Oaxaca.-La reforma al plan de estudios propuesto por la Secretaría de Educación Pública (SEP) para el próximo ciclo escolar, muestra que la educación básica se ha convertido en un "invento" sexenal. Tan solo en los últimos tres sexenios (2006-2024) ha surgido un nuevo programa de estudios en educación básica que diluye el anterior.
A principios de año, la SEP dio a conocer la propuesta del “Marco curricular y plan de estudios 2022” que pretende “colocar a la comunidad como el espacio central de los procesos educativos”. Lo anterior supone un nuevo cambio en el paradigma de la educación en México.
El programa de estudios de 2017, impulsado durante el sexenio de Enrique Peña Nieto, colocaba a los estudiantes y sus procesos de aprendizaje en el centro de la transformación educativa. El documento señalaba que, “resulta conveniente que la vigencia de este Plan y programas de estudio para la educación básica se mantenga al menos durante los próximos doce ciclos lectivos consecutivos para permitir su correcta incorporación a las aulas.”
No obstante, cinco años después, se implementará un cambio drástico ahora con “una interdependencia e influencia recíproca entre la escuela y su entorno inmediato”, tal y como se lee en el nuevo plan.
Si bien la educación basada en función del entorno es importante, “no debe traducirse en la negación a niñas y niños de recibir una educación que los prepare para poder trascender lo local”, escribió recientemente Carlos Mancera Corcuera, exsubsecretario de Planeación y Coordinación de la SEP de 1994 a 2000, en la revista Nexos.
La misma interrupción ocurrió con el plan de estudios implementado en 2011, durante el sexenio de Felipe Calderón, que tenía una concepción de progresión de aprendizaje de 12 años, es decir, para los años que dura la Educación Básica.
Este programa se destacó por mostrarse a favor de una política de la evaluación: la prueba el Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes (PISA), la Evaluación Nacional de Logro Académico en Centro de Enseñanza (ENLACE), sustituidas posteriormente por las pruebas Planea (2015-2018) y el Examen de la Calidad y el Logro Educativo (EXCALE). Estas evaluaciones permiten evaluar el logro educativo respecto a otros países. Sin embargo, también es posible calcular el dominio de conocimientos en diferentes áreas a nivel aula.
No obstante, el cambio propuesto para este año “plantea eliminar las calificaciones y más bien registrar niveles alcanzados”, dijo Marco Fernández, investigador asociado de México Evalúa, profesor-investigador de la Escuela de Gobierno y Transformación Pública del Tecnológico de Monterrey, en entrevista con Animal Político.
Lo anterior contrasta con el papel de la evaluación. “Tradicionalmente, la evaluación ha ocupado un lugar destacado en el quehacer educativo, como un instrumento para verificar el logro académico de los estudiantes, para retroalimentar su aprendizaje y para certificar los conocimientos adquiridos”, dice Eduardo Backhoff, maestro en Educación por Washington University y presidente del Consejo Directivo de Métrica Educativa, A. C, citado en la estrategia.
La reforma propuesta al programa de estudios para este año, pretende transitar de grados escolares al establecimiento de contenidos por Fases de aprendizaje, de la fragmentación del conocimiento (por materia) a campos formativos: Lenguajes; saberes y pensamiento científico; ética, naturaleza y sociedad; y de lo humano a lo comunitario. Lo anterior con la intención de “una estructuración y articulación que reconoce la diversidad de saberes”
Sin embargo, la constante es que los estudiantes “no logran adquirir las habilidades y conocimientos disciplinarios que se consideran mínimamente indispensables”, según diagnostica el documento Estrategia Nacional para Promover Trayectorias Educativas y Mejorar los Aprendizajes de los Estudiantes de Educación Básica que plantea la Subsecretaría de Educación Básica y que fue publicado recientemente.
La estrategia -que fue presentada por la SEP a través de la Subsecretaría de Educación Básica- tiene como objetivo establecer bases para mejorar el nivel de aprendizaje en los diferentes niveles del Sistema Educativo Nacional.
Sin embargo, las modificaciones frecuentes a los planes escolares no permiten su asimilación por parte de la comunidad escolar, además de que no permite evaluar su funcionamiento dentro del aula, pues este cambia con cada gobierno y, como consecuencia, los docentes no salen del modelo de educación tradicional.
“Es de llamar la atención que las modificaciones se realicen en la segunda mitad del sexenio y se implementen en su último o penúltimo año. Esto da como resultado que dichas reformas únicamente queden plasmadas en papel”, dijo Backhoff en Nexos.
Pérdidas de aprendizajes que limitarán nuevo plan
Los resultados obtenidos en la prueba PISA, que examina el rendimiento de alumnos de 15 años, es decir, cercanos al final de la educación básica, así lo demuestran.
En 2018 los estudiantes mexicanos obtuvieron un puntaje por debajo del promedio de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos en Lectura, Matemáticas y Ciencias. Solo 1% de los estudiantes obtuvo un desempeño en los niveles de competencia más altos (Nivel 5 o 6) en al menos un área. Mientras que el 35% de los estudiantes no llegó al nivel mínimo de competencia (Nivel 2) en las tres áreas.
“El desempeño promedio se ha mantenido estable en lectura, matemáticas y ciencias, a lo largo de la mayor parte de la participación de México en PISA”, se lee en los resultados PISA 2018 presentados por la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa. La próxima aplicación de esta evaluación está programada para este año.
A esto habría que sumarle el impacto negativo de la pandemia en el sistema educativo. Para el ciclo 2020-2021 se inscribieron 24 millones 597 mil 234 alumnos a educación básica, lo que representa una reducción de 2.6% con respecto al ciclo anterior, de acuerdo con datos de la estrategia. Además, durante este ciclo el 2.2% de la población entre los tres y 29 años (738.4 mil personas) no concluyó el grado escolar en el que se encontraba inscrito, de acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi). De éstos, 2.2% pertenecen a preescolar, 1.1% a primaria y 3.2% a secundaria.
El 58.9% de los estudiantes señaló que fue por un motivo relacionado a la COVID-19. Según el nivel de escolaridad que no concluyó por este motivo: 94.7% en preescolar, 73.2% para el nivel primaria y 57.7% secundaria.
La situación no ha cambiado para el ciclo escolar actual (2021-2022). Se inscribieron 24 millones 450 mil 623 estudiantes, es decir, 146 mil 611 menos que el anterior. No obstante, ello no significa que realizarán actividades escolares: en 2020, 50% de los alumnos dedica cero horas a estas actividades.
La pérdida de aprendizajes detectada por los docentes, y no por una evaluación diagnóstica a nivel individual, tras el regreso a las aulas en agosto de 2021, es baja (46%), de acuerdo con la Encuesta sobre Pérdida de Aprendizajes, Abandono Escolar y Necesidades de Formación para Docentes de la Dirección General de Gestión Escolar y Enfoque Territorial, presentada como parte de la estrategia.
Pero, además, el modelo de educación a distancia durante la pandemia no fue suficiente para mantener el nivel educativo de los estudiantes. Roberto Vélez, director general del Centro de Estudios Espinosa Yglesias, dijo en un encuentro realizado por Arena Pública, que el regreso a clases no significa que la formación de los alumnos podrá simplemente reanudarse como si los últimos meses hubieran estado en pausa y ahora solo se tuviera que retomar el camino. Y menos aún, si se trata de un nuevo plan.
“No basta con la apreciación subjetiva del profesor, se debe evaluar a cada uno de los estudiantes para entonces diseñar un programa certero y nivelarlos”, dijo Backhoff citado por Reporte índigo. Esta pérdida es mayor en comprensión lectora (30.4%) y pensamiento lógico matemático (31.9%). Destaca que 67.3% de los docentes usa material propio para la recuperación de aprendizajes y no el dispuesto por las autoridades educativas.
El daño a la educación causado por la pandemia se traduce en un rezago de 1.3 años de escolaridad en América Latina, según estimaciones del Banco Mundial. En México, el retraso escolar fue de dos años; antes de la pandemia el promedio correspondía a 3° de secundaria, hoy a 1° de secundaria, de acuerdo con el Instituto Mexicano para la Competitividad, A.C.
“En estas condiciones, cualquiera que sea el modelo curricular que se adopte se enfrentará a la dura realidad de que los estudiantes no estarán preparados para cursar el grado escolar al que ingresen, por lo que el modelo será imposible de implementar”, concluyó Backhoff.
Con infirmacion de arenapublica.com
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