En el marco de “Contigo en la distancia” de la Secretaría de Cultura federal y del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL), Jorge González-Camarena Barre de Saint-Leu, hijo del reconocido muralista, hablará de la trayectoria de su padre, además de compartir anécdotas familiares y la relevancia de su obra en la época actual.

Jorge González-Camarena Barre de Saint-Leu se ha desempeñado como arquitecto, quien en algunas ocasiones fue ayudante de su padre y lo acompañó durante la elaboración de varios murales. Su testimonio revelará, además de las historias alrededor de estas obras, cómo fue su infancia entre “Judas” y lienzos, la importancia de la figura paterna para su formación profesional y cómo el perfeccionismo y la disciplina fueron los pilares de su educación, pues, según el muralista jalisciense, lo más importante era el resultado final.

Jorge González Camarena nació en Guadalajara, Jalisco, el 24 de marzo de 1908, y falleció el 24 de mayo de 1980 en la Ciudad de México. Estudió en la Academia de San Carlos y a los 14 años se desempeñó como ayudante de Gerardo Murillo Dr. Atl. Realizó ilustraciones patrióticas para los libros de texto producidos por el gobierno federal, pintó murales para instituciones públicas, como el Museo Nacional de Historia Castillo de Chapultepec y se distinguió por el uso de la geometría armónica en sus casi 40 murales y esculturas monumentales.

Para la década de los años cincuenta, González Camarena se había convertido en un digno representante de la segunda generación de muralistas. Tras la destrucción de una polémica pieza que había pintado en el Club de Banqueros, González Camarena recibió la invitación para realizar una nueva obra en las paredes del Palacio de Bellas Artes. En 1957 comenzó el último de los murales comisionados ex profeso para el recinto: la Liberación, obra que gira en torno al mestizaje, la identidad, la guerra, el sufrimiento y la lucha por la libertad, la cual fue inaugurada en 1963.

El mural se divide en tres secciones: la primera representa la conquista española, el mestizaje y las políticas agrarias a través del cadáver de un campesino y de una mujer indígena cuyo cuerpo desnudo da la espalda al espectador. La segunda parte muestra la lucha del pueblo para liberarse de las ataduras y la opresión: un hombre se esfuerza encarnizadamente por alcanzar su libertad y dejar atrás el caos y la destrucción. Finalmente, la esperanza de un mundo nuevo es anunciada por una mujer resplandeciente que sostiene con su mano un grano de maíz.