Salvador Hernández.
Oaxaca.-Algunas veces me pregunto: ¿Què estamos haciendo, por defender nuestra heterosexualidad? Posiblemente se está volviendo tendencia hablar de las diversas preferencias sexuales, sin que la voz de los heterosexuales se escuche entre tanto barullo. “Es que se tiene el poder patriarcal dirán unas y otros”. “Su misoginia se transpira en todas partes” dirán otros u otras.
Cuestión aparte, son los femicidios y homicidios a víctimas con preferencias sexuales diversas, perpetrados por psicópatas criminales, muchos de ellos, reprimidos sexuales.
Sin embargo, el entrar en la vorágine de los derechos y preferencias sexuales, a algunos y algunas heterosexuales, estamos al margen, aunque esto, no nos incomoda, vivimos una sexualidad fuera de dudas y conflictos existenciales. Con la más rústica de las certezas, sin politizar algo que posiblemente, no entendemos a fondo.
Si en el movimiento MeToo, muchas de ellas actrices, que denunciaban violaciones en su adolescencia o juventud, por productores de la farándula; con algunas y bien argumentadas excepciones, como la de la actriz Catherine Deneuve y otras personalidades, en defensa de la feminidad y el erotismo, que conlleva el escarceo sexual. Al respecto, publicaron un manifiesto que señala:
“La violación es un crimen. Pero cortejar de forma insistente o torpe no es un delito, ni la galantería una agresión machista, escribieron un centenar de intérpretes y escritoras como Catherine Millet, investigadoras y periodistas”.
“En marzo de 2017, Deneuve generó una polémica al defender en televisión a Roman Polanski, acusado de haber violado a una menor hace más de 40 años en Estados Unidos, y asegurar que el cineasta seguramente no sabía que la joven tenía 13 años”. "Siempre le han gustado las chicas jóvenes. Siempre he pensado que la palabra violación era excesiva", dijo Deneuve.
Por otro lado, se crearon de un plumazo, leyes que permiten los matrimonios igualitarios. Algo que fue un “regalo” para los que, sin esforzarse, salieron del closet de la hipocresía. Por consiguiente, nuestros legisladores, deberán reglamentar una serie de apartados, entre ellos, los que estipulen sí los sanitarios deben ser neutros en lugares públicos, como lo demandan los transgéneros, en la Facultad de Filosofía de la UNAM.
Todo lo anterior, sale a colación, porque la historiadora de arte, Eugenia Tenebaum señala en su artículo “Quizá Picasso no sería tan Grande, si hubiese Tenido que Prepararse la Comida”-y continúa-, “…sigue habiendo muchos Balthus, Picassos y Gauguines, y no somos capaces de enfrentarlos”. En relación a los desnudos de mujeres y niñas que han realizado dichos pintores. “Mujeres que han sufrido abuso visitan estas salas y al no dar contexto a las obras, las estás revictimizando y estás apoyando a su agresor. Las dejas desangeladas, desde un espacio, el del arte, que debe curar”.
De igual manera, muchos y muchas impostoras (as) -principalmente políticos, que con el fin de tener una curul en las cámaras legislativas, “cambian de sexo” convirtiendo a estos recintos, en púlpitos de sus desfogues sexuales. Y al resurgimiento -paradójicamente-, de “neoinquisiciones” o comités de la moral”. Con sus inevitables consecuencias, quema de libros y prohibición de películas “pecaminosas”, como “Lolita” o “Taxi Driver”, donde adolescentes tienen relaciones amorosas con hombres adultos. Asimismo, en las entradas de las galería o museos veremos sendas leyendas que estipulen: Clasificación L, B, G, B… o H, (sólo para heterosexuales).
Contrario a lo antes señalado, el pensamiento “Onfrayano” subraya: “Odio a la razón y la inteligencia, odio a la libertad, odio a todos los libros en nombre de uno solo, odio a la vida, odio a la sexualidad, a las mujeres y al placer, odio a lo femenino, odio a los cuerpos, los deseos, los impulsos. En lugar de todo esto, el judaísmo, el cristianismo y el islam defienden la fe y la creencia, la obediencia y la sumisión, el gusto por la muerte y la pasión por el más allá, el ángel asexuado y la castidad, la virginidad y la fidelidad monógama, la esposa y la madre, el alma y el espíritu. Es decir, la vida crucificada y la celebración de la anulación personal...”
Michel Onfray. Extracto del Tratado de ateología, 2005,