Salvador Hernández.
Oaxaca.-Una vez más, la toma de decisiones, sobre asuntos que desconocen “gobernantes” y subalternos, se vuelve un escándalo, por el tamaño de la ignorancia demostrada. Ahora el daño físico fue para una pila del siglo XVIII, -y psicológico y moral para los vecinos y ciudadanía oaxaqueña en general.
La “Pila de Juan Diego” era un vestigio histórico del centro histórico de la ciudad de Oaxaca, y al restaurarla con métodos propios de un aprendiz en albañilería, subestimaron su categoría, como parte del Patrimonio de la Humanidad.
Desde hace treinta años, se ha luchado porque el llamado barrio de la China se dignifique. Al principio, con eventos realizados por la “Brigada Ecológica Huaxyacac”, y que los servidores municipales en turno, obstaculizaban, dándole prioridad -como actualmente lo hace está administración municipal-, a la circulación a carros y automóviles.
Cualquiera con mínimos conocimientos en arquitectura urbana, se dará cuenta que las calles del centro histórico, fueron trazadas para la circulación de carretas, semovientes y en algunas, para la circulación de tranvías.
Posteriormente, se han publicado sendos artículos sobre dicho vestigio, como el abajo publicado en el suplemento “Insurgente”, el 31 de octubre del 2000. O fotografías -publicadas en el 2018, como se puede ver al calce de una de las fotos-, donde se alerta a las autoridades municipales del alto riesgo que corrían los peatones, al pasar por dicha pila, al no tener el espacio suficiente para caminar.
Cuando el actual Presidente Municipal, Francisco Martínez Neri andaba en campaña, se le hizo entrega de un proyecto que contemplaba la construcción de una banqueta con postes protectores, para proteger tanto a peatones como a la misma pila.
El día que tomó protesta en dicho cargo -hace más de un año-, ofreció realizar la restauración de fuentes y pilas del centro histórico “en un mes”. Ignorábamos de qué se trataban dichas “restauraciones”. Los resultados saltan a la vista.
Las piedras de cantera, con un trabajo profesional de restauración, deben quedarse en el lugar de origen, y no que “aparezcan” reconstruidas en la residencia de algún político amigo. Como ha sucedido con el piso de cantera de la Plaza de la Danza, y la sospechosa restauración en la “Alameda de León”.
Lo que se hizo con la fuente del palacio municipal, y la pila de Juan Diego, no es restauración. Es una destrucción.
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