Oaxaca.-Los tres Reyes Magos son un símbolo de la Navidad y la cultura infantil, puesto que es tradición que la noche del cinco al seis de enero, el trío de personajes visite los hogares de los niños que han sido buenos para obsequiarles con regalos. Esta entrañable festividad tiene su origen en la Biblia: en la tradición cristiana, los Reyes Magos eran los nobles peregrinos procedentes ‘de Oriente’ que siguieron una estrella guía milagrosa hasta Belén, donde rindieron homenaje al Niño Jesús como rey de los judíos (Mateo 2: 1- 12).
En el evangelio se describe a los Reyes Magos como hombres sabios que siguieron el rastro de una estrella, aunque no está claro si la Estrella de Belén se refiere a un fenómeno astronómico real, o es simplemente una figura literaria. Tradicionalmente, se representa a los Reyes Magos con aspecto de monarcas, pero no hay nada en las escrituras sagradas que los identifique como miembros de la realeza, sino tan solo sabios, tal vez nobles. Otras leyendas, en cambio, los identifican como hombres entregados al estudio de la astronomía.
En cualquier caso, se relata en el evangelio según Mateo que su búsqueda llamó la atención del rey Herodes, que ya conocía el lugar del nacimiento de Jesús a través de sacerdotes y escribas, pero que extrajo de los Magos la fecha exacta en que apareció la estrella que anunciaba el nacimiento como confirmación de la profecía bíblica. Luego los envió a ver al niño Jesús, pidiéndoles que revelaran a su regreso su ubicación exacta.
Melchor, Gaspar y Baltasar –como serían conocidos con posterioridad– continuaron hasta Belén, donde adoraron a Jesús y le ofrecieron regalos (incienso, oro y mirra). La tradición milenaria de estos tres personajes perdura a día de hoy.
Como hemos mencionado en el encabezado de esta galería, los Reyes Magos son mencionados en las escrituras de la Biblia concretamente, en el evangelio según Mateo, que describen la visita de visitantes al nacimiento del hijo de Dios. El texto sagrado relata cómo en Jerusalén los Magos atrajeron el interés del rey Herodes I de Judea al anunciar el nacimiento de Jesús.
Resulta curioso que los conocidos como ‘Reyes Magos’ no fueran en realidad reyes en absoluto. En la Biblia se les describe como ‘magos’ (del griego magós, que también significa ‘hombre sabio’), y en ningún momento se les describe como ‘reyes’. No obstante, las tradiciones posteriores embellecieron la narrativa. Fue en el siglo III cuando se comenzó a considerarles como reyes, probablemente interpretando la profecía del Salmo 72:11 (“Caigan todos los reyes ante él”).
"Y al entrar en la casa, vieron al niño con su madre María, y postrándose, lo adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra", reza el evangelio según Mateo.
El oro se relaciona con el poder; el incienso, utilizado habitualmente como ofrenda a los dioses, serviría para reconocer el lado divino de Jesús. Por último, la mirra se trata de un producto de color ambarino rojizo que se obtiene de la resina del Commiphora myrrha, un árbol que crece en el noreste de África, Arabia y Turquía y que exuda esta sustancia de forma natural. La mirra, por su parte, no parece tener un significado concreto.
Sus supuestas reliquias fueron trasladadas de Constantinopla (la actual Estambul), posiblemente a finales del siglo V, a Milán y de allí a la Catedral de Colonia en el siglo XII.
En el Evengelio según San Mateo se describe que los Reyes Magos enunciaron lo siguiente: “¿Dónde está el niño que ha nacido rey de los judíos? Porque observamos su estrella al salir, y hemos venido a rendirle homenaje” (Mateo 2: 2).
Aún se desconoce si Mateo se refería a un acontecimiento astronómico real, o simplemente se trató de una referencia literaria.
Algunos historiadores y científicos han argumentado que el nacimiento de Jesús pudo coincidir con algún evento, como una conjunción planetaria, como la acontecida en diciembre de 2020 entre Júpiter y Saturno. Otros han apuntado incluso que pudo coincidir con el paso del cometa Halley. Pero asociar estos acontecimientos al nacimiento de Jesús es problemático, no solo porque la propia fecha de su nacimiento es incierta (puede variar en un margen de seis años), sino también porque estos eventos son relativamente frecuentes a lo largo de los siglos.
Aproximadamente en el siglo VIII, los nombres de tres magos —Bithisarea, Melichior y Gathaspa— aparecen en una crónica conocida como Excerpta latina barbari. Se los conoce más comúnmente como Balthasar, Melchor y Gaspar.
Según la tradición de la Iglesia occidental, Balthasar a menudo se representa como un rey de Arabia o Etiopía; Melchor, como un rey de Persia; y Gaspar, como un rey de la India.
La tradición teológica cristiana siempre ha enfatizado que tanto los gentiles como los judíos vinieron a adorar a Jesús, un evento celebrado en la Iglesia oriental en Navidad y en occidente en la Epifanía (6 de enero).
La tradición oriental establece el número de magos en 12, pero la tradición occidental establece su número en tres, probablemente basado en los tres regalos de "oro, incienso y mirra" (Mateo 2:11) presentados al bebé.
En el V, fue el papa León I quien estableció oficialmente su número en tres para toda la cristiandad.
Según una leyenda, no eran tres sino cuatro los sabios que viajaban para honrar el nacimiento de Jesús, solo que uno de ellos se quedó por el camino. Artabán, que habría interrumpido su ruta para curar a un viejo moribundo, habría llegado tarde a Judea. El teólogo presbiteriano Henry van Dyke recogió esta historia en su cuento navideño El otro Rey Mago (1896).
También conocido como el día de San Baltasar, es una festividad celebrada en la época colonial en países como Cuba, Puerto Rico, México, Uruguay y Paraguay. Tradicionalmente, se dejaba descansar el día seis de enero a los esclavos procedentes de África.
La adoración de los magos, es decir, su homenaje al niño Jesús, se convirtió en uno de los temas más populares en el arte cristiano.
En la Edad Media, la Adoración de los Magos a menudo se asociaba con otros dos acontecimientos importantes de la vida de Jesús: su bautismo, durante el cual la voz de Dios declaró públicamente que Jesús era su hijo, y las bodas de Caná, en las que reveló su identidad divina cambiando el agua en vino. Los tres eventos, comúnmente celebrados en un mismo día festivo, se representaban con frecuencia juntos en las esculturas monumentales que decoraban las iglesias de la época.
El origen de la tradicional Rosca de reyes, dulce cubierto de fruta y relleno de nata, crema o chocolate– parece situarse en la Antigua Roma durante las fiestas de Saturnalia o los Saturnales.
En invierno, cuando los días comenzaban a hacerse más largos, era costumbre dar el día libre a los esclavos y lacayos, y regalarles unas tortas redondas de higos, dátiles o miel que escondían en su interior un haba. El esclavo que tuviera la suerte de encontrarla sería nombrado ‘rey de reyes’ por un tiempo limitado.
Con informacion de muyintereante.com
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