fortalecer la educación ecológica y alimentaria, pues la pandemia demostró que una mala alimentación provoca comorbilidades que agravan, en muchos casos, la enfermedad.
“Que nos permitieran entrar en las escuelas a enseñar, ese es el trabajo que tenemos que hacer ahorita, pero no basta en las escuelas invitar a los padres a que (sus) hijos deben comer (…) lo que nos da la madre tierra: las semillas, las frutas, tenemos que dar esas pláticas en toda la Ciudad de México”, apuntó.
“Yo me quiero, yo me cuido, yo me respeto” es un mantra que se repite y que, consideró, tendría que ser adoptado por todas las personas, pues el procurar el bienestar propio, agregó, es intrínseco al del entorno y ve un renacer, aunque reconoce que las cosas en la demarcación no serán iguales a como cuando era niña.
“Ya no volverá a ser como antes, pero se está sembrando (…) Xochimilco está reviviendo otra vez con el trabajo de los jóvenes y muchos abuelos que ya se jubilaron encuentran un pasatiempo en la chinampa”, concluyó Salas.
Los caminos que ha andado son muchos, estuvo en Chiapas con el movimiento Zapatista y cuando empezaron a instalarse los Caracoles decidió regresar a su casa.
Ahora pasa su tiempo viajando a diversos estados para compartir sus experiencias y detalló que algo que le gusta mucho es estar en su jardín o ir a su chinampa a trabajar la tierra, mientras ve a los pelícanos que llegan a Xochimilco en invierno.