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Viernes 12 de agosto, 2022. 07:39 pm

María Reyna: el canto libre de la soprano mixe

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María Reyna: el canto libre de la soprano mixe

Oaxaca.-La cantante oaxaqueña María Reyna está ganando cada vez más terreno en escenarios nacionales e internacionales. Pero, a pesar de la fama que la rodea actualmente, la soprano mixe contó a Cimacnoticias que ha experimentado la misma estigmatización que atraviesa a cientos de comunidades indígenas en México. Sin embargo, esto forma parte de todo lo que la ha convertido en una cantante talentosa, versátil y orgullosa de sus raíces.

María Reyna es una mujer radiante que no deja de sonreír desde que te saluda. Al hablar transmite alegría y vivacidad, pero también una serenidad que sólo se puede alcanzar cuando se ha recorrido un largo camino.

El andar de María Reyna por la música comenzó cuando ella tenía entre ocho y nueve años de edad. En ese entonces, la inquietud de cantar la llevó a formar parte de un coro en su comunidad originaria, Santa María Tlahuitoltepec, en la Sierra Norte de Oaxaca.

Uno de los profesores de este coro, el maestro Marco Díaz Jiménez, percibió algo en su voz y la seleccionó a ella junto con otros cuatro niños para que fuera solista. Más adelante, cuando María Reyna tenía ya 11 años, el mismo profesor la integró a un grupo llamado “Marco y sus diez caballeros”. 

Fue en ese momento cuando la soprano se dio cuenta de que tenía que tomar una decisión importante: quedarse en Tlahuitoltepec o salir a buscar algo más, otro modo de vida diferente al de las mujeres de su comunidad, quienes usualmente terminaban formando una familia y nada más.

Me gusta mucho una frase que me decía mi madre en mixe y que yo traduzco al español: detrás de una gran montaña hay otra vida, otro mundo diferente.

María Reyna

Así, la cantante mixe dejó Santa María a los 15 años para llegar a Guadalajara, el lugar donde todo cambió y donde, además, se reconoció como migrante y como mujer indígena. Pero con eso también aprendió a identificar la cara de la discriminación y de la desigualdad social.

La música como terapia y como experiencia vital

María Reyna se describe a sí misma como una persona sonriente que parece estar feliz todo el tiempo. Sin embargo, dice, cuando era niña, esa felicidad ocultaba cosas que no le contaba a nadie.

Desde que era niña su padre tenía problemas con el alcohol, así que ella y su madre tenían que salir de casa y esconderse en otro lado cuando él se portaba agresivo por haber bebido. “Yo era la más chiquita: mi hermana se fue a Tijuana y mis dos hermanos tenían que salir porque eran albañiles, así que era yo quien se quedaba en la casa. Por eso me tocó vivir muchas cosas con mi madre”, narra la cantante.

Este modo de vida fue otra de las motivaciones que la llevó a salir de Tlahuitoltepec y mudarse a Guadalajara al terminar la secundaria. Su objetivo allí era cantar mientras trabajaba en algo para poder mantenerse.

De esta forma, María Reyna comenzó a trabajar en casas haciendo labores de cuidado. Al principio trabajó con una señora llamada Patricia, quien le enseñó a hablar español de manera fluida, pero con el tiempo empezó a buscar otros hogares para obtener más ingresos.

María Reyna pasó varios meses haciendo trabajos de casa en casa. “Mi corazón no estaba tranquilo: llevaba dos años y medio en los que no estaba haciendo lo que yo quería, que era estudiar y cantar”. Una vez más, tuvo que tomar una decisión firme y salir a buscar una escuela sin abandonar sus trabajos.

Después de ser rechazada en una institución por no saber leer música, en otra academia se encontró con quienes ahora son sus grandes soportes en la música: su manager Gabriela Avendaño y su maestro musical Joaquín Garzón. Ellos le permitieron estudiar pagando sólo la mitad del costo de sus clases y, además, la llevaron a conocer ese potencial que todavía no se agota.

Fue de la mano de Joaquín Garzón como María Reyna, además, descubrió que la música puede ser terapéutica. Y es que, para que su voz brotara con todas sus fuerzas, la soprano tuvo que comenzar a hablar de todo eso que llevaba dentro; aprendió a perdonar y a comprender todo lo que había pasado con su familia en Tlahuitoltepec.

Cada clase era media hora de terapia para tirar todo lo que había recogido a lo largo de los años. Yo me quedé con muchas cosas que me había dicho mi papá y que me marcaron. Pero estar con Joaquín como maestro me ayudó a perdonar y a sacar lo mejor de mí cuando sentía mucho coraje que no me dejaba avanzar.

María Reyna

En 2012, cuando este trabajo comenzó a pulir su voz de soprano, María Reyna empezó a presentarse en los recitales de la escuela, pero todo cambió cuando Zenaida Pérez Gutiérrez —su paisana, integrante de la Asamblea Nacional Política de Mujeres Indígenas— la vio en redes sociales y la invitó a cantar en Oaxaca.

“De Oaxaca para el mundo”, dice María Reyna entre risas cuando recuerda que ese primer paso le abrió el camino para presentarse en la explanada de Bellas Artes con Natalia Lafourcade en 2013. Ese mismo año participó en el disco Xëëw con Lila Downs, Denise Gutiérrez, Ely Guerra y también con Lafourcade.

En 2014 cantó en el Castillo de Chapultepec y en 2015 regresó a Bellas Artes, esta vez presentándose en la sala Manuel M. Ponce. Al año siguiente, en 2016, representó a México en la Feria Internacional del Libro en Santiago de Chile, y en 2017 cantó por primera vez en el auditorio Guelaguetza.

Año con año, María Reyna pisaba escenarios importantes pero luego regresaba a su cotidianidad: el trabajo doméstico y las clases de canto. Sin embargo, en 2018, tomó la decisión de dedicarse plenamente a la música, no sin antes enfrentarse a la estigmatización por esas raíces de las que siempre ha estado orgullosa.

“Yo no sabía que yo era indígena”

María Reyna comenzó a presentarse en recitales con una canción en su lengua natal: el mixe. La primera vez que lo hizo no pudo contener la emoción. “Yo entendía lo que cantaba y mi madre también iba a poder entenderlo”, recuerda.

La soprano, quien también ha cantado en italiano, zapoteco y hasta japonés, platica que fue en ese momento cuando nació como cantante, con una identidad propia que, sin embargo, está caracterizada también por una versatilidad lingüística y musical. Pero, junto con esta seguridad, también conoció la discriminación y la enfrentó con la misma fortaleza que la ha acompañado a lo largo de su vida. 

María Reyna decidió dejar la última casa donde estaba trabajando luego de que sus empleadores no le permitieran salir a sus clases de canto. Incluso, hubo ocasiones en las que le cerraron la puerta para no dejarla salir. Ante esta situación, siguiendo el consejo de Gabriela Avendaño, la cantante empacó sus cosas y dejó el hogar, no sin antes enfrentar a quienes la habían contratado.

¿Ustedes creen que tengo menos derecho que sus hijos a estudiar? Yo escogí la música, por eso vine a Guadalajara, no a hacer lo mismo que hubiera hecho en Tlahuitoltepec. Yo vine a cantar.

María Reyna

En María Reyna, esta fuerza y determinación aumentó cuando conoció al colectivo Jóvenes Indígenas Urbanos (JIU) en Guadalajara, un grupo conformado por mixes, choles, wirrarikas, mayas y nahuas, entre muchas otras identidades indígenas.

La cantante comparte que ella no sabía lo que era ser indígena hasta que habló con Zenaida Pérez Gutiérrez en 2012. “Yo no sabía que yo era indígena, no sabía que teníamos nombre, porque antes que nada somos seres humanos”, dice. Con JIU reforzó esta identidad y también aprendió sobre las resistencias que se forman a partir de ella.

María Reyna también se reconoció como migrante, aprendió náhuatl y formó parte de diversas actividades para forjar lazos entre otras personas en situaciones similares a la suya: personas con perspectivas distintas a las de los demás, con raíces culturales que para ella son un arma poderosa.

Ahora —cuenta— cuando se presenta en conferencias o en pláticas escolares, siempre le dice a niñas y niños: “Lo que marca la diferencia es que tú te sientas orgullosa de lo que tienes, siempre con la frente en alto”. Las y los motiva a estar en seguridad de que alcanzarán lo que desean adaptándose al mundo sin abandonar lo que forma su raíz.

Un canto más allá del folklore

Actualmente, María Reyna está promocionando su disco “Orgullosa soy raíz” con una gira en México. También está trabajando en el proyecto “Canto a la raíz”, el cual está conformado por diferentes cápsulas de cada una de las 68 lenguas indígenas que cohabitan en México. “Ya llevamos diez”, dice sonriendo al pensar en todo el trabajo que falta pero en lo enriquecedor que ha sido avanzar paso a paso en ese camino.

La soprano declara estar disfrutando al máximo este momento de su carrera. Aun así, confiesa que no deja de haber cierta estigmatización hacia su trabajo. “A veces quieren que sólo cante en lenguas indígenas, que no me mueva de ahí”, dice, y remarca que ella elige cantar en diferentes géneros y en diferentes lenguas, incluido el español, porque sabe que su voz es versátil y disfruta de esa pluralidad al máximo.

María Reyna canta boleros pero también música tradicional, pasando por la fusión entre el jazz y la música clásica en la ópera mixe. Su voz no tiene barreras ni se deja encasillar tan fácil y esto la convierte en una mujer libre, pero con una libertad elegida desde la primera vez que se acercó al canto.

“Me siento preparada”, dice al terminar la entrevista. Preparada para los escenarios, para el público, para la libertad que viene entrelazada con su voz.

Con informacion de Diana Hernández Gómez / cimacnoticias.com.mx.

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