Oaxaca.-Entre los valles y nubes de la Sierra Mixe, a más de 114 kilómetros y tres horas de la capital de Oaxaca, en Santa María Tlahuitoltepec, vive Gladiola Erika, mujer indígena con síndrome de Down.
Lejos de especialistas, fue diagnosticada hasta los dos años con una discapacidad intelectual, como lo recuerda Nazaria, su madre.
“Cuando me confirmaron que tenía mi hija Síndrome de Down, me preocupé mucho al momento en que me dieron esa noticia, ¿y cómo va a estar ella?, ¿va a estar así siempre? Me dijeron que no, que se va a desarrollar, pero va a ser lento”, expresó Nazaria Díaz Gómez, madre de Gladiola Erika.
Su familia la ayudó a ser independiente, pero la discriminación en las escuelas y la falta de apoyo en el único centro de atención múltiple cercano, impidió que Gladiola continuara en la secundaria.
“Fui a una escuela y me dijeron, eres mala, eres agarra cosas”, dijo Gladiola Erika, integrante de CEFIA.
Su mamá agregó: “la humillaban muchísimo; regresaba, la encontraba llorando y le preguntaba ¿por qué lloras hija?, es que me pegaron, es que me empujaron, es que me hicieron esto o lo otro. Ya en la secundaria intenté mandarla, pero los maestros dijeron no, porque tiene problemas”.
Eso no detuvo a Gladiola; tomó talleres de barro, fotografía y computación en un centro cultural del municipio.
Ahí conoció a otros indígenas Ayuuk con discapacidades distintas, pero los mismos obstáculos.
“Les gusta mucho hacer, dibujar, hacer pintar, escribir; sí les gusta todo, son bien listas, nomás que sus ojos que no ven bien, es la lástima”, comentó Leopoldo Vázquez, padre de Diezmina y Aralia.
Ante la falta de respaldo gubernamental, buscaron donativos de organizaciones civiles y con los pocos recursos que tenían, crearon el “Centro de Formación Integral Ayuuk” (CEFIA).
“¿Qué busca?, pues eso, generar las condiciones para que las personas indígenas con discapacidad de la comunidad puedan integrarse en la comunidad, pero también puedan conocer sus derechos y puedan también darse cuenta que pueden generar acciones para que ellos mismos puedan integrarse dentro y fuera de la comunidad”, enfatizó Juventino Jiménez, indígena Ayuuk con discapacidad visual.
Desde su creación en 2009, el CEFIA ha atendido a más de 300 niños, jóvenes y adultos indígenas con discapacidad, de las comunidades Magueyan de las Flores, Rancho Moscas, Piedra Redonda y Las Flores.
Para sostener la operación del centro y dar empleo a las personas con discapacidad y sus familias, instalaron una pequeña envasadora de mezcal artesanal, “Koonk Neej”
“Así es como nació el proyecto del mezcal, para envasar, platicamos con dos maestros, que ellos produjeran, que nosotros y ellos lo envasaran y así fue como empezó el trabajo”, narró Nazaria Díaz, madre de Gladiola.
Por su parte, Cristina Gómez, madre de indígena con discapacidad, dijo: “cómo va a trabajar mi hijo, cómo va a vivir, es difícil. Aquí empieza su trabajo, trabaja aquí, lava sus botellas, aquí también ayudamos”.
Gladiola Erika tiene 38 años y ahora es ella, quien guía a sus compañeros, para que logren su independencia:
“Voy a enseñar a compañeras. A ver tú agarra computadora, agarra el cable, aprender a conectar todo”.
Con información de oncenoticias.digital.com