Oaxaca.-Hace dos años, a tan sólo tres días de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) declarara la pandemia por Covid-19, la situación referente a las mujeres en todo el mundo encabezaba la agenda pública.
En universidades, oficinas de trabajo o centros de creación y presentación artística, las mujeres comenzaron a elevar su voz mucho más alto para denunciar acoso, desigualdad, injusticias y violaciones, lo que indicaba que las cosas ya estaban bastante mal e incentivó una cuarta ola feminista y el impacto del movimiento #MeToo, sobre todo en Latinoamérica. Se dieron las condiciones de enunciación que el feminismo aprovechó.
Es así como el interés hacia los temas del amor, el cuerpo, la prostitución, la maternidad y el aborto recobraron importancia como en la década de los 70 del siglo pasado, pero ahora a un nivel global. Gracias a ello, hashtags feministas han inundado internet aún cuando apocalípticos de las tecnologías afirman que ningún movimiento social es capaz de causar impacto por medio de la web.
¿Qué cambios ocasionó la pandemia por Covid-19?
Sin embargo, una publicación reciente de Gaceta UNAM comparte que la contingencia por Coronavirus cambió las dinámicas sociales y agravó la desigualdad. Aunque la crisis sanitaria afectó a toda la humanidad, la feminización de la pobreza, la violencia de género y el trabajo precario aumentó para las mujeres por su condición de género, además de verse forzadas a permanecer más tiempo en casa, espacio que en su mayoría se ha prestado para actos opresivos hacia ellas.
Por otro lado, la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) publicó un informe nombrado La violencia contra las mujeres donde se expone que la pandemia también dio pie a la discriminación hacia trabajadoras del sector salud.
En cuanto al embarazo adolescente, considerado un problema de salud pública al igual que una de las manifestaciones más acentuadas de violencia de género, debido a que se da entre creencias y construcciones culturales que sólo magnifican el poder sexual del hombre, sin promover una corresponsabilidad en el cuidado de los hijos, México ocupa el primer lugar entre los países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) con una tasa de natalidad de 77 nacimientos por cada mil adolescentes, en un rango de edad entre los 15 y 19 años.
El inicio de la vida sexual en el país va entre 12 y 19 años, en medio de un contexto donde la desinformación, los tabúes y el uso casi nulo de métodos anticonceptivos abundan, y de acuerdo con cifras del Consejo Nacional de Población (CONAPO), se estima que en México los embarazos adolescentes aumentaron un 12 por ciento a lo largo de la crisis sanitaria.
Se habla de un incremento de 22 mil embarazos adolescentes entre 2020 y 2021 con respecto a 2019, provocado por posibles abusos durante el confinamiento, el poco acceso a anticonceptivos, el matrimonio infantil y la baja de consultas para atender la planificación y salud reproductiva.
Finalmente, la comunidad escolar no quedó exenta de los estragos pandémicos, pues según la Encuesta para la Medición del Impacto de la Covid-19 en la Educación del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), 5.2 millones de personas no se inscribieron al ciclo escolar correspondiente, y de ésas 2.3 millones por razones directamente relacionadas con la contingencia, como la falta de dispositivos electrónicos para tomar clases o servicio de internet, porque algún miembro de la familia se quedó sin empleo o porque la educación a distancia es disfuncional para ellos.