Oaxaca.-Las vidas de Lorenza Gutiérrez Gómez, Iselda Luis Antonio e Isabel Pérez Guerra, del estado de Oaxaca, hablantes de las lenguas ayuuk y zapoteca, están marcadas por la ruta de la superación personal, la lucha constante por preservar su lengua materna, tradiciones ancestrales, amor por la familia y la tierra, pero, sobre todo, contra la discriminación indígena.
Al participar en el conversatorio virtual “¿Qué es ser mujer en la cultura indígena?”, organizado por el Departamento de Difusión Cultural, de la Dirección General del CCH, dieron respuesta a dicha interrogante y compartieron cómo se desarrollan las mujeres en sus comunidades de origen, los retos que afrontaron al migrar a la Ciudad de México y cómo visualizan el futuro inmediato.
“Las mujeres indígenas somos las encargadas de transmitir la lengua, cultura, valores e identidad de nuestros pueblos originarios con dignidad”, coincidieron las ponentes, quienes se desempeñan profesionalmente como promotoras culturales, intérpretes y traductoras indígenas para dar voz a sus comunidades de origen.
Desde niñas se juega ayudando a las madres a hacer las labores domésticas, como la limpieza general de la casa, preparar los alimentos y la elaboración de artesanías, cuya venta se convierte en el sustento económico principal de las familias a lo largo del año”, ya que los hombres se dedican a las labores del campo y por lo regular sólo generan recursos importantes entre una y dos veces por año, tras la venta de las cosechas.
“Sin la función activa de la mujer no puede comprenderse la familia y la organización de la comunidad rural e indígena, ya que hemos aprendido a organizarnos de mil maneras para alcanzar sueños de superación, estudio y respeto”, destacaron.
En otro memento, compartieron la experiencia de su llegada a la ciudad, la cual, concordaron, fue difícil, por estar acostumbradas a habitar espacios amplios, con comida y costumbres tradicionales, entre ellas, la libertad de hablar sus lenguas originarias.
“En las ciudades, las mujeres indígenas sufren triple discriminación y violencia constante; por ser india, sirvienta y mujer”, expresaron con frustración.
“También descubres que la sociedad mexicana no está preparada para valorar las lenguas indígenas, porque si la hablas, sobre todo en el Metro u otro transporte público, las personas se burlan y te observan con menosprecio”, añadieron.
Es por esa razón, expusieron, que, malamente, muchas mujeres indígenas prohíben y no enseñan a sus hijos su lengua, pensando que así no sufrirán discriminación”.
A pesar de que el futuro no es fácil para nuestro género y condición social, “sabemos que tenemos mucho que hacer para que la sociedad cobre conciencia de nuestra riqueza cultural, así como para abrir oportunidades de estudio y desarrollo para que otras mujeres que salen de sus poblaciones y puedan tener una vida en mejores condiciones”, concluyeron.
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